Me imagino, después de otro fin de semana de esperpentos arbitrales, que el colectivo en masa saldrá de nuevo a pedir respeto cuando lleguen críticas desde los diferentes rincones del fútbol español. Por ahí vienen. Por ahí vienen los mismos que tienen a jugadores y aficionados viviendo en un auténtico Día de la VARmota. Lo sé, forzado. Seguramente no tanto como las llamadas de Ais Reig a Muresan Muresan en Anduva para provocarle un ataque de histeria a Pablo Martínez y a buena parte del deportivismo. A los desplazados a Miranda y a los que estaban viéndolo por televisión. Como Ais Reig.
Una vez más, y ya van unas cuantas, vuelve a ser un problema del cómo y no del qué. Es difícil de entender, para los protagonistas y para el resto, que los colegiados sigan utilizando la tecnología para intervenir en jugadas que sobre el papel no requieren esa ayuda. “Claro, obvio y manifiesto”. Son tres adjetivos que suenan lo suficiente contundentes como para que un colegiado que está en una cabina a cientos de kilómetros de donde sucede la acción tenga que pensarse durante varios minutos si mandar a la pantalla a su colega. Si el error es grave, una repetición sobra. Si hacen falta más, lo único que motiva la intervención del videoarbitraje son las ansias de protagonismo de ciertos personajes que, desafortunadamente, se siguen cruzando en el camino blanquiazul, siempre con resultados desagradables. Es un problema esto además porque provoca suspicacias continuas. ¿Por qué en unos casos sí y en otros no? ¿Por qué se anula el tanto de A Malata y no la falta a Mella en Castellón? .¿Por qué se llama la atención sobre las infracciones de Martínez y no el pisotón de Panichelli a Pablo Vázquez que pudo mandar de vacaciones con el tobillo hecho trizas al único defensa titular que le queda sano a Óscar Gilsanz?
La crispación en el Deportivo crece bastante más de lo que, por unos motivos u otros, se atreven a expresar en público. El técnico habló con resignación en sala de prensa de la falta de criterio. Villares, que tuvo que perderse un encuentro tras ser expulsado por una acción similar a la del ‘9’ del Mirandés, pidió con retranca que, si los señores colegiados tienen a bien ponerse de acuerdo ya no en dos semanas seguidas, sino en el mismo partido, “no estaría mal”. Hasta Fernando Soriano salió a hablar, aunque más para dejar claro que el club está mostrando su malestar que para mostrar su malestar en el momento. Tocará creer.
Es urgente que el colectivo arbitral, además de unificar criterios, haga un ejercicio de transparencia que permita salvar una de las mejores herramientas que ha dado el fútbol recientemente, pero que se empeñan en utilizar de forma tan deficiente que provoca que los árboles tapen el bosque. Dejar a un lado el corporativismo y asumir las críticas para que la mejora, además de rápida, sea clara, obvia y manifiesta.