El Leyma Básquet Coruña entró por la puerta grande de la ACB, con una victoria (86-85) en su debut ante nada y nada menos que el vigente campeón, un Real Madrid víctima de la fe, la garra y el buen baloncesto de un equipo llevado en volandas por más de 9.000 almas. Una irrupción que (casi) nadie vio venir.

Tavares inauguró el marcador ACB del Coliseum. Unos segundos antes de que Taylor, con un triple, entrase en la historia del Básquet Coruña como su primer anotador en la máxima categoría nacional. Un aviso de por donde fueron los tiros en los minutos iniciales. El Madrid cargó el juego en su coloso, que al otro lado de la cancha tenía su parcela cerrada a cal y canto, lo que provocó que el Leyma se viese obligado a disparar desde lejos. Barrueta hizo la segunda canasta, también desde el arco, cuando el defensor del título había abierto hueco (3-11), tras un triple de un Ndiaye muy entonado: 5 puntos en 4 minutos. Además, Musa no tenía problemas para atacar en penetración a Scrubb.

Los visitantes mantuvieron ocho puntos de renta hasta que Chus Mateo mandó a descansar a Tavares. Pese a ello, los naranjas sólo pudieron limar una canasta a su déficit al final del acto inicial (16-22). Y es que no habían jugado demasiado tiempo liberados de la tiranía del gigante caboverdiano. En cuanto contaron con más, la cosa cambió.

Un taponazo de Figueroa a Garuba, cuando se disponía a finalizar un contraataque, encendió el Coliseum. Y otro, de Diagne, más brutal y también al internacional español, lo convirtió en un horno. Tal fue la temperatura que ni la primera mandarina de Llull, desde ocho metros, lo enfrió. Un triple de Jakovics y una penetración, contra el recién reingresado Tavares, provocó el delirio (28-28). Y el primer tiempo de Mateo.

Sin efecto en primera instancia, porque dos libres, de una serie de tres, convertidos por Burjanadze dieron al Leyma su primera ventaja desde el 3-2 del minuto inaugural. Y, hablando de inaugurar, Diagne lo hizo con su casillero de puntos ACB. En su quinto partido en la categoría y, no podía ser de otra manera, con alley-oop servido por Jakovics (32-32).

Pero... por ahí seguía suelto Llull. Acostumbrado a lidiar con 9.000 gargantas rivales –y muchas más– e inmune a todo tipo de presión en una cancha de baloncesto. Se fue a descansar con 14 puntos en este cuarto y su equipo cinco arriba (37-42), renta a la que Tavares añadió dos más para bajar el telón de la primera mitad.

A la vuelta de vestuarios el Real Madrid fue fiel a su tradición de reventar al rival en el tercer periodo. Aunque esta sólo lo consiguió de salida: parcial de 0-6 con triples de Campazzo y Musa.

Epi tuvo que sacar el ancla cuando tan sólo habían pasado 84 segundos. A la salida del tiempo muerto, Barrueta, también desde el arco, suturó la herida. El triple del Papi fue el primero de una fantástica serie de 5 de 6 que mantuvo al Leyma a flote. Un repóker de aciertos que compensó sus tres pérdidas en las cinco primeras posesiones.

El tercer bombazo seguido, de Burjanadze, acercó a los naranjas a dos canastas (49-54), pero el Madrid reaccionó trad perder Epi su primer challenge del curso. La canasta de Jakovics que era el 51-54 llegó fuera de tiempo. Fue como un bajonazo, del que el campeón de la ACB sacó rédito: parcial de 0-7 para gozar de nuevo de un superávit de dos dígitos.

Sin embargo, el Leyma ya empezaba a creer y se defendió con un parcial de 4-0, ya con Tavares descansando. Huskic erró el adicional que habría hecho el 59-82, pero no Diagne, con un mate salvaje. Un libre de Llull mandó el partido al último cuarto en un pañuelo (60-63).

El senegalés prolongó su momento con otro alley-oop por encima de Garuba, aunque no acertó con el libre. Lo mismo que su para en la siguiente jugada. Epi volvió a parar el partido con 63-69. Al Madrid no se le puede dejar coger la más mínima carrerilla.

Volvió Tavares tras ese tiempo. Y regresaron los problemas. El ataque naranaja se volvió farragoso. Ni una sola ventaja, ni un tiro medianamente cómodo. Y, para como de males, el Leyma cometió su quinta falta tidavía con 6:30 por delante. Un peligro alto.

Los tiros libres dieron vidilla a los blancos, que a falta de algo menos de cuatro minutos mandaban por nueve tantos (70-79). Un triple de Jakovics reactivó a una grada que también se había tomado un descanso. Los ataques del Madrid se movieron bajo un manto de ruido infernal. Silbaba hasta el presidente Roberto Cibeira.

Un desliz defensivo, una ayuda que no llegó, facilitó a Campazzo el 77-83, ya con sólo 62 segundos en el reloj. De un rebote ofensivo de Lima nació el triple de la esperanza, anotado por Taylor (80-83). Musa desaprovechó el de la sentencia. Taylor acertó desde el 4,60. Campazzo hizo lo propio antes de la útima posesión del Leyma. Tras varios pases, el balón llegó a Barrueta, clavado en el frente. En el momento de lanzar, Musa le tocó el brazo. El balón describió una increíble parábola, besó el tablero y luego la red. El adicional hizo el resto.

Ni Llull, cuyo tiro final escupió dos veces el aro, pudo con un equipo que ayer hizo historia dos veces. Y se colocó a una victoria menos de la salvación. Que nadie olvide el objetivo.