Lucas
lll
17º-23º

Lucas


Usuario

Como no puede ser de otra manera, estoy feliz por la nueva cara que viene mostrando el Deportivo en las últimas jornadas. Los números están ahí. La primera posición, también. Han tenido que pasar la friolera de más de 70 jornadas, dos play offs insufribles y un buen lote de partidos para el olvido para acariciar de nuevo la pole.


Un cambio de 180 grados sólo entendible en el fútbol, donde todo gira infinito en un abrir y cerrar de ojos. Cómo cambia ‘o conto’ de un poste y fuera, a un poste y dentro. Es la gracia y la desgracia de este negocio.


Responsable en gran medida de esta mejoría es sin duda Lucas. En cuanto Idiakez lo colocó en su puesto y le regaló un socio adelantado como Barbero, el delantero se enfundó el disfraz de mago y jornada tras jornada saca de su chistera goles y asistencias brutales.


Este es el Lucas que todos esperábamos, el hombre diferencial, el líder del equipo, la referencia de los jóvenes, respetado por los veteranos, el dueño de su parcela, el generador de ocasiones en el campo y de ilusiones en la grada.


Anda rápido, es listo y domina las situaciones. Pero a veces se pasa de frenada y se mete en batallas que no debe librar. Porque no le hace falta. Porque es el mejor jugador de la categoría.


Amo a Lucas cuando le gana la partida a jugadores 10 o 15 años más jóvenes, cuando mete el balón donde solo él ve el hueco, el Lucas que le pega al balón como los ángeles, el que se besa el escudo y nos pone la carne de gallina, el que se abraza a los recogepelotas y el que abre las brazos tras el gol con aquello de “venid a mí”. Es grande, es coruñés, deportivista y se enorgullece de serlo. Y nosotros con él.


Amo a este Lucas igual de intensamente que me saca de quicio cuando, como niño chico pasado de vueltas, teatraliza hasta la ridiculez una jugada sin chicha, le come la oreja al árbitro hasta el hastío, grita, protesta, exige lo que en mi opinión no es ni protestable ni exigible.


Para muchos esta actitud es la óptima. Para mí, censurable. La afición de Riazor ya anima y calienta el ambiente lo suficientemente bien para que algo o alguien lo eleve al desquicio. Ese no debe ser el camino porque después viene el efecto dominó: la grada exaltada y enfadada, los compañeros excesivamente tensos (a algunos les vendrá bien ese estado pero a otros no), e incluso el banquillo sobreactuado, véase a Idiakez, un hombre tranquilo y educado al que la situación le superó el pasado domingo.


El Deportivo es el mejor equipo del Grupo y ahora lo está demostrando. El objetivo pasa porque cada uno dé lo mejor que tiene. Con eso llega. Sin necesidad de bailar al filo de la navaja, jugando y trabajando con tesón y ‘sentidiño’.

Lucas

Te puede interesar