Después de leer las cantidades que han percibido los equipos participantes en la Supercopa de Arabia Saudí —perdón, de España— me ha venido a la memoria lo que había significado para el fútbol español la importante financiación que antiguamente percibían los clubs de fútbol, proveniente de la quiniela.
El eufemísticamente denominado ‘Patronato de Apuestas Mutuas Deportivas Benéficas’, había iniciado sus actividades en la temporada 1946-47, con la implantación de una quiniela de apuestas deportivas en las competiciones de fútbol.
Con una apuesta que costaba dos pesetas, se podía llegar a ganar un premio de un millón de pesetas.
El éxito fue total y la mayoría de los españoles, aficionados y no aficionados al fútbol, cubrían todas las semanas sus apuestas, con la idea de hacerse millonarios. En la temporada 1948-49 se introdujo ya el sistema de puntuación del 1X2.
Muchos podrán recordar la cantidad de aficionados que se agolpaban los domingos por la tarde en el Riego de Agua para ver la cristalera del Café Rosalía, en donde un hábil camarero escribía, desde dentro y al revés, los resultados de los partidos que intervenían en la quiniela. Esto mismo también sucedía en otros cafés de la ciudad.
Eran tiempos en que aparecieron también las peñas quinielísticas, que todavía pueden verse hoy en bares y tabernas coruñesas. Ya fuera individualmente o en grupo, la mayoría jugábamos todas las semanas a las quinielas, esperando que, con nuestros supuestos conocimientos futbolísticos, acertaríamos el mayor número posible de resultados.
Años más tarde, en 1988, se pasó de los 14 encuentros en la quiniela al 15, con la precisión de acertar también el resultado de ese partido. Como ejemplo de aquellos años, en la temporada 1989-90 un solo acertante del pleno al 15, había obtenido un premio de 55 millones de pesetas. La filosofía del invento, era dotar a los clubes de fútbol de unos recursos importantes para, junto con los ingresos de socios y taquillas, afrontar los cuantiosos gastos ocasionados por el incipiente profesionalismo de sus plantillas. Años después, los cuantiosos desembolsos realizados por los clubes en la contratación de jugadores, llevando a la bancarrota a muchos de ellos, hizo necesario que en el año 1990, el Consejo Superior de Deportes, en momentos difíciles para muchos equipos, incrementara las aportaciones que provenían de la quiniela, pasando de un 2,5 % a un 7,5 %, para poder sanear las entidades y convertirlas en Sociedades Anónimas Deportivas.
Pero con el paso del tiempo, el monopolio ejercido por la lotería y las quinielas, dejó paso a nuevos juegos y apuestas: la llegada de la Bonoloto, la Primitiva o el Cuponazo, mermaron las arcas de la Quiniela. Para hacernos una idea, citaremos el caso del Racing de Ferrol, que en el año 2000, al haber ascendido a la Segunda División y convertirse en SAD, pasaba a obtener unos 20 millones de pesetas del reparto de la quiniela, cuando por derechos de televisión rondaría los 150 millones.
Actualmente, la quiniela está dirigida por la entidad Loterías y Apuestas del Estado, y amplía sus apuestas a partidos de la Champions League y competiciones de las selecciones nacionales, intentando incrementar el número de apostantes.
Dicho esto, parece que sus años gloriosos han pasado a mejor vida. Los equipos ya no contemplan las quinielas como una fuente fundamental de sus recursos. Volviendo al principio, hemos visto cómo el Barcelona, por ser campeón de la última Supercopa de España ha percibido nueve millones de euros, y como ya está clasificado en la actual Champions, tiene asegurados otros 44 millones. Otro ejemplo puede ser el del Real Madrid, que la pasada temporada superó por primera vez los mil millones de euros de ingresos, en los que las apuestas mutuas no figuran entre los capítulos importantes. Por eso no es de extrañar que todos quieran jugar en Arabia.