Francisco Torres Merín es Tombita, un chaval argentino de 18 años que dejó su país por un sueño: ser jugador profesional de hockey patines. El último hombre en la rotación de Juan Copa, habitual descarte desde la llegada de Pol Manrubia, entró en la convocatoria precisamente por la baja del benfiquista cedido en el Liceo. Y se erigió en el protagonista indiscutible del equipo coruñés con dos goles que rascaron un empate en el pabellón Da Luz.

Tombita –así le apodan por su tío del que lo aprendió todo, Leonardo Tomba, exjugador en Portugal, Italia y el Vigo Stick– saltó al parqué lisboeta con 2-0 favorable al Benfica y algo menos de 15 minutos para la bocina. En su primera intervención anotó el 2-1: zigzagueó ante un rival y definió de cuchara por encima de Pedro Henriques, que protestó la acción porque Arnau Canal se entrometió entre el rematador y el portero.

El gol, que quizá no debió subir al marcador y no fue la única decisión polémica del duo arbitral italiano, dio alas a un Liceo que parecía ya batido y al héroe inesperado de la noche. Solo un minuto después, Tombita remató en el segundo palo una asistencia de Canal para firmar el empate. Un doblete en un pispás. No se pueden aprovechar mejor las oportunidades.

Cambio de paisaje

El 2-2 cambió completamente el signo de un encuentro que tuvo dos fases claras: 15 minutos iniciales sin un dominador claro, poco riesgo y menos llegadas y otra historia a partir del 1-0 del Benfica. Abrió la lata Pablo Álvarez, el argentino que dejó San Juan a los 18 años para convertirse en profesional con el Liceo –como Tombita–, pero que desde que se marchó al Barça se ha transformado en el habitual azote de los verdiblancos.
 

Pablito transformó la falta directa ante su compatriota Mati Bridge, los dos campeones del mundo en los World Skate Games del pasado año. Mati ocupó momentáneamente la portería coruñesa tras la tarjeta azul para Martí Serra por un derribo sobre otro exliceísta, argentino y campeón mundial, Lucas Ordóñez.

Solo tres minutos después, Carlos Nicolía firmó el 2-0 para las ‘Águias’ con un potente disparo que pegó en el poste antes de entrar en el arco que ya defendía Serra. La diferencia en el marcador y el hockey control del Benfica apagó las luces del Liceo hasta que irrumpió Tombita, el héroe inesperado.

Última bala en Riazor

Con el 2-2 el encuentro tornó en un peligroso ida y vuelta. Juan Copa arriesgó con cinco jugadores de pista en los minutos finales sabedor de que el empate valía lo mismo que la derrota, pero el luminoso no se movió más. La clasificación para la Final a ocho se jugará en Riazor contra el Oliveirense, que anoche ganó al Calafell y es segundo en el grupo A con un punto de ventaja. El 13 de abril solo vale la victoria. El Liceo está donde quería.