Chus Castro (Eibar, 29 de mayo de 1983) cumplió en la 14/15 la segunda de sus tres temporadas en el Básquet Coruña. La peor en cuanto a rendimiento de un equipo que volvería a la buena senda en el ejercicio siguiente. Casi diez años después, en la 22/23, pondría el punto final a su la larga trayectoria profesional.
Asentado en Almería, el exescolta ferrolano posee un apartahotel y una agencia de guías turísticos. “Trabajo cuando los demás tienen vacaciones, pero no me quejo. Y el negocio va muy bien, estamos muy contentos”, dice entre risas.
A pesar de tantísimas caras nuevas, el inicio de temporada fue correcto, regular. ¿Qué pasó después para que la cosa se torciera tanto?
La dinámica en sí no fue mala, pero sí tuvimos algunos problemillas por el camino, como algún fichaje que no salió del todo bien. Fue una pena habernos quedado tan cerquita de entrar en playoffs, que era nuestro objetivo. pero está claro que cuando montas un equipo nuevo, y además con gente que no conoce la liga, las adaptaciones son más lentas. No todos supieron encontrar su lugar en nuestra forma de jugar y algunos intentaron arreglar las cosas por su cuenta.
Pese a todo, tu temporada, a nivel individual, fue de notable alto.
Yo, como siempre, intentando aportar un poco de todo y un mucho de nada (risas).
Desde el primer partido se vio que no ibais a anotar mucho. ¿Fue un problema estructural, o simplemente decisión de Tito Díaz de ser más defensivos?
En la primera charla de la temporada, las palabras de Tito fueron: “Me he quedado con los dos jugadores que mejor defendieron la temporada pasada”. Esa fue su declaración de intenciones. No quiero criticar a ningún compañero, pero luego pasó que nos faltó algo más de aportación en ataque de algunos jugadores a los que se les presuponía más puntos en las manos.
No todos supieron encontrar su lugar en la forma de jugar que aquel equipo
Treinta partidos y todos por debajo de 80 puntos. ¿Recuerdas otra temporada así en alguno de los equipos en los que jugaste?
Puede que cuando estuve Burgos [entre 2009 y 2012] no anduviésemos muy lejos de esos números. Porque la premisa era “si hay que jugar a 60 puntos, se juega, pero que no nos metan 61”. Es un dato raro, sí, pero no deja de ser un poco lo que te venía contando.
La derrota en Melilla acabó con vuestras aspiraciones. ¿Recuerdas aquella noche?
Muy vagamente. Sí recuerdo que no fueron un final de partido y una buena vuelta a casa muy agradables, porque no estábamos para mantener la categoría, sino para entrar en los playoffs.
Pese a la decepción, imagino que habría cosas buenas.
Me quedo con cómo empezamos y con que hubo muy buen ambiente en el vestuario.
Mis padres, que viven en Ferrol, se han hecho socios del Básquet Coruña
Pasamos al presente. ¿Sentiste algo especial con el ascenso a la ACB?
Por supuesto. Alegría. Como gallego, como ferrolano y como parte, durante tres años, del club, muy contento de que Coruña sea de ACB. Y ahora con muchas ganas de ver qué puede hacer. Mis padres, que viven en Ferrol, ya se han hecho socios.
¿Se intuía en aquellos años que el proyecto iba a acabar en lo más alto más temprano o más tarde?
Sí. Cuando llegué a este club, después de haber estado en varios grandes de la LEB, donde tenían claro el objetivo, el Básquet Coruña era más modesto, pero en contraposición la directiva sabía muy bien por dónde había que ir y por dónde no. Y eso daba lugar a pensar que algún momento daría el paso adelante. Se han ido dando poco a poco, y por eso pienso que las cosas se van hacer bien en la ACB.
Es inevitable preguntar a cada persona que ha pasado por el club si se considera, aunque sea en una parte ínfima, parte de esta historia con final feliz.
Yo me siento parte del club, de su historia. Todo ayuda; todos hemos hecho algo para que los aficionados se hayan podido enganchar al baloncesto y al equipo. Y eso es lo que ha ido sumando poco a poco para que el club haya llegando a donde está ahora. Por esa razón sí me siento, aunque sea en una muy pequeña parte, parte de este ascenso. Todos los que estuvimos aportamos nuestro granito de arena.