Es una tarde calurosa de primavera. Cae el sol sobre los pinos de A Zapateira. Las azaleas eclosionan y lo llenan todo de color. La estatua en homenaje a Gary Player, campeón del Masters en 1961, el año que se fundó el Real Club de Golf de La Coruña, recibe a los jugadores en el camino hacia el hoyo 1. En su particular Amen Corner, el puente que cruza el lago del 14 recuerda inevitablemente a los míticos Ben Hogan Bridge y Byron Nelson Bridge que conectan con el green del 12 y el tee del 13 sobre el Rae’s Creek en Augusta National. Por algo a este maravilloso rincón coruñés le apodan el Augusta Nacional.
Todos los guiños al campo más exclusivo del planeta se deben principalmente a Luis Fernando Quiroga y Piñeyro, presidente del club desde 1982 hasta 2006 y fallecido en 2021. Se granjeó tantos amigos, por su amor al golf y el cariño que le puso a la finca, como enemigos por su gestión presidencialista. “Vivía por y para el club, pero tomaba casi todas las decisiones sin preguntar a nadie. Era su jardín”, recuerda un socio. “Fue nuestro gran presidente. Con él se hicieron los lagos y los puentes y mandó plantar las azaleas”, celebra uno de los más veteranos. Un parecido más: el ganador del trofeo anual del club recibe una chaqueta verde, como el campeón del legendario Masters de Augusta que empieza este jueves.
Su sucesor fue Nacho Olavide, máximo mandatario ocho años, hasta 2014. “Quiroga era un hombre que tenía mucho gusto por las plantas y quiso reflejar la belleza natural de Augusta en A Zapateira, salvando las grandísimas diferencias”, explica. “Era un enamorado del mundo del golf y de Augusta, en particular. Fue el que introdujo todas esas similitudes: el famoso puente del hoyo 14 o el del complejo del ‘tee’ en el 9 se hicieron en manifiesta referencia a los puentes de Augusta, los setos de azaleas que aún mantenemos o la estatua de Gary Player”, añade Pepe Ulloa, actual vicepresidente y capitán de campo.
“El puente era, en su momento una idea magnífica, pero se ha quedado un poco estrecho para el paso de los buggys”, matiza Olavide, que detalla la doble función de las azaleas, por su colorido y afectación en el juego: “Son un emblema del campo y una preciosidad, pero para el jugador de golf son incómodas, porque tiene que entrar a buscar esa bola preciada con los desperfectos que pueda tener la planta, como en el final del hoyo 9 o entre el green del 12 y el tee del 18”.
“Ahora tenemos menos flores que en la época de Luis Fernando, pero todavía mantenemos con cariño las azaleas que, por cierto, han florecido justo antes de empezar el Masters, aunque hemos tenido un invierno muy frío”, detalla Ulloa, que gestiona el equipo de doce personas que cuida los detalles a diario: “En la etapa de Olavide [también fue vicepresidente durante su mandato] profesionalizamos todas las áreas del club. Tenemos un responsable del campo, el greenkeeper Isaac García, que lleva dos décadas con nosotros, un mecánico y otros diez trabajadores que se encargan de la siega, el riego... Y desde hace unos años estamos en la Green Section de la Federación Española, que supervisa nuestro trabajo con informes mensuales”.
Las comparaciones son odiosas. El presupuesto total del Real Club de Golf de La Coruña ronda los 2,5 millones de euros anuales, mientras que el Augusta National maneja una partida de 30 millones de dólares por ejercicio. “Los campos de golf necesitan muchísimo dinero para su conservación”, explica Olavide, que durante su período como presidente potenció económicamente el área de mantenimiento. “Me enseñaron que las cosas que están bien hechas no hay que cambiarlas, hay que cuidarlas y mejorarlas”, agrega.
“Yo soy un fanático del mantenimiento, pero como todo es una cuestión de dinero”, coincide Ulloa, que pone un ejemplo muy gráfico: “Aquí las calles se siegan de una pasada y tres veces a la semana. En Augusta se siegan diariamente con tres máquinas a la vez por cada calle. Y en oblicuo para que no quede ni una brizna de más”.
El Augusta National tiene una particularidad que le diferencia de muchos otros campos de leyenda. Es un club de temporada y cierra cada año a partir de mayo, justo después del Masters, y no reabre hasta finales de septiembre o principios de octubre para reducir el desgaste de la hierba, especialmente los rápidos greens de agrostis, durante los meses de calor extremo y húmedo en Georgia. Durante ese lapso se trabaja intensivamente para preparar el campo de cara a la siguiente temporada.
Ya en el invierno y los albores de la primavera se miman todos los detalles para la celebración del Masters: se retrasa o acelera la eclosión de las azaleas con frío o calor para que florezcan justo antes del torneo y se repasan los tramos menos lucidos de las calles con un espray natural para mantener el mismo tono de verde intenso en todo el recorrido.
A Zapateira es, al lado de Augusta, un recinto modesto, pero reconocido en panorama nacional y que atrae a estrellas internacionales del deporte, la música o la moda cuando pasan por A Coruña: “Es la joya atlántica”, celebra Ulloa, que destaca la importancia del drenaje: “Todos los campos del noroeste español tienen el mismo problema: el agua, el barro, la falta de horas de sol... Creo que fuimos pioneros en sacar el agua de la finca. Hay campos de Galicia que son auténticos barrizales. Aquí los buggys circulan prácticamente todo el año”.
“La belleza natural es inigualable. Y en España está muy reconocido. Una anécdota: cuando yo era presidente, en el año 2007, presenté el campo en una votación de la Federación Española y lo eligieron entre los cinco mejores de cien para formar parte del comité asesor. Gente de golf de toda la vida viene aquí expresamente para jugar”, asegura Olavide, que sitúa al recinto de A Zapateira en el top 5 del país. 'A Coruña Corner' es un rincón que merece la pena, hoyo a hoyo, golpe a golpe, pisada a pisada.