Elena Roca Moro (A Coruña, 1976) es una figura imprescindible en la historia del CRAT y del rugby femenino español. En agosto se cumplieron diez años de su último partido, en el Mundial de 2014 y contra Sudáfrica. Licenciada en INEF, desde entonces ocupa el cargo de técnica de Deportes en el Concello de Mesía. Helen cogió su primer oval a finales de los años 90, cuando ya estudiaba en Bastiagueiro (Oleiros). Fue una de las fundadoras del Universidad, el primer equipo femenino de la ciudad que alcanzó la máxima categoría, y es la primera gallega internacional con la selección española. Nunca es tarde si la dicha es buena.
Es el caso de la coruñesa, una pionera: 45 caps con las Leonas, campeona de Europa y tres veces mundialista, en Barcelona 2002, Canadá 2006 y París 2014. Con el CRAT se quedó a las puertas del primer título en División de Honor, finalista en 2014, un éxito que sí celebró en el banquillo y en la dirección técnica. Helen sigue en el club como vicepresidenta, pero ahora tiene otras prioridades: el tiempo libre es para sus dos hijos, Leo (4 años) y Luca (2)
Diez años desde su retirada, ¿le costó dar el paso?
Lloré como una magdalena. Fue un año de muchas emociones porque sabía que eran los últimos partidos, pero lo disfruté mucho porque las veteranas atajamos mucho en el campo, sabemos cosas que las más jóvenes todavía no. Mi retirada definitiva fue con la selección española en el Mundial de París, contra Sudáfrica y delante de toda mi familia. Me lo pasé pipa.
¿Sigue viendo cada partido como si fuese una jugadora?
Dicen que una jugadora de rugby nunca deja de serlo, pero supongo que es algo que le ocurre a todos los deportistas. Me pasó sobre todo en mi etapa como entrenadora, que quería transmitir todo eso que había vivido en el campo y me frustraba ver que algunas jugadoras no tenían la misma pasión que yo. Entonces era muy emocional, ahora soy más tranquila.
¿Qué es lo que más echa de menos del rugby?
El contacto. Aunque el primer año desde mi retirada seguía vinculada como entrenadora, no es lo mismo. Perdí ese día a día con mis compañeras, en el campo, las botas llenas de barro…
¿Diría que podría haber alargado su carrera?
Sí, pero no necesitaba más. Me retiré con 38. ¿No crees que la alargué lo suficiente (risas)?
¿Por qué lo dejó?
Porque quería dar un paso más en mi vida personal. Yo quería ser mamá y en aquella época nadie podía pensar en tener hijos y seguir haciendo deporte a nivel profesional. Hoy hay algún ejemplo, como en la selección de rugby de Nueva Zelanda o en el Barça de fútbol femenino, pero son casos aislados y sigue siendo un hándicap. Salvo que tengas un espónsor fuerte detrás ni te lo planteas. Es algo que en el deporte masculino no se contempla. Es una carga adquirida por las mujeres debido a la educación que hemos tenido.
¿Cómo preparó su transición al mundo laboral?
Empecé a jugar al rugby mientras estudiaba INEF en Bastiagueiro y cuando me retiré ya tenía la plaza interina de técnica de Deportes en el Concello de Mesía, así que no tuve que preparar nada. En el rugby femenino todas las jugadoras estudiamos o trabajamos, hay que buscarse las castañas fuera del campo.
¿Qué abarca su puesto como técnica de Deportes en el Concello de Mesía?
Estoy dentro de la concejalía de Deportes y mi trabajo es organizar y planificar todo lo que respecta al deporte municipal, tanto las escuelas deportivas como los eventos que promocionamos en Mesía, además de gestionar y controlar el material, el estado de las instalaciones, los gastos que conlleva…
¿Aplica en su profesión algún aprendizaje de sus 20 años como rugbier?
En los campamentos multideporte siempre hacemos una estación de rugby. Me lo piden desde hace años, llevo las protecciones y a los chavales les encanta rebozarse por el campo. Y cuando no es rugby me dedico a promocionar otras disciplinas menos comunes o que estén peor vistas. Cualquiera menos fútbol.
¿Y los famosos valores del rugby?
Todo lo que he aprendido en el deporte lo aplicó en mi día a día: compañerismo, sacrificio, humildad… El rugby te enseña muchos valores positivos para la vida.
Le llaman para dar charlas sobre la mujer en el deporte.
Sí. La visibilidad de la mujer en el deporte es importante. Me gusta contar mis vivencias en un deporte tan masculinizado. La gente se extraña porque no saben que al rugby pueden jugar todas las mujeres, tengan el cuerpo que tengan.
¿Se pone nerviosa al hablar en público?
Evidentemente me pongo nerviosa cada vez que voy a dar una charla porque es una responsabilidad, pero nunca tanto como antes de empezar un partido. Y esos nervios me compensan al poder transmitir experiencias que poca gente ha vivido.
¿Le cuesta mantener la forma física desde que dejó el deporte competitivo?
Con dos niños me cuesta encontrar tiempo para mí, pero dos veces a la semana me escapo al gimnasio para hacer entrenamientos de fuerza. El resto de mi ejercicio se basa en acompañar a los nenes al parque, cargar con sus bicicletas, hacer senderismo con ellos los fines de semana…
¿Echa de menos la visibilidad que le daba jugar con la selección española?
No es que fuera yo muy orgullosa por salir en los periódicos, aunque todavía guardo mis recortes (risas). Si el CRAT y el equipo femenino siguen saliendo en los medios de comunicación, ya me doy por satisfecha. Una cosa que sí que echo de menos es que ahora mismo no haya jugadoras del club convocadas con la selección española que nos puedan dar minutos en la radio o letras en el periódico. Están jugando ahora mismo la clasificación para el Mundial y parece que nadie conoce este aspecto.