Gaizka Maiza (Ibarra, 14 de junio de 1996) estuvo en el Básquet Coruña dos temporadas marcadas fuertemente por la pandemia. La primera de ellas, la única de la historia de Oro que no llegó a completarse. Base sólido, de los que casi no quedan, el guipuzcoano sigue en activo. Esta campaña jugará en el Ciudad de Huelva, de Segunda FEB.
¿Qué recuerdas de aquella temporada antes de que se parase?
Para mí fue complicada, porque era la primera vez que salía de casa. Estar lejos de la familia me afectó un poco. Teníamos un grupo de trabajo muy bueno, fuimos progresando y acabamos arriba. De no haberse parado, creo que podríamos haber luchado por el primer puesto.
El primer tramo fue, por decirlo de alguna forma, accidentado. Dos derrotas seguidas, lesión de Di Nunno y ostracismo de Bulic. Sin embargo, cogisteis carrerilla pronto. ¿Tan bien se acoplaron los fichajes sobre la marcha?
El club sabía que Di Nunno llegaba tocado del tobillo. Vino Augustas, que es un tío de diez, se integró muy rápido y nos ayudó mucho; necesitábamos un base con experiencia porque yo no la tenía en aquel momento.
¿En qué momento fuisteis conscientes de que la Covid-19 podía acabar con la temporada antes de tiempo?
Ya sabes cómo es esto, que alguien conoce a alguien que conoce a alguien en la Federación y le dijo que tal y cual... Creo que nos vino un poco de botepronto. Como que la pandemia seguía adelante pero la FEB se esforzaba para intentar no parar la liga. Hasta que se vio ahogada y tuvo que pararla. Pasamos 42 ó 43 días encerrados en casa. En este tiempo el club se portó genial; nos hizo un seguimiento de la preparación física, nos trajo bicicletas estáticas a casa y a los americanos no les dejó ir a casa por los problemas para volar y la posibilidad de no poder volver. No sé si fue por un tema de fe en que pudiese reanudarse la liga o si fue por la posición en que estábamos. Entiendo a los clubes de media tabla que sabían que no iban estar ni arriba ni abajo, que mandasen a los jugadores a casa porque así se ahorraron un dinero.
Pasamos 42 ó 43 días encerrados en casa, pero el club se portó genial
¿Cómo te sentó el confinamiento doméstico?
En general fue un shock, por el deporte y por los muertos, ingresados, hospitales desbordados... Yo, que ya echaba de menos a la familia desde el principio, imagínate... Hice lo que podía: ver series, estudiar, bajaba al garaje para hacer ejercicio... Y no iba al supermercado todos los días, como hacía mucha gente por salir de casa, porque teníamos que andar con mucho cuidado por si se reanudaba la liga y te pillaba con Covid. Acabé pidiéndole al club que me dejase ir a casa. Al principio me dijo que no, por los americanos. Luego, la FEB dice que en tres semanas decidiría sobre si iba a seguir la liga y el club accede a hacerme un justificante de trabajo. Me acuerdo que me paró la Guardia Civil en Ribadeo (risas). No hubo ningún problema. Poco después me hicieron volver, porque pensaban que podría reanudarse la liga, y empezamos a entrenarnos en grupos muy reducidos. Pero al acabo de una semana se dijo que la liga no iba a seguir.
¿Hubo intranquilidad en el vestuario por el temor a contagiarse? ¿Se tomó alguna precaución especial a nivel interno?
No recuerdo que nos presionasen con el tema, pero sí que empezamos a ir a entrenar con mascarilla. Me acuerdo de pasar aquellas Navidades en casa y estar con mis amigos yo con mascarilla y ellos sin ella. Los jugadores no nos queríamos contagiar, porque una cosa es que te lesiones y otra muy distinta que te contagies por no usar mascarilla y todo eso. Fui bastante cauto en esto. Que yo sepa, nunca llegué a contagiarme.
El club me dejó ir a casa y me paró la Guardia Civil en Ribadeo
¿Seguiste las evoluciones del Leyma el curso pasado?
Sí, sí. También lo sigo en redes sociales, cuando vienen aquí [San Sebastián] los he ido a ver y sigo teniendo relación varios jugadores.
¿Sentiste algo especial cuando se confirmó el ascenso?
Claro. Una alegría tremenda. Creo que el club ha ido haciendo las cosas mejor y dando pasos adelante. Sin prisa por llegar a la ACB. Se ha hecho un trabajo enorme, y mira ahora donde están.
¿Tenéis todos los jugadores que han pasado por el club derecho a reclamar un pedacito de ese éxito?
Se agradece que pienses eso (ríe). No sé cómo estaba el club antes de llegar yo; sé que la directiva lo ha llevado muy bien, sin precipitarse, sin hacer locuras. Durante la pandemia hicieron un esfuerzo económico con nosotros y eso se agradece.