El Leyma es la leche
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17º-23º

El Leyma es la leche

El Leyma es la leche
El Basquet Coruña logra lo imposible

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Algo late cuando te presentas en la puerta de un recinto deportivo hora y media antes de que empiece un partido. Hay un concepto de previsión, pero también uno de ilusión, de querer embeberse de todo lo que está por ocurrir. Tantos años de espera, tanta desesperanza en ocasiones, estaban allí en aquellas entradas por abrir. La ACB, largamente esperada durante años e incluso este largo verano que ya quedó atrás, llegó a A Coruña y se saboreó hasta el último sorbo de la taza. Quedan 16 más. Y tiene pinta de que será una gozada. Por ahora lo que se vivió en el Coliseum es historia del deporte coruñés.

 

Lo disfrutaba Diego Epifanio cuando poco antes de que se presentase al equipo recorría el graderío, por supuesto naranja, con la mirada, seguramente entre orgulloso y responsabilizado. Allí estaban los clásicos y los que llegan. Todos entran, hasta 9.500 incondicionales de aforo, en el inmenso Coliseum coruñés que vivió uno de sus grandes días. Y no son pocos los que suma en más de tres décadas. 

Basket 29
Basket 29

 

Porque más allá de los ajustes típicos de un estreno multitudinario, la gente se fue con un sabor dulcísimo, por el regalo y por el envoltorio. De inicio a fin, desde la fan zone hasta el último bocinazo, ni siquiera molestó el fugaz chaparrón que incomodó a los más tempraneros. Fue en ese momento cuando se abrieron las puertas. En la cara una sonrisa ilusionada, bajo el brazo el ejemplar especial de dxt campeón que se entregó antes las puertas del Coliseum con el suplemento especial dedicado al Básquet Coruña y la ACB. Hasta que se acabaron las existencias. “Nos lo quitan de las manos”, brotó el clásico por parte de quienes se encargaron de distribuirlo.

 

Leída e instruida, la marea naranja empezó el partido al ritmo del equipo, entre la excitación y el anhelo. Con el respeto a lo desconocido, pero siempre con valentía. El equipo tiró de la gente y la gente tiró del equipo. Desde la presentación en la que, al compás del clásico de The Alan Parsons Project que se hizo celebre en el United Center de Chicago, los jugadores saltaron al parqué después de que en el espectacular marcador que pende del Coliseum se pasasen imágenes que entroncaban la historia del club. 

 

 

Hay deudas que ni un club tan saneado como el Básquet Coruña puede pagar, algunas las detalló el expresidente Julio Flores en un artículo publicado este domingo en este diario y que muchos aficionados leyeron en la grada. El club demostró estar atento a los detalles. También cuando homenajeó sobre la cancha antes del partido a Jesús Lence, el fallecido fundador del grupo lácteo propietario de Leyma. Allí estaba también, señorial, el Real Madrid con su embajador el mítico Felipe Reyes, que no se separó en todo el partido de otra leyenda, Alberto Herreros, ahora director deportivo.

 

Herreros sufre mucho más ahora que cuando se deslizaba sedoso para sacar la metralleta sobre la cancha. Padeció el Madrid, que primero pensó que se llevaba un buen apretón y lo que cosechó fue la primera derrota de la temporada. Lo gozó el Coliseum. Compitió, vibrante, el Básquet Coruña, que se cayó y se levantó, que ganó el tercer cuarto que había comenzado con un 0-6 de parcial y un tiempo muerto de Epi mientras la mayoría de VIP’s todavía se fajaban con el catering. En realidad aquello era más de beber que de comer. En concreto fue la leche. Leyma.

 

El equipo se vino arriba, la grada fue con él. Tres triples en el epílogo le metieron en el partido, el tercero, de Brandon Taylor, entró casi a los sones de la muñeira de Chantada. El último, el de Barrueta con tiro adicional, fue tan glorioso que de Chantada se pasó sin solución de continuidad al Sweet Caroline. Para entonces el Coliseum ya era un loquero. ¿Quién dijo que el público del baloncesto en A Coruña era frío? ¿Dónde quedaron aquellas peticiones de Tomé? ¡Ruido, Palaaacio!

 

Leyma
Leyma- Real Madrid

 

No hizo falta. Coruña fue un clamor en un estreno memorable. “Ha habido un ambientazo”, resumió Epi, que de acordó de Tsunami Naranja y de la travesía en LEB Oro . “El vínculo que ayudaron a crear con el vestuario fue impecable”, deslizó el entrenador. Todo esa sustrato emergió ayer de principio a fin, cuando dos gorros consecutivos sacaron a Garuba del partido antes de la media parte, cuando Jakovics y Taylor se sacaron los puntos del bolsillo, cuando Burjanadze anotó y el televisivo Roberto Vilar, a pie de pista como un Spike Lee anaranjado, le señaló victorioso. O cuando Barrueta metió una canasta eterna y se fue la línea de tiro libre para anotar el punto de la victoria. Fue un instante mágico. La gente empezó a cantar “si se puede” mientras el tirador de origen cubano agarró el balón y sin ningún tipo de pausa dramática lo pasaportó a la red. No hubo silencio en ese proceso. Y mucho menos en la última acción, por más que un ángel pasase mientras aquel tiro de Llull, ese que siempre entra, botó dos veces sobre el aro y cayó fuera de la red. 


Y, sí, aquello fue la leche.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Leyma es la leche

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