Última entrega de la extensa charla con Diego Epifanio en la redacción de dxt campeón. Una cara más personal del técnico burgalés, que habla de su manera de vivir el baloncesto y de vivir en nuestra ciudad.
Han pasado casi dos semanas. ¿Has bajado ya de la nube, o no llegaste a subir tan arriba?
Es que soy muy tranquilo (ríe). De verdad. Soy peor en la derrota que mejor en la victoria. En la victoria no me emociono mucho. Bueno, no es que no me emocione mucho, sino que intento transmitir que los chicos lo tienen que disfrutar.
Porque una cosa que aprendí mucho en el Estudiantes es que nosotros no tenemos la culpa de estar en LEB, entonces tenemos que quitarnos esa presión, pero cada victoria hay que disfrutarla, porque no sabes si va a ser la última, y cada derrota hay que digerirla lo más rápido posible para que no te afecte en el trabajo del día siguiente. Intento transmitirle eso a mi staff y a mis jugadores.
No me gusta que un jugador se enfrente al público rival, porque no te ayuda
Yo, lo he dicho muchas veces, no soy la alegría de la huerta (risas), pero soy super feliz ganando. Pero nada más acaba un partido ya estoy pensando en lo que tengo que hacer mañana. Me tomo un segundo. Mi mejor momento después de las victorias es cuando se va todo el mundo y yo estoy en la ducha, solo. Por eso te digo que la alegría no me desborda. Porque intento controlar mucho mis emociones. Pero igualmente te digo que no hay nada comparable a acabar un partido ganando y celebrándolo.
Tampoco en la banda eres excesivamente expresivo.
La procesión va por dentro. Cada entrenador es de una manera. Intento transmitir tranquilidad a mis jugadores, aunque a veces que me enfado, en los tiempos muertos, claro. Pero es lo que le digo a los jugadores: “Yo nunca he estado ahí”. No he tenido que tomar una decisión de pasar, botar o tirar. No he tenido que tirar un tiro libre ante diezmil personas. En el otro lado lllevo veinte años. Y entiendo que el jugador nunca quiere hacer algo mal. Lo que me enfadan son cosas que tienen que ver con la concentración, con la toma de decisiones, con hacer mal cosas que hemos repetido muchas veces durante la semana. Eso sacar lo peor de mí.
Pero entiendo que lo más importante es que los jugadores desarrollen su talento y ayuden con su esfuerzo. Y que tienen que tener su espacio, que no puedes estar encima en todo momento. Intento sacar lo mejor de mí para ayudar, teniendo el control de mi persona. Si tienes capacidad de estar tranquilo dentro de los nervios de lo que te estás jugando, pues la decisiones de todos son mejores.
No debemos compararnos con el Depor porque tiene su espacio y su historia
¿Es una tranquilidad natural, desde que empezaste como entrenador, o la va dando la experiencia?
Era más conflictivo jugando (risas). Eso deberías preguntárselo a la gente con la que estuve. Voy entendiendo que hay que intentar que no nos afecten cosas que no dependen de nosotros mismos. El acierto, el arbitraje... Cada vez le doy más importancia a poner el foco en lo que depende de mí. Y por ello pongo mucho énfasis en explicar a los jugadores que lo que dependa de ellos, que lo hagan.
No me gusta que un jugador se enfrente al público rival, porque creo que no te ayuda. Ni en la pista, ni en la convivencia, ni en las actitudes. A veces entiendo las reacciones de los jugadores, en la pista haces lo que sea por ganar. Cuando estás en la banda tienes que hacer todo lo posible para ganar, pero tienes que tener un control. Y ese autocontrol te ayuda a ganar. Mantener el foco en lo que ayuda a ganar al equipo es muy importante. Y por eso pongo mucho enfásis en no distraernos con los aficionados rivales, los árbitros, el rival... Nunca he creido en el ‘trash talking’. Para poder hacerlo tienes que ser muy bueno, porque puede volverse en tu contra. No creo que eso te pueda ayudar. Luka Doncic. Cualquier niño debería verle jugar; hace cosas increíbles, pero eso... Creo que hay una cosa que es vital, el respeto. A los árbitros, a los jugadores rivales, al entrenador rival y a la afición; a la que es tuya y a la que no es tuya. No me gustan los gestos a la grada porque creo que los jugadores a veces no son tan buenos mentalmente como para aguantar que te piten nueve mil personas.
A veces me enfado, pero les digo a los jugadores “yo nunca he estado ahí”
Creo que el jugador tiene que trabajar más su autocontrol, por que va en su beneficio y en el del equipo. No hay nada mejor que jugar en un campo lleno. Siempre mejor que estén a tu favor que en contra (ríe), pero como equipo puedes soportar que te piten o te abucheen. Como equipo. Cuando se focaliza en un jugador, creo que lo debilita.
Porque además puede contagiar al resto del equipo...
Sí, claro. Yo creo muchísimo en que hay que defender a los nuestros, en todas las situaciones, incluso si el problema que ha generado es culpa suya, porque creo que eso es importante para la fuerza del grupo. Pero hay que intentar controlar esas emociones. Si yo no lo hago... Por eso intento tener siempre mucho autocontrol.
¿Qué es lo mejor y lo peor de un ascenso?
Lo mejor de un ascenso..., o de ser campeón, en este caso, es..., conseguir ser el mejor equipo. No es la palabra campeón, ni la palabra ascender, es conseguir ser el mejor, que es distinto. Es conseguir que nosotros, como equipo, hemos sido mejores que el resto. Y eso, como profesional, te realiza mucho. Y creo que ha sido extraordinario el día a día. Es difícil decir una sola cosa mejor. También está la conexión con nuestra afición. Jugamos para esa gente, y que esa gente esté dispuesta a hacer muchos esfuerzos para acompañarnos fuera de casa es la bomba para nosotros y para el club. Lo peor, tener que despedirme de alguien.
No hay nada comparable a acabar un partido ganando y celebrándolo
¿Tiene más mérito enganchar a tanta gente en una ciudad donde el fútbol y el Depor mandan? Y teniendo en cuenta, además, que aquí el baloncesto siempre ha sido, como mucho, el tercer deporte.
No lo sé, porque sólo llevo dos años aquí. Sí que creo que ha sido la brutal la conexión que ha tenido el vestuario con la afición. Ha sido clave la importancia que el club le ha dado al aspecto social. Y tengo que hacer una reseña sobre Gabriel ‘Berrallouco’, por sus proyectos y su capacidad para animar y para convencer a gente de que vaya al pabellón y de que hay que viajar. Evidentemente, ganar ayuda, pero también ayuda el boca a boca, y esto ha sido muy bueno para el club porque era uno de sus objetivos. Se han ido dando pasos en todo y al final se ha conseguido una cosa que es vital.
¿Qué pasa? Que no podemos compararnos con el Depor. Ni debemos. Porque el Depor tiene su espacio y tiene su historia. Lo que ha hecho el Depor es increíble; ganar una liga a los grandes es brutal. Como es brutal el impacto que hay ahora, no sólo el ascenso en sí, sino lo que significa que en un campo de Primera RFEF haya 32.000 personas.
Además, en esta temporada, la pasión por el Depor ha sido incluso más intensa que en la anteriores.
Creo mucho en la convivencia, en la oferta deportiva de las ciudades; cuanta más oferta deportiva y cultural tiene una ciudad, es mejor ciudad. Por eso no sé si tiene más mérito y mérito de quién sería. Lo que sí tengo claro es que en Coruña y sus alrededores hay mucha gente que le gusta el basket. No sé los motivos por los que no había venido antes, pero es evidente que el baloncesto gusta a la gente y tiene muchos seguidores. Hay muchas fichas de baloncesto. Y eso es lo bueno, que muchas personas a las que les gusta el basket se acercando al proyecto del Basquet Coruña. Y tenemos que hacer sentir a todo el mundo parte de la ilusión que significa para un club como el nuestro jugar en la ACB.
Cuanta más oferta deportiva y cultural tiene una ciudad, es mejor ciudad
¿Te habría gustado que vuestro ascenso no hubiese coincido con el del Depor, para no quitaros algo de foco?
Pues a lo mejor no. Porque el nuestro fue el viernes y pudimos vivir la experiencia de tener todo eso montado, lo de las pantallas [en Riazor]. Fue una situación muy natural. Y fue increíble lo del Depor, con cienmil personas en la calle. Fui al estadio con mi familia. Entramos veinticinco o treinta minutos antes y el campo ya estaba medio lleno y con la gente animando. Brutal.
Dos años en A Coruña. ¿Has descubierto algo nuevo durante estos últimos meses?
No, porque mis rutinas no me dejan mucho tiempo. El año pasado, sobre todo al principio, hice un esfuerzo por conocer la ciudad. Sí que hacía el año pasado el Paseo Marítimo, saliendo de Riazor, yendo hasta la Torre y por el Puerto. Y ahora voy por el otro lado, llegando hasta O Portiño. Son mis caminos de desconexión. Y es que no salgo mucho, ni por el día ni por la noche.
Cuando viene la familia sí intento más bajar a María Pita e ir a algún restaurante por esa zona. El nivel de la hostelería es muy bueno. Pero el jugar tantos domingos hace que libre, el fin de semana, como mucho, tenga el sábado por la tarde. Estando solo, poco haces. Ir a pasear, o ir a nadar, que me gusta mucho y el año pasado no pude hacerlo demasiado.
¿Qué es lo que más te gusta de la ciudad?
Está muy bien preparada para andar. Es muy agradable, tanto por las vistas como por cómo está estructurada.
He aprendido a convivir con la lluvia; estoy muy cómodo en A Coruña
A pesar de la lluvia...
Pero no llueve tanto. O a lo mejor me he acostumbrado (risas). El año de Lugo lo pasé muy mal porque me parecía que llovía todos los días. Ahora he aprendido a convivir con la lluvia. Estoy muy cómodo en A Coruña.
Lo que sí has descubierto, como se ha visto en tus ruedas de prensa, es más palabras y frases en gallego, aunque en las ciudades no se hable demasiado.
Es verdad que hay gente que fala galego (sic), pero no lo escucho mucho en la calle o en los bares. Pero que sepas que las dos películas de ‘Cuñados’, la primera la vi en versión original en Lugo y la segunda la vi este año, aquí en Coruña, también en gallego.
Aprobado como coruñés honorífico. Se habla de Lucas Pérez como pregonero de las fiestas. ¿Te ves algún día en esa tesitura? ¿Hacemos campaña por ti?
Ni de coña (Carcajadas). He sido pregonero del pueblo donde vivo con mi familia, Arcos de la Llana. El año del tercer ascenso con Tizona me lo pidieron y en principio les dije que no, que me daba mucha vergüenza. Y al final, accedí. Lucas es de Coruña, ha salido, ha vuelto, ha conseguido un logro deportivo y además tiene mucho impacto en la sociedad. Sería un excelente pregonero.