Creo firmemente que buena parte de la prensa de nuestra ciudad tiene una deuda moral con el Depor Abanca. Igual que considero que la nacional la tiene con la Selección Absoluta. Una y otra, de prensas hablo, se han limitado a reflejar lo sucedido, dando cobijo a lo acontecido, a lo obvio y en su caso a filtraciones, sin rascar en el más allá, en el por qué y en el cómo de las situaciones.
Solo así se entiende que a casi ningún medio le haya interesado la trastienda del despido de la segunda entrenadora del Deportivo Femenino. El club quería que la cosa no viera la luz. Lo hizo por la puerta de atrás, sacando a Cris Oreiro de sus funciones y de la web. Y punto.
Tuvo que venir un periodista de Ferrol, no uno cualquiera sino Carlos Castro, para sacar la noticia y obligar al club a una contestación tan vaga como insustancial, ”progresivo quebranto de confianza”. Pero, ¿entre quiénes?, ¿desde cuándo?, ¿podía haberse evitado? Todas estas preguntas no tienen contestación porque nadie del club da la cara, nadie se responsabiliza, todo se deja a la interpretación de un escueto comunicado.
No se puede jugar con las personas, en este caso la segunda entrenadora, una buena profesional, sumamente preparada, a la que venían arrinconando desde hace meses en un nuevo capítulo de la mala gestión del Deportivo en distintos ámbitos, especialmente en el femenino. Aún me escuece que Llorente se hubiera ido de rositas de nuestro club.
La pésima gestión se la atribuyo a Rocío Candal, secretaria técnica, que en su día fichó a Oreiro como segunda, toda vez que desde las altas instancias prefirieron de primera a una entrenadora foránea a la que no se conocía en la Plaza de Pontevedra y cuyo representante se ocupó de convencer a nuestros imberbes dirigentes. Tan imberbes como la propia Rocío Candal, elegida por Rosende y sacada de las tareas periodísticas como en su propio caso.
Hasta ahora no había comentado nada sobre Rocío Candal. La última vez que coincidimos la felicité por lo bien que entiende y explica el fútbol. Pero ahora debo ser honesta y afirmar que, como Secretaria Técnica, está muy lejos de la personalidad, rigor y determinación que exige su cargo.
Por contar la penúltima, Candal fichó en su momento a Oreiro, apostó por ella, le presentó un proyecto donde la coruñesa podría tener peso específico, después “se tragó” que le trajeran otra primera y a partir de ahí permitió que a Cris la ningunearan y la relegaran a grabar los partidos desde la grada. Todo de forma fea y con su anuencia.
No es fácil acariciar el poder y abandonarlo por dignidad. El Deportivo es algo muy grande. Pero Rocío se ha alineado de forma radical con lo que, siendo periodista, rehuía. Ha dejado en la cuneta varios cadáveres y muchos de sus principios. Y se ha puesto de lado. Y se ha limitado a silbar. Y eso es lo que le reprochamos la gente del fútbol femenino. Los demás, sus jefes, seguro la aplaudirán.