Una semana más aquí seguimos con nuestras vidas, con nuestros problemas y con nuestras inquietudes diarias. Y no se trata de minusvalorar nuestros problemas ni de decir que no son importantes. Claro que lo son. Lo que sucede es que viendo lo que está pasando en el este de Europa con la repugnante guerra que un nostálgico de la URSS ha montado contra Ucrania, pues lógicamente nuestros problemas parecen (y lo son) pequeñas menudencias.
El otro día, recordando grandes jugadores ucranianos, como Shevchenko, grandes clubes ucranianos, como el Dínamo de Kiev, o grandes acontecimientos sucedidos en Ucrania, como cuando España ganó la Eurocopa de 2012 en Kiev, me puse a pensar si en el Deportivo hemos llegado a tener algún jugador ucraniano o si algún jugador del equipo ha jugado en aquel país.
Y sí, encontré un jugador ucraniano. Sólo uno y con poco historial deportivista. Muchos lo recordarán. Se trata del portero Maksym Koval, que llegó en enero de 2018 y que solo permaneció hasta final de temporada cedido por el Dínamo de Kiev. Fue el año del descenso a Segunda con aquella grotesca portería donde llegamos a alinear hasta 5 porteros en una sola temporada.
El bueno de Koval tuvo un desastroso debut con expulsión incluida y después solo jugó un partido más
cuando el descenso ya era un hecho.
No sé si Koval era buen portero o no, porque un par de partidos no son bagaje suficiente para calificarle, y menos aquel año donde cada cambio en la portería era un nuevo esperpento. Desde aquel 2018 y hasta el día de hoy, Koval milita en la liga saudí en el Al Fateh.
Otro portero que jugó en Ucrania fue el croata Stipe Pletikosa, que también jugó solo dos partidos de blanquiazul, aunque dejó bastante mejor recuerdo hasta el punto de ser manteado en el último partido de liga al grito de “Pleti quédate”. Pues bien, en su extensa carrera, Pletikosa jugó desde 2003 a 2007 en el Shakhtar Donetsk, otra ciudad especialmente castigada en esta cruel guerra provocada por el impresentable presidente ruso.
Y ya por fin, tenemos dos ex deportivistas que también jugaron en Ucrania. Por un lado está Lucas Pérez, que antes de llegar al Deportivo estuvo en el Paok de Salónica griego y los años anteriores había militado en el Karpaty. De hecho, el fichaje por el Deportivo fue una negociación a tres bandas con el conjunto griego y con el ucraniano, que poseía unos derechos sobre el jugador coruñés. Y por otro lado tenemos a Bruno Gama, que tras dos excelentes temporadas en Riazor tuvo que emigrar al Dnipro ucraniano obligado por la situación concursal en la que estaba el Depor. Tres años después regresó a nuestra ciudad, pero ya no tuvo la misma suerte. En parte por la mala plantilla que teníamos esos años. Año y medio después se le dio la baja para poder inscribir a un futbolista acabado que vino a arrastrarse por Coruña, Muntari. Salimos perdiendo con el cambio, indiscutiblemente.
Son solo cuatro casos los que he encontrado en la conexión entre el Deportivo y Ucrania. Pero son suficientes para comprobar que el horror provocado por el sátrapa ruso no nos queda tan lejos como pensamos. Es lo que tiene la globalización.
A ver si la semana que viene hablo de la actualidad futbolística del Depor, que me apetece más, la verdad.