El Deportivo cierra con la renovación de Dani Barcia un círculo de renovaciones que tiene una importancia significativa. La caída al barro supuso un giro radical hacia a Abegondo, doblando la apuesta por lo un proyecto de cantera en la que se producen contratiempos que todo club debe asumir.
No es posible ‘salvarlos’ a todos, pero si la entidad herculina está haciendo algo bien es premiar y devolverle el cariño en forma de confianza a los que quieren estar. Mella rechazó hace unos meses el fútbol inglés. Yeremay acaba de silenciar cualquier canto de sirena por seguir en Riazor. Dar y recibir. De eso va cualquier relación como la que el Dépor debe establecer con unos jugadores a los que, como el caso del central de O Temple, ha ayudado a crecer desde que dieron sus primeras patadas a una pelota. Quizá ahora muchos se arrepientan de elegir el camino corto. El mayor premio estaba dando un rodeo. Un rodeo que implicaba esfuerzo y paciencia. Kevin Sánchez, Rubén López, Martín Ochoa, Mario Nájera, Pablo García, Adrián Guerrero... el club coruñés ha conseguido en los últimos años atar a todo jugador formado en Abegondo que estaba dispuesto a apostar por sí mismo y por el Dépor.
No es poco brillante el futuro que se divisa en el horizonte para el conjunto deportivista, sobre todo porque el trabajo de los últimos años no ha hecho más que dar sus primeros frutos y parece probable que a no mucho tardar se asome el siguiente alumno aventajado que dé el pistoletazo de la siguiente ronda de ampliaciones.