UnMónica Castelo (Oleiros, 1987) está de vuelta. O es que nunca se había ido. La exjugadora del CRAT A Coruña, bicampeona de División de Honor en 2015 y 2019, reaparecerá hoy como titular en un partido oficial con la selección española de rugby XV dos años después de su último título internacional, el Europeo 2022.
Agotada mentalmente por el duro y cruel clasificatorio para el Mundial 2021, una grave lesión de rodilla forzó su retirada de las Leonas en febrero de 2023, pero Mona no se quería despedir sin jugar. Tras un año en el dique seco, en marzo volvió a vestirse de corto con su actual equipo, el Stade Rennais de la primera división francesa.
Hace unas semanas recibió la llamada del equipo nacional para jugar dos encuentros de preparación ante Canadá y cerrará el círculo en Cardiff: España se mide a Gales (18.35 horas) por un billete en la segunda división del Womens XV –nuevo torneo de selecciones de World Rugby– y, sobre todo, para el Mundial 2025.
“Si ganamos no me lo pierdo”, avisa la oleirense, que todavía no olvida la derrota en el clasificatorio para Nueva Zelanda 2021. “Fue un proceso muy largo. Estuvimos preparándonos durante un año para un partido que nunca se jugaba. Desayunábamos, comíamos y cenábamos pensando en Irlanda. Estaba agotada”, rememora.
“Cuando perdimos dije que no volvería a la selección. Necesitaba una pausa y encontrarme otra vez conmigo misma. Pasaron unos meses y el entonces seleccionador, José Antonio Barrio ‘Yunque’ me llamó. Mi idea era no continuar, pero...”, recuerda Castelo, que volvió para disputar el Europeo 2022 y una gira por Sudáfrica.
Superado el golpe moral de aquel clasificatorio en Parma (Italia), la exjugadora del CRAT se llevó un segundo impacto, esta vez físico: sufrió una rotura en el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda. Volvió a Coruña para operarse, pero a los 35 años su futuro era una incógnita.
“Me operaron de los dos meniscos y los ligamentos anterior y posterior. Tenía la rodilla hecha un cristo”, resume Mona, que llegó a pensar en colgar las botas durante doce meses de recuperación: “Fue un año muy duro. Seguía entrenando y pensaba: ‘¿Por qué estoy haciendo esto si no voy a jugar? Pero no quería dejarlo con una lesión”.
Mónica aceptó en 2021 la propuesta del Stade Rennais, hizo las maletas y se marchó a la Bretaña francesa para compaginar la primera división con su trabajo en un colegio. “En el club me han puesto casa y tenemos primas por partido. Son buenas condiciones, pero no para dedicarme en exclusiva. Trabajo a 29 horas como asistente de educación, una figura que no hay en España. Hago de enlace entre la jefa de estudios y los alumnos”, relata.
Las diferencias entre el rugby femenino francés y español son evidentes: “Las jugadoras más jóvenes son muy buenas técnicamente y llegan más formadas y en el primer equipo tenemos un ‘staff’ mucho más grande: tres entrenadores, analistas de vídeo, fisios, osteopatas... En los clubes más grandes, ligados a un equipo masculino, ya viven más cerca del profesionalismo”, detalla.
La adaptación a la vida de Rennes, una ciudad algo más pequeña que A Coruña en población, y a la geografía y el clima atlántico de la Bretaña no fueron un problema para la segunda línea de la selección española. “Estoy como en casa, pero hablando en francés”, ríe Mona, graduada en Magisterio por la UDC y que debate si presentarse a las oposiciones en España o en el país vecino.
Castelo no se muestra excesivamente preocupada por el auge de la extrema derecha en Francia: “Creo que la sociedad va a reaccionar para que las elecciones generales [30 de junio y 7 de julio] sean un reflejo de lo que de verdad quiere”, vaticina la oleirense, que se encontró una comunidad menos progresista de lo que se imaginaba: “Es menos abierta y más conservadora, incluso entre la juventud y en ambientes de izquierdas”.
¿Una retirada en el CRAT? |
Mona pasó una larga temporada en A Coruña durante su lesión, echando una mano a Helen Roca en la dirección deportiva del CRAT. “Sigo en el grupo de whatsapp de las jugadoras”, desvela la oleirense, que valora la última temporada del equipo coruñés, subcampeón de la Liga Iberdrola, la Copa RFER y la Copa de la Reina. “Viendo de donde partíamos, el año ha sido excepcional. El núcleo es casi el mismo y hemos llegado a dos finales. No me lo esperaba”, celebra Castelo, que todavía habla en plural de su exequipo y no descarta una retirada en negro y azul. “Es mi club y lo va a ser toda la vida”, clama con orgullo. Otro motivo de peso: “La comida de mi madre es lo que más echo de menos: calamares, callos, caldo gallego... Soy de buen comer”, ríe. |