Con el Coliseum confirmado al 99.9% como hogar del debut en ACB, al Basquet Coruña le queda la parte burocrática del ascenso: abonar los 488.000 euros, en concepto de valor de participación, y superar la auditoría obligatoria que efectúa la propia Asociación de Clubes de Baloncesto.
Una cuestión, la primera de ellas, que ha sembrado la historia ascensos frustrados.
El primero del que se tiene constancia data de 1993, 10 años después de que la Liga Nacional se convirtiese en ACB. Y fue doble: el Cornellá y el Guadalajara, equipo vinculado al Real Madrid y que en la temporada 92/93 compartió grupo de Primera División con el Basketmar coruñés.
Tras superar (3-1) al Caja Bilbao en la serie por el ascenso, el Guadalajara se topó con unas inasumibles exigencias de la ACB: pabellón con al menos 5.000 asientos y un pago de 460 millones de pesetas (cerca de 2,8 millones de euros). Diecinueve años después, el dinero fue la causa de la desaparición de la entidad.
En la final de aquellos playoffs se midió al Cornellá. Los motivos de la renuncia del club catalán fueron los mismos que los del Guadalajara.
Esas condiciones abusivas, adaptadas al paso de los años, se mantuvieron demasiado tiempo. Concretamente hasta 2017, cuando la ACB decidió bajarse de la burra en lo económico: pago único de 488.000 euros, después que el tristemente famoso binomio canon-fondo de regulación de ascensos y descensos llegase a un máximo de 4,7 millones –más IVA– en 2016.
Un canon que resultó letal para un montón de clubes. Entre 2011 y 2016, solamente tres de los 10 ascendidos de LEB Oro acabarían pisando la ACB: Obradoiro, Murcia y Andorra. Este último fue el único que pagó, ya que los otros dos se libraron gracias a haber pertenecido antes a la máxima categoría, con lo que sólo debieron abonar la cuota correspondiente al fondo de regulación de ascensos y descensos, unos 1,5 millones de euros.
Entre las campañas 12/13 y 15/16, sólo cuajó un ascenso. En la primera de ellas, los damnificados fueron el Burgos y el Alicante, que un año antes había dejado la ACB, tras acabar octavo, por motivos económicos.
Ascenso diferido
En la 13/14, Burgos volvió a quedarse con la miel en los labios, mientras que el Andorra se convertía en la única entidad que, entre 2008 y 2016, pagaba el binomio. En la 14/15, nueva frustración del Burgos. Y caso peculiar el del Ourense, que aunque tenía el canon pagado por haber estado recientemenente en la máxima categoría, no pasó la auditoría. Ambas partes acabarían firmando un extraño acuerdo: el club aceptó hacer efectivo el ascenso en la 16/17. Pero a la hora de la verdad no encontró los apoyos necesarios. El primer –y hasta la fecha único– ascenso diferido, nacía torcido.
En la 15/16, nuevo doblete de frustrados, Palencia y Melilla. Y movimiento por arriba. Las plazas ACB fueron ofrecidas a los dos descendidos, el Estudiantes y el Gipuzkoa. Este último renunció y la ACB 16/17 contó con sólo 17 equipos, por cual únicamente acabaría descendiendo uno, el Manresa.
De Oro dieron el salto el Gipuzkoa y el nuevo club burgalés, el Miraflores. Mientras, su antecesor, el Tizona, ganaba la batalla legal que llevó a rebajar drásticamente las condiciones de ingreso en la ACB, sancionada por el Tribunal Supremo, en junio de 2023, con 200.000 euros por “conducta anticompetitiva al establecer unas condiciones económicas desproporcionadas y discriminatorias”. Un año antes, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) había eliminado el canon.
Una batalla que ha conseguido que desde el curso 17/18 hasta la actualidad ningún club haya tenido que renunciar en los despachos a un ascenso conquistado en el parquet. Ojalá que el Basquet Coruña pueda mantener el pleno.
De los equipos que quedan en liza en los playoffs de la LEB Oro 23/24, Estudiantes, Real Betis, Gipuzkoa y Miraflores Burgos han estado antes en la máxima categoría, además todos ellos recientemente, mientras que Força Lleida –club nacido en 2012, nada que ver con el Lleida Bàsquet que jugó cuatro años (2001-2005) en la ACB– y Tizona buscan pisarla por primera vez.