Dr. Jekyll y Yeremay
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Dr. Jekyll y Yeremay

Dr. Jekyll y Yeremay
Yeremay celebra el gol de Pablo Vázquez en Castalia con sus compañeros | FERNANDO FERNÁNDEZ

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No, el titular de este artículo no es una crítica a Yeremay. O sí, según se mire. Usted elige. ¿Se puede criticar al mejor jugador y máximo goleador de un equipo? Hay quien dirá que sí. Y hay quien responderá todo lo contrario. En lo que no hay duda es en la definición de Yeremay como jugador diferencial, como futbolista distinto. Para lo bueno y para lo malo. Aunque en los últimos tiempos hay que decir, por suerte, que más para lo primero que para lo segundo.

 

El canario es uno de esos futbolistas que levantan al aficionado del asiento en una jugada y en las tres siguientes lo sacan de quicio. Por estos lares tenemos un máster en la materia. No creo que sea necesario enumerar a los protagonistas. Tampoco compararlos. Todos sabemos quienes son, quienes fueron. En esta ecuación de un jugadón y tres carnavaladas, entra la diferencialidad. Cuando esa acción brillante deja de ser un brindis al sol y acaba con la pelota en el fondo de las mallas, el cuento cambia. Son los pequeños detalles del fútbol, en la mayor parte de los casos producto de una suma que rara vez no da resultado: trabajo, esfuerzo y confianza.

 

En esa dinámica, la de ponerse las pilas y hacerse mayor, ha entrado un Yeremay que no hace demasiado tiempo producía más gas que gaseosa y, hace algo más, era llamado al orden semana sí, semana también por Albert Gil, el exdirector de la cantera blanquiazul que se lo trajo al Deportivo desde el Real Madrid, a las oficinas de la Plaza de Pontevedra. Al proceso de madurez como futbolista va paralelamente ligado el de maduración como persona. Por eso un jugador que se perdía en fuegos de artificio, en regates de cara a la galería para arrancar el ‘oh’ de la grada, en caños para el vídeo de highlights que lo peta en YouTube, no para de producir dividendos para su equipo, plasmados en números, en datos concretos. En goles. En asistencias. En acciones que suman puntos cuando antes únicamente era suficiente recibir un puñado de likes en Instagram para echarse unas risas con los colegas. La diferencia entre jugador y futbolista. Entre el amateur y el profesional. Entre ‘Yerehype’ y Yeremay.

 

Yeremay es una certeza. Ha dado un gran salto adelante aunque cuenta, todavía, con un amplio margen de mejora. Porque a veces nos sigue sacando de quicio con esa doble cara. Ese Dr. Jekyll y Mr. Hyde transformado en Dr. Jekyll y Yeremay. Con esos piscinazos que no van a ninguna parte en el fútbol del VAR. Con esos largos lapsos de tiempo sin dar señales de vida. Con esos ramalazos de egoísmo que todavía no ha podido sacudirse de encima.

 

En Castalia, Yeremay dio otro paso adelante, con un golazo (otro más) que, además de valer un puntiño, ha servido para borrar de un plumazo casi 40 años de sinsabores para los delanteros de la cantera blanquiazul. 

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