Calafell, test de altura para la mejoría del Liceo
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Calafell, test de altura para la mejoría del Liceo

Tras dos triunfos, Juan Copa pide un esfuerzo al equipo para afrontar su tercer partido en una semana
Calafell, test de altura para la mejoría del Liceo
Juan Copa da indicaciones en un tiempo muerto | Quintana

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El Liceo afronta en el Palacio de los Deportes de Riazor (12.00 horas) un verdadero test sobre su mejoría. Los verdiblancos olvidaron las tres derrotas seguidas con las victorias sobre el Sant Just (1-0) y el Alpicat (1-5), rivales sobre el papel de menor entidad. Por eso la visita del nuevo Calafell de Guillem Cabestany, hasta este verano seleccionador español, mide el estado del conjunto coruñés. Pero no solo eso. Porque a la vez, es un encuentro que marca las aspiraciones en la parte alta de la tabla porque al Liceo solo le separa un punto de su rival, que es tercero. Muchos alicientes y un hándicap, ya que el cansancio es un enemigo extra para los de Juan Copa, en su tercer compromiso en una semana. Y aún quedarán otros tres por delante. Una locura de calendario que hace que el entrenador liceísta pida un esfuerzo a los suyos.


“Es el tercer partido en una semana en este calendario tan exigente, con muchos viajes, por lo que hay que pedir un esfuerzo al grupo”, señala el técnico coruñés. “Esta semana en nuestra casa, ante nuestra gente, tenemos que intentar sacar los tres puntos ante un gran equipo, muy reforzado desde el staff, con Guillem Cabetay, campeón del mundo, y muy reforzado y con cambios en una plantilla de ocho con nuestro ex, Sergi Miras, que siempre lidera el equipo”, analiza. “Intentaremos seguir en la misma línea que estamos trabajando, ser un equipo muy sólido y solidario a nivel defensivo; estar bien ordenados, ver los puntos fuertes, que los tiene, ver dónde le podemos hacer daño. Pero sobre todo tenemos que saber que jugamos en casa y que es un partido muy importante para nosotros, por lo que los tres puntos se tienen que quedar en Riazor”, añade.


Copa alude a la solidez defensiva como una de las claves para seguir mirando hacia arriba. En las cinco primeras jornadas, de hecho, el Liceo había encajado17 goles (3,4 por encuentro). En los dos últimos solo uno, bajando la media a 2,5, ya más acorde con el potencia de un equipo como el verdiblanco. Los cinco goles del miércoles frente al Alpicat también permitieron mejorar la estadística ofensiva, hasta entonces de 12 tantos en seis encuentros, ahora 17, todavía sin nivelar el balance de a favor y en contra, aún en saldo negativo. El estreno de Nil Cervera y la aparición de Fabrizio Ciocale fueron otras buenas noticias porque los coruñeses necesitan a todas sus piezas. Ahora mismo ya solo quedan sin marcar los dos benjamines de la plantilla: Bruno Saavedra y Jacobo Copa.

 

El rival


Arnau Xaus se medirá a su exequipo, un Calafell que pese a los cambios de piezas, fue una de las sorpresas del inicio del curso. No porque no se le esperase. Es un equipo que lleva años instalado en la elite, quinto el año pasado, tercero el anterior. Y le han quitado a sus mejores jugadores, como Martí Casas, que se fue al Reus, o el propio Xaus, y se mantiene en lo alto. Los de Cabestany ganaron en la primera jornada al Noia (4-1), en la segunda al Caldes (1-3) y en la tercera al Vilafranca (6-4), lo que hizo durante semanas fuesen los únicos que podían seguir el ritmo del Barça. En la cuarta perdieron frente al Reus (3-1) y después se impusieron al Voltregà (7-2), pero justo llegan a A Coruña en su peor momento tras empatar frente al Alcoi (4-4) y caer ante el Lleida (1-4).


Aleix Marimón, una de las incorporaciones del verano (antiguo compañero de Nil Cervera en el Igualada) es su máximo anotador con siete goles. Entre él y Carles Domènech (6) y Sergi Folguera (4), otro de los fichajes procedente del Lleida, llevan tantos como todo el Liceo junto. En el caso de los catalanes, sí han anotado todos los miembros de una plantilla que dijo adiós a Joan Pascual, Jordi Ferrer y Oriol Vives y que dio la bienvenida, además de a Marimón y Folguera, a otros jóvenes como Jero García y Joaquín Olmos, que llegaron desde el Sarzana italiano. 

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