Carlos Arévalo: “Dicen que somos medalla segura, pero hay que ir y hacerlo todo perfecto”
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Carlos Arévalo: “Dicen que somos medalla segura, pero hay que ir y hacerlo todo perfecto”

Carlos Arévalo: “Dicen que somos medalla segura, pero hay que ir y hacerlo todo perfecto”
Carlos Arévalo | Javier Alborés

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Carlos Arévalo (Betanzos, 1993) se despidió ayer de su hija. Hasta el próximo 6 de agosto estará centrado en afinar lo máximo posible la puesta a punto para París. Serán sus segundos Juegos y defiende la plata de Tokio con el K4, aunque en la capital francesa con un doble reto, porque añade el K2 a sus opciones de podio.

 

¿Le ha tocado despedirse hasta la vuelta de París?
Sí. A mi novia la veré en París, que viene, pero a mi hija no. Hasta la vuelta no la veo. Se me ha caído la lagrimilla. Se me va a hacer el duro. Pero hay que hacer sacrificios. Y también digo que benditos abuelos.

 

En 2024 ha sido padre, ascendido a cabo de infantería y preparado unos Juegos Olímpicos. ¿Cómo lo ha hecho?
Sí, la verdad que este año fue un año... Estoy muy contento por todo lo que voy consiguiendo. Pero en un año olímpico en el que, como deportista, nos pasamos cada minuto, cada segundo, preparándonos, ha sido complicado. El poco tiempo que me quedaba era para llegar a casa y estar con mi novia y mi hija y cumpliendo con mi labor como padre.

 

Segundos Juegos, ¿cambian las sensaciones previas?
Es diferente. Primero porque a estos irán muchísimos amigos y que mi familia pueda ir a verme es algo que impresiona. Eso me da nervios añadidos. Aunque tener nervios para mí es bueno. Mi cuerpo se está preparando para afrontar el reto. Si no los tuviese, malo sería, porque estaría pasando de todo. Pero haber estado ya en unos Juegos hace que no me preocupe por cosas que por experiencia ya sé que me puedo encontrar allí.

 

A París van a ir mi familia y muchísimos amigos, eso me da nervios extra

 

¿Cómo cuáles?
Me da sobre todo la tranquilidad de saber que es una competición más. Que por más que sean unos Juegos Olímpicos a la gente no le crecen los brazos, que son los mismos rivales de siempre. Y también me da la tranquilidad de que todo va a ir bien. Ya no tengo esa inseguridad de que no sé cómo los voy a afrontar. Porque sé que al final siempre respondo bien y daré lo mejor de mí mismo.

 

En Tokio el duelo era casi en exclusiva con Alemania. ¿Está más abierto en París el abanico de candidatos en el K4?
Todo se va apretando cada ciclo. Ya van casi tres años desde Tokio y los K4 se han ido ajustando y poniendo las pilas, cada vez hay más países. Ahora mismo, Alemania, Australia, España, Hungría, Ucrania... somos barcos que podemos estar luchando por ese oro. Y nosotros vamos a por todas.

 

En 2023 fallaron en el Mundial. ¿Les hace llegar a París un poco de tapados?
Justo un mes antes de ser séptimos en el Mundial veníamos de ser campeones de Europa con absoluta claridad. Por probabilidad, alguna vez teníamos que fallar. Eso puede pasar.

 

¿Da más o menos presión?
Claro que tenemos presión. Al final siempre se dice que el K4 es una medalla segura y hay que ir, hacerlo perfecto y que salga todo bien. Porque cualquier fallo nos deja fuera de la medalla. Lo único que podemos controlar son los tiempos en los entrenamientos y todo el trabajo que se está haciendo. Y esa parte va muy bien.

 

‘L’Equipe’ hizo una predicción de medallas y les da bronce.
¿El bronce? ¿Y a quién el oro y la plata?

 

A Alemania y Australia.
No tienen ni idea (se ríe). Yo también entro a cotillear en las casas de apuestas a ver cómo van... Supongo que influyen mucho los últimos resultados. Lo más difícil es mantenerse. Nosotros creo que llevamos un bagaje muy potente, que en las competiciones importantes siempre hemos dado lo mejor y yo creo que vamos a llegar en las mejores condiciones.

 

Los K4 se han puesto las pilas y cada vez hay más rivales para luchar por el oro

 

¿Le gusta el campo de regatas?
Lo probamos el año pasado en el Preolímpico. Fue después del Mundial y conseguimos un resultado bueno. La pista nos gusta. Nos encontramos muy bien en ella. Es un agua muy parecida a la de Verducido. El único miedo que tenemos es por el viento, porque dependiendo del lado que sople puede haber diferencias en función de las calles. Estaremos muy atentos al remo.

 

¿Está todo muy medido?
Saúl, que es un ordenador abordo, sabe las paladas que va a dar en cada momento, cómo va a ser la prueba, y nosotros detrás le seguimos. Ahora ya es afinar el tiro y afinar esas últimas sensaciones.

 

¿Es la locomotora?
Saúl es el mejor marca de la historia, diría, y del piragüismo nacional y mundial. Lo que le aporta al barco es increíble.

 

¿Y cuál es su aportación?
Los tres metemos fuerza, más caña. Nuestros puestos en el barco se adecuan a la forma de paleo que tenemos. Tanto Rodrigo [Germade] como [Marcus] Cooper y yo somos capaces de meter muchos vatios en una concentración de tiempo de palada en el agua muy rápida y aportamos fuerza y potencia. Rodrigo y Cooper también son más resistentes y yo aporto un poquito más en la parte de la salida. Pero el secreto del K4 es que las fuerzas sean muy parecidas.

 

Saúl es único, aunque vaya a cumplir 40 años, tiene cuerda para rato

 

Saúl afronta sus quintos Juegos a punto de cumplir 40 años. ¿Es el último baile?
Yo de momento no quiero pensar en ello. Conozco a Saúl desde el 2010 y llevo escuchando noticias de que se va a retirar desde entonces. Saúl es un deportista impresionante. Mira que he conocido y convivido con deportistas, pero la calidad que tiene Saúl es única. Aunque vaya a cumplir 40 años yo creo que aún le queda cuerda para rato. Al final lo que marca el fin de una carrera en piragüismo es la cabeza, el cuerpo va aguantando.


Como Teresa Portela.
Exactamente, y creo que Teresa Portela también tiene cuerda para rato porque con lo fuerte y dura que es, yo creo que los próximos Juegos Olímpicos la veremos allí.

 

¿Su apuesta es más por el K4 que por el K2?
También voy genial con Rodrigo. Llevamos desde la Copa del Mundo encontrándonos muy bien. Están saliendo tiempos muy buenos y creemos que podemos estar ahí luchando. Además es después del K4, con lo que será terminar una cosa y salir a jugar en la otra. Es cierto que si solo pudiera elegir una sería el K4, la prueba reina del piragüismo, la más bonita que hay y la más potente. Pero en el K2 estamos andando muchísimo. Aunque va a ser sólo la segunda competición que hagamos juntos y hay un poco más de incertidumbre.

 

¿Cuándo se marchan?
El día 3 en un vuelo directo desde Asturias. Estando aquí al lado preferimos estar en casa. El remo acaba el día 3. Íbamos a tener problemas para entrenar y sería andar rompiendo horarios, apurados, sin calma... Pudiendo entrenar en Trasona, coger un avión y en una hora y poco estar aterrizando en París, no nos merecía la pena.

 

Cuando lea el pregón me van a temblar las piernas más que en la final olímpica


¿No es perderse mucha experiencia de la Villa Olímpica?
La Villa prácticamente nos la vamos a perder al completo porque al competir en las afueras vamos a un hotel. La experiencia de la Villa la viviremos cuando acabemos el 9. Ya dormimos esa noche allí y nos quedamos hasta la clausura.

 

¿Hay algún secreto confesable de lo ocurrido en la Villa de Tokio?
Hay secretos que puedo contar y secretos que no (ríe).

 

¿Lo que pasa en la Villa se queda en la Villa?
A ver, hay mucha leyenda, mucha ciencia ficción de lo que pasa en la Villa. Es como cuando acabamos cualquier competición. Nos juntamos el equipo español, que además somos de esos equipos que formamos una piña muy grande, y nos lo pasamos muy bien entre nosotros. Montamos una buena fiesta. Pero no es el desfase que se imagina la gente.

 

¿Qué comerá cuando termine: tortilla o cachopo?
Tortilla de Betanzos de primero y cachopo de segundo (ríe).

 

Le espera el pregón a la vuelta.
Me hace una ilusión increíble. Llevo unas semanas pensando y dándole vueltas a lo que voy a decir y aún no he conseguido ni escribir unas líneas por todo lo que aflora y todo lo que siento. Creo que va a ser un discurso que va a salir muy del alma y que voy a subir allí y me van a temblar más las piernas que en la final olímpica.
 

¿Le paran mucho por la calle cuando vuelve a casa?
La gente me para, pero es que yo también me paro hablando con todo el mundo porque son mis vecinos, la gente con la que convivo desde niño. Cuando nació mi hija, una de las cosas que más me impresionó fueron las muestras de cariño a mis padres y los detalles que les hicieron y que nos hicieron a través de ellos. Es algo que no olvidaré jamás. l

Carlos Arévalo: “Dicen que somos medalla segura, pero hay que ir y hacerlo todo perfecto”

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