La derrota (78-86) del Leyma Coruña ante el UCAM va mucho más allá de las estadísticas. Va de un final de partido repetido ya varias veces, de falta de energía y de toma de decisiones erróneas.
Y de no saber generar ventajas cuando el equipo murciano jugó, gran parte del último periodo, con un quinteto bajo. Y de permitir que un rival inferior en el aspecto reboteador antes de la disputa de la jornada 17 capturase 16 rechaces en ataque, siete de ellos en los 10 minutos finales. De un porcentaje terrible (8 de 34) en los tiros desde larga distancia.
Con tantos aspectos negativos, podría parecer que los hombres de Diego Epifanio hicieron un mal partido. Nada más lejos de la realidad. Mientras pudieron las piernas, los naranjas no solo tutearon al vigente subcampeón –aunque no pase por su mejor momento–, sino que fueron por delante en el marcador durante gran parte de los 40 minutos.
Mejoró la defensa perimetral –es cierto que el UCAM llegaba al Coliseum como el peor en triples de la competición–, aunque igualmente hubo alguna carencia en este aspecto, como flotar al máximo anotador visitante, Dylan Ennis, facilitando tres triples de un jugador que precisamente no destaca en esta suerte.
Aprobó también el BC otra de sus asignaturas pendientes: las pérdidas de balón. Solamente nueve. Y, además, únicamente encajó dos puntos al contraataque. Incluso –según la estadística oficial– rentabilizó más que el equipo murciano los rebotes ofensivos: 10 puntos anotaron los jugadores de Epi por una única canasta los de Sito Alonso.
Sin embargo, detrás de tanto número se esconden las principales causas de la décimo tercera derrota naranja en los 17 partidos de la primera vuelta. Que no son otras que castigar cuando más duele, cuando ya no queda tiempo para la terapia. Es lo que hizo el Murcia en el periodo definitivo. Subió un par de marchas en defensa –la suya es las mejores de la ACB– y tuvo el don del oportunidad al otro lado de la pista. Justo lo contrario que un Leyma que, de disputarse los partidos a 35 minutos, tendría tres o cuatro triunfos más en su casillero. Pero el baloncesto se juega a 40.