Sergio Olmos (Elda, 21 de septiembre de 1986) fue el coMVP de la primera temporada inolvidable del Básquet Coruña. El pívot alicantino, retirado desde 2020, se ha establecido recientemente en nuestra ciudad junto con su mujer, la coruñesa Claudia Calvelo (multimedallista con selecciones españolas de base; dejó el baloncesto el año pasado). Alejado por completo de su deporte, trabaja como estadístico en una farmacéutica.
Empezasteis fatal. ¿La recuperación fue algo natural, o hubo que replantearse algunas cosas?
Fue muy frustrante porque no jugábamos mal, sobre todo las primeras partes, pero había un momento en que nos rompíamos. Había muchas piezas nuevas, algunas muy jóvenes, pero cuando empezaron a cuajar, empezamos a remontar. Fue muy orgánico; seguimos trabajando igual, aunque algo más duro para mantener la concentración todo el partido. Hubo alguna discusión en algún entrenamiento, pero básicamente porque los veteranos queríamos que todos estuviésemos concentrados al máximo.
“Los entrenamientos eran muy competidos. Yo venía de Burgos, donde teníamos fama de bastante duros. De hecho, unos de los objetivos que teníamos era que los rivales, en la rueda de prensa, se quejasen de que íbamos al límite del reglamento”, recuerda entre risas.
En febrero llegó Dago Peña. ¿Era la pieza que faltaba?
Cambió bastante la cosa. Nos dio puntos y muchas cosas más. Fue un factor importante en la mejoría.
Sin embargo, los mejor valorados de la plantilla fuisteis Burjanadze y tú.
Que me saliera una temporada así de buena fue en parte por tener a Beqa al lado. Pocas temporadas he jugado con alguien que hiciera que el cuatro rival no pudiese ayudar demasiado al poste bajo.
Encajé muy bien aquí, tanto en el club como en el equipo y en la ciudad
La inercia positiva se mantuvo hasta el final de la regular.
El objetivo era entrar en playoffs, aunque lo decíamos con la boca pequeña. No tuvimos ninguna duda, ni al empezar mal; fue “vamos a jugar”. Confiábamos en el talento y las habilidades de cada uno de nosotros. Por eso hicimos un baloncesto alegre.
Y llegó el Breogán.
Fue una serie muy caliente. A mí me encantó. También porque ganamos (risas). Fue muy competida, y lo que más de gusta del baloncesto es competir. Íbamos todos con la mentalidad de que si hacíamos nuestro juego, podíamos ganar. Y así fue.
En este punto, interviene Claudia para contar que “Sergio es el jugador más abucheado en Lugo”. Y Sergio no lo niega: “No me quieren mucho” (risas).
El objetivo eran los playoffs, aunque lo decíamos con la boca pequeña
En semifinales, pinchazo en el peor momento. ¿Qué paso en el cuarto partido?
Los cuartos partidos siempre son complicados, más para el que el puede sentenciar, ya que la presión de irte a casa es mucho mayor. Y ese día no nos salió nada bien.
¿Pensasteis a posteriori que podíais haber ganado en la final al Huesca?
Todos pensamos que habría sido una de las finales más asequibles posible. Si hubiésemos llegado, quién sabe... Aunque entonces seguía el canon y no creo que se pudiese ascender a la ACB.
Ocho años después, sí se pudo. ¿Cómo lo viviste?
No pudimos verlo porque estábamos en la boda de Larry Abia. Ya estábamos muy contentos antes del ascenso (risas), pero luego mucho más. Estoy muy alegre por el club y por la afición. Estuve tres años en el equipo y le tengo un cariño muy especial. Encajé muy bien aquí, tanto en el club como en el equipo y en la ciudad. Es un vínculo muy fuerte. De hecho, ya nos hemos abonado. Siempre me alegraré de que le vaya bien al club, y este es un logro muy importante. Y muy difícil, ya que tiene que salir todo muy bien. Y eso no pasa siempre, incluso haciendo igualmente una muy buena temporada, como había sido la anterior.
¿Es de ley pensar que sientes, como todos los que han pasado por el club, que un trocito del ascenso es tuyo?
Sí. Muy humildemente, eso sí. Me gustar pensar que los años que estuve aquí cambiaron un poco del ADN del club. Hubo una comunión muy auténtica entre la plantilla y la afición. Yo me sentí parte del Palacio de los Deportes.