La convocatoria de Pablo García Taboada por la selección española sub-17 devuelve a la actualidad a la cantera deportivista, quizá el tentáculo del club más manido y utilizado por los dirigentes y menos cuidado históricamente hablando.

Podríamos hablar de lo que en sus tiempos le costaba (sí, de su bolsillo) a algún entrenador llevar al infantil a jugar un torneo a Portugal. O del cierre de las categorías inferiores en 1988 debido a la gravísima situación económica cuando Lendoiro aterrizó en la Plaza de Pontevedra. También podríamos hablar de los años en que el Celta le birlaba siempre al Dépor a los mejores jugadores gallegos y le pasaba por encima en todas las categorías. O de las rebajas con las que llegó algún director de cantera a Abegondo, dejando entrever lo excesivo de los emolumentos recibidos por los entrenadores.

Se mire como se mire, el trato recibido por las categorías inferiores desde hace muchas décadas nunca ha estado a la altura de lo que merece un club de la importancia del Deportivo. Desde luego que el fútbol en el año 2024 es una cosa muy diferente al de hace, sin ir más lejos, unos años. Las canteras de todos los clubes están cada vez más deslocalizadas, más expandidas, abiertas a recibir a chavales de cualquier origen y procedencia. Lo que debería ser innegociable es que se juegue con los medios de los que disponen para trabajar y mejorar y con los profesores que les van a inculcar, más allá del juego, los valores, la tradición y el sentimiento que supone vestir una camiseta, defender unos colores y honrar un escudo.