El Liceo despidió la fase de grupos de la Liga de Campeones con una victoria y un festival de goles frente al Trissino (7-6, siete tantos y siete autores diferentes, solo se quedó sin marcar Jacobo Copa) y se cita en cuartos de final con el Barcelos, que acabó primero en el grupo de la muerte. La ida será el 27 de marzo en el Palacio de los Deprotes de Riazor, la vuelta, el 3 de abril en el infierno portugués. Las otras eliminatorias serán Noia-Trissino, Benfica-Reus y Porto-Oliveirense.
El Liceo no se jugaba nada y el Trissino, como dijo su entrenador en la previa, le interesaba hacerlo mirando para el otro grupo y especulando en función de sus resultados. Así que fueron los de casa los que se pusieron a jugar al hockey, con su capitán Dava Torres como guía de las operaciones, gustándose. Tuvo la primera en el minuto dos, un mano a mano que no puso en aprietos a Stefani Zampoli.
Insistían los verdiblancos y tenían el mando, aunque su gol llegó con un poco de fortuna. La suerte es de quien la busca, que suele decir Juan Copa. Disparó César Carballeira con su potencia habitual. Dio en el palo y en el rechace un jugador italiano introdujo la bola en su propia portería. El 1-0 obligó al Trissino a despertar, pero el Liceo estaba muy atento a defender el segundo palo, lo que tanto le había costado en la ida. Torres seguía gustándose con una jugada a una mano, para adelante y para detrás, mientras el público cantaba “¿Dónde está el Barcelona?”, acordándose inevitablemente de la eliminación europea del máximo rival.
Tanta fiesta que se aguó, primero con el empate de Jordi Méndez, una jugada al segundo palo, cómo no; después con el protagonismo de los palos, que evitaron el gol de Bruno Saavedra; y por último, con la diferencia de criterio de los árbitros: cuando Bruno salía a la contra, le derribó un rival, falta; la misma jugada acabó con Arnau Xaus con azul, la primera de la temporada para él.
En la directa Alvarinho supo engañar a Serra, que no picó en el amagó de tiro directo y aguantó la jugada, pero al que batió por bajo. Por lo menos el gol eliminó el power play y no alteró los planes de Juan Copa, que devolvió a la pista a Jacobo Copa, que estaba dando una exhibición, y a Bruno Saavedra. !¡Arriba!”, les gritó, exigiéndoles presión alta. En esa misma jugada llegó el robo y Ciocale se encontró con una bola franca en el área, aunque su chut fue demasiado inocente. Pero era una declaración de intenciones. Seguía vigente la orden. Bruno Saavedra saltó como un resorte a robar en el centro de la pista, se hizo con la bola y la contra, en el uno para uno, no perdonó. Cruzó el tiro y lo mandó allá donde Zampoli no podía llegar, 2-2.
Quedaba un último arreón antes del descanso. El Liceo buscó irse por delante en el marcador pero se encontró con la dureza del rival (que se debió de equivocar de día, el combate de Enmanuel Reyes es mañana), un nuevo palo, para Tato Ferruccio esta vez, y un par de disparos demasiado cruzados o desviados. Y quizás, el cúando y el cómo del 3-2 fue de lo más inesperado. Porque quedaban 8 segundos, el Liceo sacó una falta por detrás de la portería, la bola le llegó a Dava Torres en el primer palo, que estaba cubierto por el portero, pero esta entró igual, casi por los pelos y a un segundo para la bocina del intermedio.
El Trissino miró en los vestuarios los resultados del otro grupo y parecía no valerle la derrota, porque salió mejor en el segundo tiempo. Avisó con un palo de Malagoli, con una jugada de Alvarinho, incluso con un gol fantasma. En cada contra se plantaban hasta con tres opciones ante Serra. Y se acabaron las advertencias. En tres minutos cambió el panorama con dos tanto de Méndez, uno de jugada en el área, un movimiento casi imposible de frenar, otro de pescador en el segundo palo.
Pero era un partido de alternativas y de rachas. Hemos venido a divertirnos. Y la segunda parte fue un espectáculo de goles en el que Liceo siempre tuvo respuesta. Volvió a empatar cuando los italianos se vieron penalizada por la décima falta. Salió Arnau Xaus a marear a ganchos al portero y anotar el 4-4. Y casi seguido llegaron los goles de Nil Cervera, en una jugada de combinación made in los adolescentes de la plantilla; y Fabrizio Ciocale, con disparo entre las piernas, que parece que no sabe marcar de forma fácil.
Y la contrarrespuesta del Trissino, con Méndez, de nuevo, inspirado, y de Giulio Cocco, que necesita muy poco para marcar gol. El empate no convenía a los italianos, sobre todo desde que terminó el partido en Barcelos. Así que tras el 7-6 de Tato Ferruccio, que aprovechó una asistencia en el área de Dava Torres, no se molestó en jugar mucho, no fuera a ser que marcara aunque fuese de rebote. Así terminó esta fase de grupos. Ahora toca disfrutar los cuartos de final por primera vez desde 2018.