Cuando uno tiene el fútbol como pasión y ve que no va a cumplir la utopía de ser jugador, el plan B suele ser intentar entrar en ese mundo de alguna u otra forma. Andrés Becerra (A Coruña, 1997) lo ha logrado como preparador físico, tarea que desarrolla en la actualidad en el Infantil A del Deportivo y que compatibiliza con jugar en el Sporting Coruñés de Segunda Futgal. “Todos los días de mi vida hay fútbol”, explica.
Comenzó a los seis años en el Montañeros, equipo en el que se mantuvo hasta los quince. Era un momento convulso para el club, su entrenador se marchó al Sporting Coruñés y le fichó. “No tenía pensado seguir jugando, pero un día fui a buscar a un amigo que estaba haciendo la pretemporada en A Torre para ir a la playa, me vio Fernando y me convenció”, recuerda.
Desde entonces, y con un par de parones por la pandemia y por incompatibilidad laboral, ha estado en un equipo que también está vinculado a su inicio como preparador físico. “Hice las prácticas en el Sporting Coruñés, el primer año que fui preparador físico, y luego hice un máster online que me recomendó Manuel Pombo, mi tutor del TFG en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte”, explica.
El primer equipo que le contactó fue el Calasanz, donde estaba su amigo Borja Souto. Se hicieron cargo del Juvenil A y B e iniciaba de esa forma una trayectoria con la que no se ha aburrido en los últimos años.
Al terminar esa temporada recibe la llamada de Chollas, que estaba entrenando en el Arzúa. Seguía a la vez en el Juvenil A del Calasanz. “Se hizo largo el año, pero conseguimos el objetivo”, rememora.
Era época de cambios, pues ese verano no siguió Borja en el Calasanz ni tampoco Chollas en el Arzúa, por lo que le tocaba esperar. Fue ahí cuando apareció la llamada para ir al Arteixo de Juan Riveiro, que había sido su profesor en la Escuela de Entrenadores, donde se sacó el UEFA C, B y A.
Durante su etapa en el equipo rojiblanco trabajaba en una clínica de fisioterapia que debió dejar al recibir la llamada del Dépor para volver a trabajar con Souto. Esta temporada, ya desvinculado del Arteixo para centrarse en su labor en Abegondo, le apeteció volver a jugar y se quedó con Deportivo y Sporting Coruñés.
En ocasiones, los entrenadores le preguntan por algún concepto de preparación física y da su visión, pero desde el prisma del jugador. “El objetivo es quedar campeones. Con los resultados que estamos teniendo en casa, la clave es mejorar fuera. Si lo conseguimos... No es lo mismo jugar todo en A Coruña como hacía el equipo el año pasado que en Brexo Lema o Hércules, que es de tierra. Son partidos en los que el local aprieta mucho”.
En los banquillos, pese a tener los títulos para entrenar se queda con su faceta actual en el Deportivo. “Veo con Borja que casi me gusta más la parte de la preparación física, porque por decirlo de una manera, eres el ‘poli bueno’. El entrenador es el que elige a los jugadores, el que gestiona el grupo... Aquí hablas más con los suplentes o los que están lesionados, te centras en cosas más específicas como mejorar a cada jugador”, argumenta.
“Les digo que tienen que estar preparados, porque en cualquier momento puede pasar algo y pueden ser necesarios. Y otro factor en el que les incido es que tienen que estar en una temperatura óptima para que cuando entren no sea un riesgo que se puedan lesionar”, añade sobre esa gestión cercana con los jugadores.
Otro detalle es el futuro. “Veo más accesible llegar al fútbol profesional o de élite como preparador físico sin haber sido jugador, que como entrenador. Si ahora me dices preparador físico del primer equipo del Deportivo no te diría mi sueño, pero prácticamente sí. No vivo y duermo pensando en ello, pero sería lo que más me gustaría. Dedicarme al fútbol profesional como preparador físico y ojalá en el Deportivo, porque si el fútbol es parte de mi vida, el Deportivo es la que le da sentido”, desvela.
Eso no quiere decir que no tenga voz: “Me gusta la faceta de preparador físico porque con Borja, Chollas y Juan he podido opinar a nivel técnico-táctico de todo lo que quería, me he sentido valorado y escuchado, etc.”.
Y además le ayuda tener el título de entrenador. “Es fundamental conocer el juego. Si un lateral va a recorrer muchos méritos a alta intensidad no tiene sentido que no haga tareas de alta intensidad, con cambios de ritmo”, ejemplifica.
“Siempre parto de la base de que cuanto más integrado esté todo, mejor”, comenta sobre su estilo de preparación, reconociendo que depende de como responda el jugador.
Y si se habla con un preparador físico, no se puede dejar sin tocar el tema de las lesiones. “Es lo peor de todo. Cualquiera que esté implicado lo pasa mal cuando sucede, aunque está más que demostrado que es multifactorial y que la parte más importante es los estímulos de la competición en sí”, reconoce Andrés, que a continuación pone un ejemplo real de un error y corrección para evitar que fueran a más.
“Cuando en un equipo en mes y medio hay cuatro lesiones de isquiotibiales, algo se está haciendo mal. Me pasó en el primer año en Arteixo, que las hubo entre septiembre y diciembre. Tanto Juan como yo le dimos una vuelta y quizá era porque los espacios que estábamos utilizando eran demasiado grandes. Los redujimos, hicimos menos trabajo específico de sprint y el equipo empezó a ganar y no se lesionó nadie”, expone.