En unos días en los que la liga española está en pleno parón navideño, muchos aficionados prestan más atención de la habitual a lo que sucede en la Premier. Entre los partidos disputados ayer destaca una victoria que en circunstancias normales sería una más de un equipo acostumbrado a ganar. Pero el Manchester City no está en su mejor momento y, en las últimas semanas, eran habituales esos titulares que contaban uno tras otro los malos resultados de este gigante del fútbol mundial. Con estos precedentes, la noticia del domingo fue que, por fin, el equipo de Pep Guardiola sumó tres puntos.

Seguro que supuso un gran alivio para el entrenador catalán. Un hombre que ha llevado al City a lo más alto, a donde nunca había llegado el equipo de Manchester. Ganar la Champions no es nada sencillo, y más en una época en la que el Real Madrid persiste en su idilio con la competición. Poco queda para los demás.

Pero ahora Guardiola está viviendo la otra cara del deporte. Esa en la que no hay manera de encontrar la tecla correcta. Y ya puedes tener una gran plantilla, mil métodos o mil psicólogos, que todo se tuerce.

Es ahí cuando no vale de nada el prestigio o los logros del pasado. Semana tras semana, el Manchester City tropezó con la misma piedra. Los rivales lo sabían y lo aprovecharon. Hasta el punto de que ha dejado de ser un candidato al título.

Y es que la Premier es mucha Premier. En Inglaterra están algunos de los mejores jugadores del mundo. Y poderosos equipos.

Algo que tuvo un parón en su día, en los años 80 del pasado siglo. La tragedia del estadio Heysel derivó en una sanción para los equipos ingleses, que durante algunas temporadas tuvieron prohibido disputar competiciones europeas. Pero, cuarenta años después, el fútbol inglés está en un gran momento, siendo el Manchester City uno de sus buques insignia.

Y quizás la presión de tener siempre que estar bien, de ganar, de justificar las millonadas invertidas ha sido el principal obstáculo que ha tenido que afrontar el equipo azul celeste. En el fútbol hay etapas, y unas veces dominas y otras te descubren los trucos y te dominan.

Habrá que ver ahora en qué medida será importante la victoria conseguida ayer frente al Leicester. Y si es el primer paso hacia la recuperación o una anécdota en un equipo que hace aguas, y que echa de menos al Balón de Oro Rodri Hernández.

En todo caso, ganar siempre gusta. Seguro que Pep Guardiola habrá aprendido mucho de estas semanas caóticas, en las que una máquina que parecía perfecta dejó de funcionar. Una experiencia que nunca olvidará.

De ahí lo bonito del fútbol. Lo imprevisible que es. Y si al final una victoria como la de ayer sorprendió a muchos, mejor que mejor. Todo sea para que este deporte nos siga dejando con la boca abierta.