“Escoge un trabajo que te guste y nunca tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida”. El filósofo chino Confucio ya teorizaba en el siglo VI a.C. sobre la importancia de la vocación. La realidad en el siglo XXI es que solo unos pocos pueden elegir su profesión. No es el caso de Antón Vázquez Muíños (A Coruña, 1990). Ingeniero de caminos que acabó en el sector del big data, a los 32 años pidió una excedencia para dedicarse al golf profesional. Dejó un trabajo de oficina por su afición desde pequeño. Pasó de estar ocho horas delante de un ordenador analizando datos a pegar bolas todo el día en el Real Club de Golf. Abandonó la seguridad de un buen sueldo por la incertidumbre del deporte de élite. “Mis ingresos pasaron a ser nulos y ahora se basan en lo bien que juegue al golf. Es como tirarse a una piscina con muy poca agua”, reconoce.
“La inmensa mayoría de gente me dijo ‘Ole tus huevos’. Los únicos que me dijeron ‘¿Dónde vas? Con lo bien que vives’ fueron mis padres, José Antonio y Malén. Luego lo asumieron y ahora me apoyan como los que más e incluso me acompañan en varios torneos”, se sincera Antón, que habla con calma y pasión en una mañana de invierno gris en A Zapateira. Amenaza lluvia, pero no hace frío. Se entrena con el driver en el campo de prácticas. Nos recibe con una sonrisa y busca el mejor lugar para las fotos. Elige el green del hoyo 16, flanqueado por tres búnkeres y un lago que cruza un puente de piedra. El rincón recuerda inevitablemente al icónico Ben Hogan’s Bridge del hoyo 12 en el Augusta National.
El coruñés se juega tres bolas desde la arena con el sand wedge. Cada una se queda más cerca del agujero que la otra. Luego prueba con el putter y emboca la primera. Está en ritmo y se dice listo para su segunda temporada como profesional. El miércoles inicia en Egipto el Alps Tour, circuito europeo de tercera división, satélite del DP World Tour, el sueño de cualquier golfista, el objetivo de Antón, que primero se fija una meta más accesible: ascender en un plazo de dos años al Challenge Tour. Si no, posiblemente volvería a la oficina y solo sacaría los palos para jugar torneos sociales y del circuito amateur.
A la segunda categoría acaba de caer Santiago Tarrío, también coruñés, de Rois, y también del 90, como Vázquez Muíños. Compañero y rival desde los nueve años en categorías inferiores, en el equipo autonómico y en el campo semiprofesional, ahora es un buen amigo y fue una de las personas clave en la importante decisión vital de Antón. “Es el mejor gallego en la historia del golf, el único que jugó el European con la tarjeta completa [fue top-100 mundial entre 2021 y 2022]. Después de varias conversaciones con él, de darle muchas vueltas y con el apoyo fundamental de Lucía [su pareja] me dije: Si no lo hago ahora, no lo hago nunca”, recuerda el golfista de 34 años, que dio el paso en septiembre de 2023, aunque en su cabeza ya rumiaba la idea desde hace seis años.
“Tenía ese runrún en la cabeza desde el Campeonato de España absoluto amateur que se jugó aquí en 2019. Quedé cuarto entre los 120 mejores amateurs españoles”, rememora el coruñés, que el último día del torneo compartió partido con David Puig, entonces una promesa del golf nacional, hoy el segundo mejor profesional de nuestro país por ranking, integrante de los Fireballs de Sergio García en el LIV y olímpico el pasado verano en París. Después de la pandemia, Vázquez Muíños afianzó sus resultados: fue 11º, 5º y 3º en tres ediciones seguidas del Campeonato de España mid amateur, para mayores de 25 años. Los buenos puestos sin casi entrenar y su margen de mejora motivaron el paso definitivo hacia el profesionalismo.
“Me picó el gusanillo pensar que si me ponía en serio podía sacar mejores resultados. Lo que me engancha del golf es que es un deporte imposible de controlar o dominar. Aunque seas el número uno del mundo nunca vas a estar del todo conforme con tu juego. Todos los que estamos metidos en este mundo tenemos nuestro toque de locura y ambición”, arguye Antón, que busca la excelencia como cualquier súper profesional del PGA, el LIV o el DP. “Es verdad que estoy en desventaja por las horas acumuladas de entrenamiento, pero juego con tranquilidad a nivel mental. Si esto no funciona tengo otra salida en la vida”, confía.
El herculino está en paz consigo mismo pese a lo arriesgado de su apuesta. Jugar como profesional le cuesta unos 20.000 euros al año (1.000 por torneo: inscripción, viajes, hoteles…) y el retorno económico no está garantizado. En el Alps las bolsas de premios oscilan entre 40.000 y 45.000 euros. “No es un circuito sostenible”, asume Vázquez Muíños, que en 2024 se embolsó 15.654 euros en premios (3.096€ en la tercera división europea, el resto en el PGA de España). Las cuentas no salen. “Seguiré hasta que aguante económicamente y mientras tenga ganas”, matiza el golfista, que para la inversión inicial contó con el mecenazgo de un excompañero de trabajo, Joaquín: “Le flipó el cambio que había dado mi vida”.
Joaquín, Santi y Lucía fueron algunos de sus apoyos. Antón tiene además su equipo de confianza pese a que el golf es un deporte individual. Cuando eligió dar el salto al campo profesional recurrió al también coruñés Borja Nieto, su entrenador de swing, que ya conocía de su etapa formativa en los equipos gallegos. “Me conoce desde que empecé a jugar y somos amigos. Vive en Mallorca y me corrige mucho por vídeo, pero de vez en cuando voy a su casa para pulir detalles”, abunda. En su grupo cuenta además con el preparador físico Daniel Campanero, que también trabaja con Tarrío, el fisioterapeuta Rubén Barreiro, del RC Deportivo, y el psicólogo deportivo Jaime Herrera. “Aunque la parte mental es uno de mis puntos fuertes, Borja y yo pensamos que con ayuda podía hacer de ello una verdadera fortaleza para diferenciarme”.
El coruñés, que en sus años de amateur fue más de jugar que de ver golf por televisión, se queda con dos nombres propios: “Siempre me encantó Miguel Ángel Jiménez. Puede que tenga una imagen de vividor, pero nadie llega donde llegó sin su capacidad de trabajo ni muchas horas de entrenamiento. De Santi Tarrío es increíble su juego corto y cómo le pega a los hierros”. Con su amigo y rival generacional comparte la destreza alrededor del green, su mayor virtud en un campo de golf: “Hace unos meses empecé con una aplicación que divide y estudia mi juego por áreas y las estadísticas corroboraron lo que ya suponía”, asiente.
Antón Vázquez Muíños ya no extrae información del big data para una empresa. Utiliza la inteligencia de datos para mejorar desde el tee al green y con el putter. El miércoles inicia su segundo curso como profesional en Egipto. Será la primera de las 20 semanas que pasará lejos de casa durante el año. “No lo veo como un sacrificio, es un privilegio”, zanja el coruñés, que se despide con una sonrisa y una ilusión. “Mi idea es pelear por una victoria”.
Adarraga y Mateo completan el trío ‘koruño’ del Alps Tour |
Antón Vázquez Muíños no estará solo durante la temporada del Alps Tour. Otros dos coruñeses persiguen sus sueños en el circuito europeo de tercera categoría: el veterano José Luis Adarraga (41 años), un asiduo desde que pasó a profesionales y que en noviembre se ganó la tarjeta completa con su triunfo en la escuela de clasificación en Roma, y el novato Ignacio Mateo (23), que estudia en la Universidad de Exeter (Reino Unido), el año pasado disputó el prestigioso British Amateur y el pasado verano decidió dar el salto, también a través de la escuela. Socios del Real Club de Golf de La Coruña, forman parte de la ‘armada’ española de 26 golfistas que disputarán el primer torneo del Alps Tour: del miércoles 19 al viernes 21 en Suez (Egipto). Se quedarán otras dos semanas en el país africano para disputar tres citas más del circuito. La tercera categoría del golf europeo cuenta con 18 eventos confirmados, pero todavía podría anunciar nuevas fechas. Los cinco mejores en la Orden de Mérito (clasificación anual) ganarán la tarjeta completa para participar en el Challenge Tour en 2026, el sueño de los tres coruñeses. |