Las chicas también vamos a Riazor
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Las chicas también vamos a Riazor

Las chicas también vamos a Riazor
Una aficionada, viendo el partido entre el Castellón y el Depor del playoff de ascenso de la temporada 22-23 en las pantallas instaladas en la explanada de Riazor

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Las chicas también vamos a Riazor. Somos menos, es verdad, pero también nos gusta el fútbol. Lo vivimos con pasión, gritamos los goles y pagamos nuestros carnés. Al menos, 6.993, que es el número de socias que tuvo el Depor la temporada pasada. Son una de cada cuatro gargantas que animan en Riazor cada domingo. Quizás no sean muchas pero es una realidad que la presencia femenina aumenta día a día en el fútbol. En la temporada 20-21, solo el 19% de la masa social del Depor eran mujeres, en cambio en la 22-23, esta cifra se incrementó hasta alcanzar el 24,1%, con casi 7.000 socias.

 

Cuando me preguntan por qué soy del Depor, me encantaría responder con una emotiva historia explicando cómo surgió mi amor por el equipo de mi ciudad, pero la realidad es que creo que la respuesta más honesta sería decir que fue gracias a que mis padres me dejaron decidir en cada momento de mi vida. No conozco una vida sin ir cada domingo a Riazor, y al principio, y como era lógico en aquella época, mi padre pensaba que el que se convertiría en fanático del Depor como él sería mi hermano. Pero, para su sorpresa, la que no se quería perder ningún partido era la niña de las dos coletas con lazos azules y blancos. Como era lo normal en aquellos tiempos, las madres de todas mis amigas se quedaban en casa con ellas mientras “los chicos” iban al fútbol. Pero la realidad es que no puedes saber si algo te gusta hasta que no lo conoces.

 

Al principio yo tampoco entendía muy bien lo que pasaba sobre el césped, ni por qué el señor de delante al que le duraba el puro todo el partido le gritaba constantemente al hombre del silbato, pero la felicidad que sentía cuando abría el periódico que regalaban y buscaba a Valerón en cada página es algo que a mis 26 años todavía recuerdo. Y posiblemente esa vinculación al fútbol y al equipo de mi ciudad desde que tengo uso de razón fue lo que provocó que en 2008 me quedara embobada viendo trabajar a los medios de comunicación en la Eurocopa y tomara la decisión que marcó mi vida hasta día de hoy: quiero ser periodista deportiva.  

 

El impulso del fútbol femenino, medios de comunicación apostando por emitir en sus canales de televisión partidos de las chicas de la selección, la presencia ya en la mayoría de clubes de equipos femeninos... todas ellas son cosas que han hecho que muchas decidan intentar dejar atrás los miedos y elijan disfrutar.

 

A pesar de esto, y por desgracia, todavía seguimos luchando, en mayor o menor medida, contra el Síndrome de la Impostora, teniendo que aguantar que la gran mayoría de las veces que mencionamos públicamente que nos gusta el fútbol nuestra mente tenga que ir preparando la respuesta a la pregunta “A ver, ¿qué es un fuera de juego?”, contestándola con miedo a que nuestra respuesta no sea lo suficientemente explícita para el Pep Guardiola que en ese momento tenemos delante. Pero aun así, me reconforta estar viendo como a medida que pasa el tiempo, cada vez son más y más mujeres, de diferentes edades, las que inundan los fines de semana las inmediaciones del estadio de Riazor, acercándose en muchas ocasiones a mí solamente para decirme: “Yo también quiero ser periodista del Depor”.

 

 

 

 

 

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