Se acabó lo que se daba. La resistencia del Liceo llegó hasta el tercer partido de las finales. Ante unas 3.000 almas que tiñeron de verde el Palacio de Riazor, el equipo coruñés se topó otra vez con el Barça, campeón de la OK Liga en un tercer partido resuelto con polémica y una tangana innecesaria.

Sergi Fernández, decisivo bajo los palos, sacó sus guantes de la portería para propinarle un manotazo a Pol Manrubia cuando el partido ya estaba visto para sentencia: 3-6 en el marcador y sólo unos segundos en el reloj. Hay que saber perder, dicen, pero sobre todo hay que saber ganar.

La derrota no empaña una gran temporada del Liceo, que defendió el título hasta el último aliento. Con siete cambios de cromos respecto a la plantilla que levantó el trofeo hace un año, el equipo coruñés superó todas las expectativas: llegó a la final de la Copa del Rey, también con derrota ante el Barça, acarició el pase a la Final a ocho de la Champions y tuteó a los azulgrana en la eliminatoria decisiva de la OK Liga. El tanteador del último partido (3-6) y el global de la serie (3-0) no reflejan la realidad. 

Ventaja efímera
 

El paisaje de las finales cambió en sólo cuatro minutos, los que tardó el Liceo en abrir la lata. El francés Bruno Di Benedetto culminó por todo el centro una rápida transición con asistencia del capitán Dava Torres.
 

Por vez primera en la eliminatoria, el equipo coruñés se puso por delante en el marcador, pero la alegría no duró ni tres minutos. Reaccionó el Barça y, en una acción detrás de la portería, Pau Bargalló le robó la cartera a Di Benedetto y asistió a João Rodrigues, que firmó el 1-1 a placer.
 

Se levantaron del golpe los verdes, como siempre. Manrubia y Fabri Ciocale probaron la resistencia del muro Fernández, que las para casi todas: con el casco, las manoplas o las guardas, le da igual.

De área a área

De área a área, Bargalló se recorrió media pista y encontró un pasillo para batir a Serra. 1-2. Como de costumbre, el equipo coruñés reaccionó en el acto con una jugada larga que llevó la bola por toda la pista hasta la derecha. Allí estaba Pol, que telegrafió una asistencia interior para Bruno, con la caña lista para embocarla. 2-2 y partido nuevo al descanso.

En la segunda mitad, el Liceo golpeó primero. Después de un remate cruzado de Bargalló, los verdes lanzaron el contragolpe, Sito Ricart habilitó a Bruno y el francés culminó su ‘hat-trick’ particular el día de su despedida como liceísta.
 

Faltaba la polémica. Y no tardó en llegar. El ex Marc Grau provocó un penalti más que discutible –ya estaba por los suelos cuando pisó el área– que encendió a la grada. El factor ambiental y un enorme Martí Serra le ganaron la partida a Hélder Nunes.

Bola parada y polémica
 

Con nueve faltas para cada equipo, los barcelonistas cometieron la décima primero. Fue por una simulación de Grau, que se ganó la advertencia del ábitro. Àlex Rodríguez, también en su último partido con la verde y blanca, buscó la escuadra con un chut directo, pero ahí estaba Fernández, otra vez.
 

La décima del Liceo llegó poco después y Bargalló no desaprovechó la ocasión. Amagó, zigzagueó y finalmente la picó por encima de Serra. El partido se abrió y el ‘8’ lo remató en una contra cuando la grada y el banquillo coruñés todavía reclamaban penalti sobre Bruno.
 

Con 3-4 y 5:25 en el reloj ya no se jugó mucho más. El Liceo acabó sin portero y con cinco jugadores de pista, pero las prisas y la fatiga le nublaron las ideas. El Barça ensució el desenlace con un gol a puerta vacía cuando Tombita estaba tirado sobre el parqué, una tangana y tres rojas, un final indigno para un campeón.