Montañeros, lo que fue y pudo seguir siendo
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Montañeros, lo que fue y pudo seguir siendo

Montañeros, lo que fue y pudo seguir siendo
Iago Iglesias disputa el balón a Dani Carvajal, entonces jugador del Castilla, durante un instante del partido en el campo del Elviña que ganó el Montañeros al filial blanco en diciembre de 2010 | AEC

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¿Cómo llegó tan alto aquel Montañeros? Es una pregunta que sirve para rememorar la historia de un equipo coruñés que sorprendió a propios y extraños entre 2003 y 2012. Nueve años de camino, pero de tal intensidad que parecieron muchos más. Imbatible en territoriales y capaz de vencer al Castilla de Nacho, Carvajal, Joselu y Morata mientras soñaba con la categoría de plata forman parte del recuerdo positivo. La falta de arraigo en la ciudad y un final marcado por los impagos, son la cara B.


Fundado en 1978 y con Fausto Vázquez como presidente desde 1994, momento en el que había riesgo de desaparición, la aparición del Banco Gallego como patrocinador en 2003 cambió el rumbo del club. Entendían que era el momento de lanzar un equipo sénior a competir.


Los herculinos comenzaron en el nivel más bajo y cuatro años después ya estaban en el Grupo 1 de la Tercera División enfrentándose a clásicos como Coruxo, Alondras, Rápido de Bouzas o Arosa. De los 135 partidos disputados entre Regional Preferente y las tres categorías que le preceden, el Montañeros ganó 106, casi un ochenta por ciento. Apenas perdió once encuentros y marcó 357 goles, por solo 78 en contra.

 

Especialmente destacable fue la temporada 2004/05, en la que solo cedió un empate en Segunda Regional y se proclamó campeón de la Copa de A Coruña venciendo en la final de Riazor al Vizoño


El primer curso en Tercera finalizó con un octavo puesto, pero la progresión era imparable y la opción de disputar los playoffs de ascenso no tardó en llegar. En ellos, la solidez del Hellín albaceteño les dejó fuera, pero el descenso administrativo del Ciudad de Santiago le permitió ocupar su plaza en Segunda B como equipo gallego mejor clasificado, ya que el Compostela había logrado el ascenso. Fue un golpe de fortuna y también una especie de broma del destino, porque el Monta no tardaría demasiado en correr la misma suerte que el equipo de la capital de Galicia, la desaparición.


Pero para eso aún faltaba, porque el estreno en Segunda B fue brillante. El equipo se mantuvo en la zona alta hasta el tramo final, ostentando la cuarta plaza -que daba billete para los playoffs- en la jornada 28. Finalmente el equipo se cayó y terminó décimo, dos puestos por encima del curso 2010/11, donde logró una permanencia muy sufrida. Y al siguiente llegó el descenso tras un inicio nefasto de temporada que estuvo a punto de enderezar bajo la dirección técnica de Álex Suárez.


No habría regreso a Tercera, ya que el 1 de junio de 2012 el Monta anunció la disolución de su equipo sénior y la intención de centrarse en el trabajo de cantera, en una decisión propiciada por la falta de apoyos económicos y las deudas.

 

1. Perdura el recuerdo del buen fútbol

Ha pasado el tiempo, pero los protagonistas no olvidan como jugaba aquel equipo. 


“Fue una de las etapas en las que más disfruté como futbolista; lo más parecido a lo que viví en mi paso por la Masía. Éramos un equipo que practicaba un fútbol que llegó a ser admirado a nivel nacional”, señala Moisés Pereiro, en su día mediocentro del primer equipo. Una percepción que comparte con el central Pablo López: disfruté jugando un fútbol muy vistoso y con el que la gente se divertía mucho. Teníamos un gran grupo humano muy bien dirigido por Jose Ramón y Jordi de la Campa”.


Un estilo que funcionaba en el equipo sénior, pero también en la base. “Recuerdo un partido de grupo de la Arosa F7 contra el Barça en el que el equipo se impuso por 2-0 y los dominamos todo el partido”, explica Jaime Paz, que era entrenador en la cantera.

 

2. Victorias ante grandes equipos

Los años de Segunda B dejaron triunfos ante equipos con mucho nombre, destacando especialmente uno de ellos.


Mi recuerdo imborrable es el partido que le ganamos al Real Madrid Castilla llenando por completo el campo de Elviña contra jugadores que hoy en día están en la selección española como Nacho, Carvajal, Morata y Joselu”, rememora Pablo López. Por su parte, el atacante Iago Iglesias pone el foco en partidos fuera de casa: “lo mejor fue ganarle a los mejores en sus campos dominando el juego y el balón”. Solo en el primer año de Segunda B ya se pueden encontrar victorias en el Toralín, Pasarón, Reino de León y Anxo Carro.

 

3. La estructura estaba cogida con pinzas

¿Por qué aquel proyecto tuvo fecha de caducidad? Hay opinones para todos los gustos, con la falta de apoyo (institucional y social) en común.


“Para mantener un equipo en esas categorías hacen falta muchos patrocinadores e infraestructuras que nosotros no teníamos. Se consiguió llegar pero lo difícil es mantenerlo”, reflexiona Rubén Rivera, delantero en aquel momento.


Alberto Lobato, que era coordinador en la base, desgrana tres motivos: “el rápido crecimiento del primer equipo hizo que entrara en el club la gente del fútbol que a mí me gusta decir, con muchas exigencias, poco trabajo y nada de sentimiento y de amor por el proyecto que crecía en el fútbol base, ni por el club. Segundo fue la mala gestión económica y administrativa del primer equipo y del equipo de División de Honor Juvenil que fue erosionando la estructura a todos los niveles. Y en tercer lugar la falta de una personalidad que asumiera la riendas del cambio cuando la situación se complicó en los últimos meses de la temporada 2011-12 pues había fuerza y capacidad dentro del club para mantenerlo y sacarlo adelante sin el primer equipo”.
Un final que dejó un regusto amargo a Jaime Paz, que asegura haber vivido “la mayor decepción deportiva de mi vida como entrenador, ya que la dedicación fue muy grande”.

 

4. Más valorado fuera que en A Coruña

La única vez que el equipo jugó en Riazor en Segunda B, ante el Alavés, apenas congregó a 1.000 personas. Para Lobato no se valoraba lo suficiente lo que estaban haciendo, algo que sí hacían en los desplazamientos: “quizá en la propia ciudad no se sentía tanto, pero cuando viajabas con los equipos te dabas cuenta que fuera sí que se conocía y se valoraba lo que estábamos logrando”.

 

5. La llama del Monta no se ha apagado

Poco después de su desaparición, el Montañeros fue absorbido por el Atlético Coruña, que no disponía de equipo sénior y que también se fusionó con el Sporting Universidad. De ahí ha salido el club que compite ahora en Preferente, un Atlético Coruña Montañeros que sueña con emular al antiguo

 

 

Palabras de Fausto Vázquez, presidente: “El Montañeros fue una entidad que nació como una asociación juvenil con el objetivo de hacer excursiones y en el que el primer deporte que se practicó fue el baloncesto. Era impensable llegar a donde llegamos: el primer equipo a Segunda B y los equipos de base a las categorías más altas del fútbol gallego. Es algo irrepetible e imposible de conseguir en la actualidad para un club de fútbol modesto. Cuando empezamos teníamos cinco equipos, pero acabamos implicándonos tanto que le dedicamos una vida entera a ese proyecto. He tenido la suerte de tener a gente muy buena a mi alrededor y no sólo a los de la etapa de Segunda B sino a profesionales como Ángel Vales, Dani Patiño y Alberto Esparís que fueron la base del siguiente proyecto. El club creó un estilo de juego para todas sus categorías. Recuerdo una frase de Mourinho cuando jugamos contra el Castilla en Valdebebas: vestís como el Madrid pero jugáis como el Barça. Llegamos a nuestro tope porque sin un campo propio, que es como una familia sin casa, y sin ayudas institucionales era imposible de sostener”.

 

Palabras de José Ramón, entrenador: “En aquel equipo coincidieron jugadores que tenían mucho talento, se hicieron grandes partidos y es generó mucha ilusión, pero uno no sabe por qué se derrumban las cosas. Éramos un equipo que fue creciendo poco a poco desde abajo pero, de repente, desapareció. Más que con los resultados, me quedo con lo que disfrutó la gente en esa etapa. Simplemente vivíamos y disfrutábamos el momento dándole importancia al juego, pero la directiva intentó reforzar el equipo con algunos fichajes que no salieron del todo bien. Quisimos ser demasiado ambiciosos muy pronto. Había que asentar un poco más al equipo y me dio mucha pena el desenlace. Sigo ilusionado con el fútbol, aprendiendo muchísimo y me gustaría entrenar pero yo entiendo los equipos con proyectos en los que haya ilusión y gente joven. Necesito estar en un proyecto sólido pensando en el juego y el jugador. Para mí no debe haber diferencia entre el Real Madrid y el Montañeros en cuanto a respeto hacia el juego”.

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