28 de noviembre de 2021. CRAT Residencia Rialta-Olímpico de Pozuelo. Lluvia y barro en el Universitario de Elviña. No corrían ni cinco minutos cuando Leyre Bianchi (20 de enero de 1996, Alicante) se rompió el ligamento cruzado y el menisco de su rodilla izquierda.

El pasado domingo, 665 días después, se volvió a vestir de corto para jugar un partido oficial, el primero de la Copa FER, contra Getxo, también en Elviña. La delantera del CRAT, habitual en la segunda línea, salió de titular en la posición de ‘3’ aunque llevó el ‘1’ en la camiseta, disputó los 80 minutos y firmó dos ensayos. Fue nombrada la Jugadora Estrella Galicia de la jornada.

“Estaba un poco preocupada porque después de una lesión así no sabía cómo me iba a encontrar, pero durante el partido no me enteré de absolutamente nada y ni pensé en la rodilla. Acabé súper contenta”, declara una emocionada Leyre. “Jugar un partido entero cuando en muchos momentos de la lesión pensé que no volvería a jugar es increíble. Al acabar no tenía palabras. Es la única vez en mi vida que he llorado de felicidad”, añade.

El proceso

La dura travesía por el desierto que atravesó Bianchi empezó en uno de sus primeros partidos con el CRAT. “A nivel mental fue brutal: tenía muchas expectativas puestas en esa temporada, quería jugar al máximo nivel y fue un golpe bastante duro”, recuerda la alicantina, que vio como los plazos para volver a jugar se alargaron poco a poco hasta casi dos años.

“Tuve muchos problemas de desgaste y me costó más de lo debido. A todo el mundo le decía ‘el mes que viene vuelvo a jugar’ y yo me lo creía, pero el fisio me decía que fuera con calma. Lo procesé de la mejor manera que pude para seguir trabajando”, rememora.

El CRAT fichó a Leyre en 2021 por dos temporadas, la misma duración de su beca de estudios en la Escuela de Finanzas, pero ha encontrado trabajo en A Coruña y afronta su tercera temporada en el equipo y en la ciudad.

“Algún invierno, cuando llueve tres o cuatro días seguidos digo ‘ya está bien, que salga un poco el sol’, pero el verano aquí es una maravilla”, ríe la alicantina, que ha cambiado el plácido Mediterráneo por la incertidumbre y la dureza del Atlántico.

Tres años en Inglaterra

No es la primera vez que la delantera se embarca en una aventura lejos de su casa: “Cuando acabé los estudios y estaba trabajando de camarera, me surgió la oportunidad de probar en el Gloucester inglés. Era el año perfecto, al final encontré trabajo y me quedé tres”, recuerda Bianchi, que terminó en el equipo B.

“Lo primero que aprendí es la humildad: me fui allí pensando que era súper buena porque aquí jugaba titular en División de Honor. De primeras me pasaron al equipo B y fue un choque”, asume.

“A nivel más específico me quedo con la fuerza en los contactos: allí eran todas más grandes que yo y tenía que entrar al 200% o me caía de culo”, ríe Leyre, que pasó la pandemia en Inglaterra y cuando se relajaron las restricciones decidió hacer las maletas para volver a casa.

“Me cogió la morriña”, explica la alicantina, que se inició en el rugby durante su etapa universitaria en Madrid y antes de fichar por el CRAT jugó en el Sanse Srum madrileño, el Universidad de Alicante de su ciudad y el valenciano Les Abelles.