La calma chicha es un estado de la atmósfera en la que no hay ni viento ni olas. Para algunos, un estado ideal. Para otros, más cañeros, un momento insulso e incierto.
Quiero coger, futbolísticamente, el término en su acepción más positiva y desarrollar este artículo desde la tranquilidad y la ilusión. Ojo, no he perdido mi espíritu crítico, nunca, pero tampoco quiero caer en la reiteración desmedida.
No me gustan esos periodistas que vienen desde casa con la vara o con el mimo preparado. Soy del Depor, por mil razones, la más importante es porque así lo siento. Precisamente esa responsabilidad emocional que me impone todo lo que quiero me hace ser y estar atenta a cuanto acontece en “mi” club, aun a costa de desvelar muchas veces cosas que no agradan, pero que yo entiendo necesarias de llevar a la luz pública.
En un contexto en el que se han hecho cosas mal, no hace falta ser una erudita ni una resentida para saberlo, me propongo centrarme en el dios fútbol e intentar, si todo se tercia, disfrutar del juego de ellos y ellas.
No olvido lo que sé, lo que leí y lo que escuché, no me vale que algunos quieran mediar interesadamente, no me amedrentan las llamadas por constantes que hayan sido, no comulgo con ruedas de molino, nunca lo he hecho y a estas alturas, ni de coña. Pero quiero disfrutar. Quiero fútbol.
Creo que hay que tirar ambiciosamente con lo que tenemos hasta el mes de diciembre y ahí, una vez el entrenador conozca las debilidades que ahora no atisba porque la llamada de un grande le puede estar turbando, ser muy finos con los fichajes y apuntalar el equipo.
Me gusta Cano. Es un líder. Y el equipo necesitaba esa figura entre tanto mando sin plaza. Aguardo lo traten bien. No siempre ha sido así. Han sido tan injustos con muchos “de los nuestros”… Ahora, con los jugadores más salvaguardados, es posible que veamos mejores versiones de los mismos. Ese es el plan.
Salud y suerte!