En la segunda parte de la extensa charla en la redacción de dxt campeón, Diego Epifanio, que mientras se escribían estas líneas soplaba 46 velas, habla de algunas de las líneas maestras para confeccionar el mejor proyecto posible de cara al debut del Basquet Coruña en la máxima categoría.
Nunca, como técnico jefe, habías ascendido directo. Unas vacaciones anticipadas que, ¿acabarán por no compensar el trabajo que conlleva prepararse para la ACB?
No. Para nada. Compensa muchísimo. Ya veremos cuánto tiempo libre tenemos, porque hay una cosa que es no tener que entrenar, y otra cosa es que sean vacaciones (ríe). El tiempo libre ahora me lo puedo amoldar más que durante la competición. Porque, entre otras cosas, puedo dejar temas para más tarde o el día siguiente. Durante la temporada no puedo posponer la preparación del partido o del entrenamiento o el visionado de vídeos. Desde que volvimos de Melilla está siendo una vorágine de visitas, reuniones, actos con patrocinadores... Es mucho trabajo, pero con la ilusión y la alegría del ascenso, se compensa. Aunque mis hijos me han dicho “para esto es mejor no...” (risas). Siempre es mejor, siempre es mejor.
En este punto, Epi quiso ensalzar el trabajo de los miembros del equipo que casi nunca salen en las fotos y en los titulares. “Es vital el trabajo que hace el staff, que no se ve tampoco en los partidos, pero es la difrencia entre que el trabajo diario sea bueno o sea excelente. Esas cosas el público no las ve, pero son muy importantes en cualquier proyecto serio. Estoy haciendo todo lo posible para que sigan todos, porque ellos tienen la ilusión y creo que el club tiene la responsabilidad de seguir confiando en este grupo de trabajo y la perspectiva de que es lo positivo. Todos somos conscientes que de que van a venir momentos complicados, porque será más difícil ganar partidos, pero por eso es tan importante confiar en la gente que nos ha ayudado a llegar ahí, porque va a hacer todo lo posible para que el proyecto tenga éxito”, indicó.
Tu renovación tardó muy poco en firmarse. ¿Estaba hablada de antemano?
Ha sido muy fácil. No vino de sentarnos un día, ha venido desde el primer día. Siempre hemos tenido una comunicación muy fluida. Recuerdo que la primera vez que nos sentamos, cuando llegué aquí, ellos tenían una prioridades y yo tenía otras. Eso nos facilitó mucho la simbiosis e hizo que estos dos años la comunicación haya sido muy fluida. Su confianza en mi trabajo ha sido determinante.
El año pasado, aunque no logramos el objetivo de jugar la Final Four, desde el club no tuvieron ni una duda de mi trabajo y de mi staff y se renovó a muchos jugadores. El club y yo siempre hemos ido en la misma dirección. Por ello, la renovación ha sido una cosa muy natural.
¿El volumen de trabajo que genera ascender de Oro a ACB es distinto al que hay entre una temporada y la siguiente en la misma categoría?
Sí. Al final de la temporada pasada, mi preocupación como entrenador era pensar sólo en cómo mejorar la plantilla. Cosas muy fáciles porque el club ya sabía qué era lo siguiente. Ahora mismo hay muchas más cosas que son importantes. Hay tanto ruido que es mucho más complicado que el año pasado, a pesar de la felicidad. Este año nos va a sorprender todo. Se abre un nuevo escenario y eso genera mucho más nervios que el año pasado.
Mi renovación ha sido muy fácil. La confianza de la directiva en mi trabajo fue determinante
En lo estrictamente deportivo, ¿hay tantísima diferencia?
Es distinto. Primero hay una realidad: cuando vienes compitiendo en la LEB, más o menos sabes los perfiles de jugadores necesarios para intentar cumplir el objetivo que tienes. Es más fácil, ya que hay más control de la competición y de las situaciones que se dan.
En ACB pasa, que, primero, no tenemos prácticamente experiencia en esa liga. No que no tengamos conocimiento del mercado y de los jugadores, sino que no tenemos ese control que teníamos en la LEB. Hay que definir qué tipo de jugadores queremos incorporar al proyecto.
El hecho de ser un equipo no sólo nuevo, sino debutante, ¿es una complicación extra a la hora de confeccionar la plantilla?
El tema está en cómo seamos capaces de mostrarle al mundo la capacidad de nuestro proyecto. Si sube uno de los que ya han estado en ACB vamos a ser el único equipo que nunca ha estado. No sé si complica, pero sí que es verdad que los primeros pasos son muy importantes; los propios jugadores valoran mucho ir a una estructura ACB, llamar a compañeros para preguntar, pero nosotros vamos a empezar de cero, para bien o para mal.
El primer año en la ACB es muy duro; no es una cuestión de dinero, es una cuestión de que a todos los equipos nuevos les pasa. Hay que acertar con la plantilla. Luego, el entorno tiene que digerir el hecho de pasar de ganar casi siempre a otra situación. A día de hoy, somos el último equipo de la liga. En experiencia, en situaciones de arbitrajes, de jugadores, de agencias de jugadores... Vamos a ver si somos capaces de orientar ese abanico a la mejor dirección; primero, para el que equipo gane partidos; luego, para que el club tenga éxito.
Se abre un nuevo escenario y eso genera más nervios que el año pasado
¿Se puede establecer un perfil estándar de jugador de Oro y un perfil estándar de jugador ACB? Porque siempre habla del físico como la principal diferencia.
Sí. Es evidente. Ves los físicos de la ACB... ¿Has visto algún Tavares en la LEB?
El Basquet Coruña tuvo un jugador de 2.21 metros [Gergely Somogyi]. Aunque no dejó huella precisamente...
Sí, pero tienes que tener un 2.21 que sea capaz de correr la pista, de defender, de atacar... Cuando la gente habla de físico, no habla de culturistas, habla de de gente que corre más rápido, salta más, reacciona más rápido... Esa es la diferencia. Y también los jugadores son mejores.
Creo que el nivel de entrenamiento te va adaptando. Lo viví en Burgos. Al principio no vamos a tener el nivel y el ritmo que van a tener otros jugadores. Da igual los que incorporemos nosotros. Aunque vayamos con muchos que han pasado por la ACB, cuesta adaptarse. Si te fijas, jugadores que bajan de la ACB, en LEB empiezan con un ritmo brutal, pero luego la competición te coloca en tu sitio. Y al revés, jugadores de Oro que suben a ACB con un ritmo, y al cabo de un mes, su ritmo es otro. ¿Eran mejores antes? No. Simplemente es adaptarse al ritmo de entrenamientos y de competición. Ese es un proceso por el que tendremos que pasar.
El perfil de jugador distinto, claro. Los mejores jugadores que juegan en Europa juegan en la Euroliga. Y de ahí vas bajando. Saltan más, son más rápidos y bloquean mejor, pero eso no tiene nada que ver con la inteligencia. Por ejemplo, en el primer contacto de Goran [Huskic] con la ACB, con Gipuzkoa, no pudo competir. En LEB, hace una gran temporada en Huesca, en Burgos fue de los mejores, le cuesta la vida –y son palabras suyas– adaptarse a la ACB y en su segunda temporada es el noveno jugador más valorado de la liga. Quiere decir que cada jugador tiene su proceso de adaptación.
El primer año en la ACB es muy duro; no es por dinero, sino que a todos les pasa
¿Ves a muchos de tus jugadores de este curso con posibilidades de coger pronto ese ritmo que demanda la ACB?
Haciendo un análisis serio, nosotros creo que tenemos seis jugadores que ya han estado en la ACB. Y alguno en competición europea. A esos seis ya no les tenemos que explicar cómo es esa competición. Qué pasa, que ahora tienen más experiencia.
Y más años...
Claro, y ahí es donde hay que comparar su rendimiento físico, porque calidad y conocimiento de la competición ya tienen. Luego hay otro número de jugadores que aún tienen capacidad de crecimiento, por condiciones, por deseo, por cualidades. Aún no han estado en la ACB pero tienen capacidad de desarrollarse. Vamos a ver adónde pueden llegar. Entre unas cosas y otras tenemos que acertar en la decisión de encajar las piezas en ese dominó. No estamos tan lejos, ni tan cerca.
Volvamos a la alegría. ¿Es mayor ascediendo directo? ¿Mayor con un 9-0 en playoffs [únicamente lo ha logrado su Burgos en la campaña 16/17]? ¿Mayor siendo el único equipo que asciende en una temporada?
Da igual. Es mucha alegría. Y un alivio. Son circunstancias distintas. Yo lo que he vivido, el primero, en Burgos, no había una obligación de subir. Hicimos una buena liga regular y llegamos a playoffs muy bien. Todo el mundo decía “ah, mira estos, qué majos”. Ya habíamos subido tres veces, pero con otro proyecto y con Andreu [Casadevall], para mí el mejor entrenador de la liga LEB sin ninguna duda. Lo viví de ayudante y la presión es de otra manera. Cuando eres ‘head coach’ la situación es distinta. Cuando estuve en el Breogán, la palabra “ascenso” era todos los días.
No hemos tenido esa presión de fuera que a veces te ahoga
Por eso aquí dijiste aquello de “esa palabrita me tiene hasta el gorro”...
Sí, sí (ríe), porque ya había convivido con eso. Con que cualquier cosa que no sea eso, es un fracaso. Yo no lo creo, porque se tienen que dar muchas circunstancias para conseguirlo. No creo que los otros dieciséis vestuarios que no consigan el ascenso fracasen. Breogán sí que era mucha presión, sobre todo del entorno. Ya no era una cuestión de cómo era nuestra plantilla, sino de “somos el Breogán y hay que ascender”. Y ahí aprendí mucho a intentar proteger al vestuario.
Con todo el respeto del mundo para el Breogán, si la presión en Lugo es tan alta, da vértigo pensar en la que genera un histórico como el Estudiantes, donde también estuviste.
Los clubes históricos tienen una cosa muy buena: su historia, sus aficionados y sus estructuras como club. Pero también tienen el hecho de “esto nosotros ya lo hicimos”. ¿Que ha pasado en el Basquet Coruña? Que nunca había ascendido nadie en esta ciudad. Teníamos la ilusión y el deseo, pero nadie nos comparaba con nadie, nadie nos exigía. De hecho, todo nuestro entorno ha sido muy colaborador con eso. Incluso la prensa.
Ha sido muy fácil de digerir. Ha sido más la autopresión nuestra, el “tíos, que lo tenemos ahí, no nos equivoquemos; no que no podamos perder, que esto es deporte, pero que en cuanto entremos al vestuario sea que lo hemos preparado bien y lo hemos dado todo”. Creo que esta autopresión ha sido muy positiva. Pero no hemos tenido esa presión de fuera que a veces te ahoga. (Continuará...)