Hacía siete años que los hermanos Losada no coincidían en casa. Roi, el mayor, se marchó con 14 a Palencia a la concentración permanente de la selección española y cuando con 18 volvió para estudiar la carrera y jugar en el San Sadurniño (Superliga 2 masculina), fue Inés, la pequeña, la que también con 14 hizo las maletas con destino a Soria.
Su fichaje por el Zalaeta (Superliga 2 femenina) los vuelve a reunir ahora bajo el mismo techo de una familia que respira voleibol. Sus padres ya jugaron. Ángel Losada, el padre, hasta hace prácticamente cuatro años. “Llegué a jugar contra él”, recuerda Roi. La madre, Eva Gordaliza, lo dejó antes, precisamente cuando tuvo a su hijo. Una influencia innegable de padres a hijos y de hermano mayor a hermana pequeña.
“Para mí Roi es un ejemplo”, admite Inés, “él ya jugaba cuando yo empecé así que no había otra opción, veía que jugaba a buen nivel y quería eso para mí”, continúa. “A mí me fue muy fácil siempre”, dice Roi. “Mis padres lo entendieron desde el principio, siempre me dieron una educación relacionada con el mundo del deporte”, añade. Contó con su respaldo incluso cuando, con 14 años, recibió la llamada de la selección española y se fue a Palencia. “Estuve durante cuatro años. Lo único malo fue el Covid. A día de hoy soy el jugador y la persona que soy, gracias a ese tiempo”, indica.
Su hermana también siguió sus pasos, aunque a Soria, sede de la selección española permanente de categoría femenina. “Todo lo que pude ayudarla, y siempre que me lo pidió, lo hice. Pero al final ella siempre ha sido una chica muy independiente y muy fuerte. Sabía que no iba a tener problemas. Si hubiese tenido alguno estábamos mis padres y yo para ayudarla, pero me consta que disfrutó mucho”, continúa el mayor. “Para mí fue una experiencia muy especial”, confirma la pequeña, “iba un poco asustada pensando que podía ser muy difícil, pero al final todo se hace muy ameno, tus compañeras te apoyan mucho y se aprende mucho”.
Ella también se marchó con 14. Ahora con 17 estudia Segundo de Bachillerato y juega en el Zalaeta, con quien despuntó en la primera jornada de la semana pasada con 19 puntos. “No esperaba que me fuera tan bien”, reconoce, “siempre he sido una receptora más ofensiva que defensiva, mi punto fuete es el ataque, el saque y el bloqueo”. Cree que el equipo coruñés no está hecho, a priori, para ascender, pero a ella le gustaría “vivir una fase de ascenso o una Copa Princesa”, un objetivo que une al Mundial del próximo verano con la selección española.
Su hermano comparte también ambiciones. “Nosotros el año pasado ya participamos en la fase de ascenso, de hecho quedamos segundos y por motivos no se pudo ascender. Este año la plantilla es muy similar, prácticamente igual con un par de fichajes y algún jugador que se nos ha ido, así que el objetivo es el mismo: estar lo más arriba posible, pelear por la Copa Princesa y si se puede ganar algo, mejor”, valora el jugador del San Sadurniño.
En lo que se diferencian es en lo que esperan del futuro. “Yo quiero irme fuera, la idea es irme el año que viene a Estados Unidos”, comenta Inés, “me parece una experiencia completamente diferente y me gustaría probar sitios nuevos, siempre hay tiempo de volver aquí”. Roi, con 21 años, está más centrado en los estudios. Primero acabar la carrera de Nanociencia y Nanotecnología y después si surge algo en Superliga, la estudiará: “Ahora estoy centrado en la académico. Al final no somos futbolistas, ni siquiera jugadores de baloncesto. Lo que te va a quedar cuando te retires, más tarde que pronto, son los estudios. La vida dura mucho más que la carrera deportiva”.