La fiesta del Leyma Básquet Coruña en el Palacio de Riazor no fue completa. Faltaban 4:31 en el reloj para el final del tercer cuarto cuando Olle Lundqvist extendió el brazo izquierdo en una defensa y su maltrecho hombro volvió a salirse del sitio.
"Es lo de siempre", admitió con resignación el técnico Diego Epifanio durante la rueda de prensa posterior a la victoria contra Castelló. El escolta sueco es la gran incógnita para la decisiva visita a Melilla, el partido por el título de la LEB Oro, el que abriría las puertas de la ACB, el viernes a las 21 horas.
"Olle es supermán y los médicos están haciendo un grandísimo trabajo, pero no sé lo que va a pasar, si va a jugar o no", añadió Epi, que aprovechó para agradecer públicamente el sacrificio de Lundqvist, que pese a la lesión de hombro sólo se ha perdido cuatro partidos esta temporada, el último en la visita a Alicante, que acabó con derrota.
"Creo que otro profesional no hubiese hecho lo que está haciendo Olle por este club. Lo está dando todo, no sé ya las veces que se le ha salido [el hombro] y el dolor que le causa. Otro jugador en su situación, durante tantas jornadas, no haría lo que está haciendo él. Se merece todo lo bueno que le pase en la vida. Hay que reconocérselo", insistió el técnico.
La sinceridad de Epifanio deja entrever una situación más habitual de lo que parece en el deporte de élite. Lundqvist lleva meses entre algodones: con dolor en el hombro, protecciones y cuidados constantes a cargo del doctor Carlos Lariño y los fisioterapeutas, Eduardo Seoane y Bruno Camblor, los mismos que el domingo saltaron como un resorte del banquillo para asistirle.
Pese a los problemas físicos, el internacional sueco es el cuarto máximo anotador del equipo (10.1 puntos por partido) y uno de los más efectivos en la plantilla (60.5% de acierto en tiros de dos, sólo superado por dos pívots, Atou Diagne y Álex Galán). Además aporta 3.1 rebotes (uno ofensivo), 1.5 asistencias y 0.9 robos por encuentro.
Más allá de los números, es un jugador total, que aporta energía en los dos lados de la pista y no rehúye al contacto, quizá por ahí vienen los problemas con su hombro. Lundqvist tiene un punto contracultural. En la era del triple, uno de sus fuertes es la capacidad que tiene para atacar el aro y finalizar con las dos manos.
Dice Epi que "nunca pierde la sonrisa ni la alegría", otro valor positivo del '9', un hombre de equipo, de los que hace grupo. Juegue o no, en Melilla estará al lado de sus compañeros. Y cuando termine la temporada al fin podrá poner el hombro en su sitio: "Seguro que se operará y volverá a hacer muy feliz al vestuario", desea el técnico.