El Dépor empezó en campo del Almería, próximo visitante de Riazor, una curiosa secuencia de resultados que ha repetido en cuatro ocasiones consecutivas: derrota, empate y victoria. Derrota en Almería, empate ante el Sporting y victoria en Cádiz. Derrota copera en Ourense, empate con el Zaragoza y triunfo sobre el Castellón. Derrota con el Mirandés, empate en Málaga y triunfo en Burgos. Derrota ante el Levante, empate en Tenerife y victoria en Eibar. No es mala media, la verdad. Catorce victorias, catorce empates y catorce derrotas significan 56 puntos. Nadie en la historia de la Segunda División ha perdido la categoría con semejante botín. Aunque quizá sea mejor no mentar plusmarcas de ese tipo. Por estos lares sabemos demasiado acerca del tema.
Óscar Gilsanz lo ha vuelto a hacer. En Ipurua, el Deportivo sumó un nuevo éxito lejos de Riazor. Los blanquiazules han metido en su zurrón 11 de los últimos 15 puntos que disputaron lejos de Riazor, producto de tres victorias y dos empates. Además, han ganado otro partido en el que dispusieron de menor posesión que el rival de turno, un 43 por ciento en esta ocasión. El Dépor aguantó el chaparrón final de balones colgados, una suerte que antes de Navidad era un auténtico suplicio y a través de la cual se escaparon unos cuantos puntos. Pero la practicidad se impuso una vez más.
Por otra parte, en el feudo eibarrés llegó una nueva clean sheet, la séptima portería a cero de la temporada y tercera en los últimos cuatro encuentros. Un dato que habla a las claras de la mejoría en la contención de los ataques del rival y la defensa de los resultados a favor. La inclusión de un tercer central para proteger un marcador favorable suele ser sinónimo de cagada, aunque para el Dépor no lo está siendo en las últimas jornadas. Desde la debacle ante el Mirandés y el año nuevo han transcurrido cinco encuentros en los que el Deportivo únicamente ha recibido tres goles —el de Chupete en La Rosaleda y los de Carlos Álvarez y el ‘Comandante’ Morales para el Levante en Riazor— y solo ha perdido uno, precisamente ese último ante el cuadro ‘granota’.
Y aunque todas estas cifras parezcan mostrar a un equipo eminentemente defensivo, otra desbarata tal afirmación: los tres goles de Ximo Navarro. El lateral volvió a la banda derecha con la recuperación de Rafa Obrador y apareció en el área para remachar cual ‘9’ un remate mordido de Barbero. Sus dos tantos anteriores, en Huesca y Cartagena, habían llegado en la continuación de sendos saques de esquina. El gol del mallorquín en Eibar se produjo después de una acción de ataque iniciada por él mismo, en la que llegó a ganar la línea de fondo y poner un buen balón al punto de penalti para Mario Soriano. Ximo, además, resultó decisivo en Burgos en una acción similar, en la que asistió al mediapunta alcalaíno en el tanto que valió los tres puntos.
Puede —según se mire— que ver a este Deportivo no sea tan divertido como ver al del primer tercio de la delantera. Lo que es innegable es que en cuanto a resultados no hay comparación posible. Y los resultados son lo primero. Lo otro, ya si puede venir, bienvenido sea.