S on tres buenos amigos míos. Con alguno coincido más que con otros, como es normal, pero lo que comparto en su totalidad con ellos es nuestro sentimiento deportivista. A los tres les separan algunos años, pero tampoco muchos. Alfredo se acuerda de Pes Pérez y su nefasto arbitraje ante el Burgos hace casi 50 años, Ricardo habla del primer descenso a Segunda B en 1980 y Bea siempre habla de su excursión de 8º de EGB cuando ascendimos a Primera en 1991. Es decir, que de vivencias deportivistas van bien servidos los tres. Y yo veo en los tres un vivo ejemplo de las emociones que hemos experimentado los aficionados en esta temporada con final feliz.
Al inicio de la temporada el que peor lo veía era Alfredo. Después del fiasco del play off contra el Castellón y de las bajas que hubo en el equipo él pronosticaba incluso un descenso a 2 RFEF y hasta decía que no pasaríamos de 35 puntos. Ricardo era algo más comedido. Él siempre se agarra a esa máxima de “Fe en el Depor” y decía que entrar en play off no era nada descartable. La optimista por excelencia era Bea. Ella decía que íbamos a ascender. Sin tapujos. No especificaba si sería directo o vía play off, pero que ascendíamos lo tenía clarísimo.
Y empieza la temporada. Y nos empata en casa el Rayo Majadahonda. Alfredo reafirma su pronóstico. Ricardo frunce el ceño y dice que si no somos capaces de marcar un gol a un portero de 17 años mal vamos. Bea seguía optimista. Había visto cosas que le habían gustado y seguía convencida, “ascendemos fijo”. Y se reafirmó más aún con el 0-3 al Lugo. Pero a partir de ahí todo cambió… Empezaron los malos resultados y el optimismo había que mantenerlo. Era complicado. Alfredo seguía en sus trece y los resultados, desgraciadamente, empezaban a darle la razón. Ricardo ya no hablaba de play off ni de nada por el estilo, pero negaba categóricamente la posibilidad de un nuevo descenso. Y Bea empezó a buscar señales positivas: ante la lesión de Yeremay recordó que Mauro Silva se lesionó casi toda la temporada 94-95 y acabamos subcampeones de Liga y campeones de Copa, disculpaba algunos partidos escudándose en el arbitraje, recordaba la plaga de lesiones y se mostraba esperanzada de que cuando se recuperaran los jugadores la cosa cambiaría… y si no se le ocurría nada simplemente decía que este era el año del Depor y punto. La cosa llegó a tal punto que Alfredo les prometió a sus dos amigos una cena si ascendíamos. Bea dijo “vale” y prometió recordárselo. Ricardo no dijo nada, simplemente desearía tener esa cena, pero muchas esperanzas no tenía.
De las reacciones de mis tres amigos tras el desastre de Irún no voy a comentar nada. Fueron las mismas que tuvimos todos. De las victorias in extremis ante el Barça B y el Arenteiro decir que sirvieron para que Alfredo olvidase aquellos pronósticos tan negativos. Y tras aquellos cuatro partidos ante los entonces cuatro primeros clasificados (Real B, Cultural, Ponferradina y Fortuna) mis tres amigos ya miraban hacia arriba. Bea ya estaba arriba y Alfredo y Ricardo empezaban a acercarse. “Ojalá la cena que os deberé sea una realidad”, decía ya abiertamente Alfredo. Y llegaron las goleadas, y las victorias seguidas, y el ascenso y los tres y todos explotamos de alegría. Alfredo fijó el día de la cena, Ricardo se vino arriba y empezó con aquello de “Barça! Madrid! Ya estamos aquí!”. Y Bea le recomendó calma. Y ellos tres y todos fuimos felices.
Según me cuentan, ayer tuvieron esa cena y se lo pasaron bomba. Les importó un pimiento que fuera la final de la Champions a esa misma hora. Llevaban muchos años deseando celebrar algo en blanco y azul como para aplazarlo más. Son muy grandes mis amigos.