Tienes cinco, gastas cuatro
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Tienes cinco, gastas cuatro

Tienes cinco, gastas cuatro
Yunio Barrueta, durante el partido del pasado domingo entre el Leyma y el Real Madrid | ACB PHOTO / MÓNICA ARCAY

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El triple a tablero de Yunio Barrueta a dos segundos del final ha dado la vuelta al mundo. La trascendencia de lo sucedido en el Coliseum seguramente pueda ser comparable a lo ocurrido en Riazor con aquellos goles de Bebeto y de Ricardo Rocha en propia meta. La única diferencia quizá estribe en que en septiembre de 1992 desconocíamos qué era una web, un reel, un viral o Twitter.

 

Puede presumir el Básquet Coruña de muchas cosas más que su memorable e histórica victoria ante el Real Madrid. Desde su renacimiento en Liga EBA –el cuarto escalón del baloncesto nacional– tras vender la plaza en LEB Oro al Basket Zaragoza 2002 aquel mismo año, el club ha ido dando pasos cortos y seguros. Resumiendo, se inscribió en una maratón –algo muy de moda en nuestro días– para alcanzar la élite, una carrera de fondo que, pese a llegar al primer gran objetivo, parece no haber cruzado todavía la línea de meta.

 

Decía Joaquín Aneri –primer director general de la historia del Básquet Coruña– en la entrevista concedida a dxt campeón para el especial publicado el pasado domingo con motivo del inicio de la temporada, que el club lleva a rajatabla un rigor presupuestario y financiero. Fiel reflejo del trabajo sin prisa pero sin pausa. El mejor entrenamiento para un maratoniano.

 

Con anterioridad no lo tuvieron, o no pudieron tenerlo, ni el Bosco, ni el Basketmar. El Bosco tuvo que echar el cierre mediada una temporada, en febrero de 1988, veinte años después de convertirse en el primer equipo gallego en hollar la máxima categoría nacional. Las deudas y la falta de liquidez aniquilaron el primer gran proyecto de baloncesto masculino en la ciudad. Su heredero, el Basketmar, corrió la misma suerte en muy poco tiempo. En 1994, solo seis años después de su fundación. Pese al ímprobo esfuerzo del consistorio coruñés por mantenerlo con vida. De María Pita salió, por ejemplo, la idea de traer al Slobodna Dalmacija, la antigua Jugoplastika de Split, a jugar la Euroliga al Coliseum en plena guerra de Yugoslavia. Los beneficios iban a ser destinados para salvar al club nacido en los Maristas. Pero el negocio no dio superávit, sino todo lo contrario.

 

El Básquet Coruña nació dos años después, en 1996, fruto de la fusión entre el Ventorrillo y el Arteixo. Ya desde que su prenombre era Sondeos del Norte imprimió ese rigor financiero de hoy, partiendo de las carencias de la época. Aún así, el BC rápidamente ascendió a LEB Oro. Allí se mantuvo a base de corazón y mucho esfuerzo durante cuatro campañas en las que dispuso del, con diferencia, presupuesto más bajo de los participantes, de la mano de Caruncho, Devesa y Juan Díaz. Ni un reproche. Y ni una deuda. Los pozos de barrena no daban para más y hubo que vender. Seis campañas en las catacumbas del basket –cinco en el cuarto escalón e incluso una en el quinto–, un ascenso a LEB Plata y, sobre todo, la construcción de una estructura de cantera hasta entonces inexistente y que hasta hoy perdura fueron el legado de Julio Flores. El club, como todos en España, no vive de su semillero pese a contar desde la época del ex teniente de alcalde con más de 700 niños. Sin embargo, su labor social en ese sentido no tiene precio.

 

Carlos Lamora llegó y besó el santo con el ascenso a LEB Oro de 2012. Diez años después de la venta, el baloncesto coruñés regresaba a la segunda categoría nacional. Después, bajo la presidencia de Juan Carlos Fernández Herrero el equipo se consolidó a todos los niveles en la división de plata. Después, llegó el grueso de la directiva actual, liderada por Roberto Cibeira, con una ley inquebrantable e innegociable: “Tienes cinco, gastas cuatro. O cuatro y medio, pero nunca cinco y medio”, en palabras de Aneri.

 

El Básquet Coruña ha aumentado su prespuesto a más de 4 millones de euros. Ha fichado ha varios jugadores de talla internacional, como Brandon Taylor, LJ Figueroa, Phil Scrubb o Trey Thompkins. Ha pasado de 2.000 a 7.600 abonados. Y ha cambiado una cancha de 4.200 asientos por una de casi 10.000. Y se ha situado en el mapamundi del baloncesto con una victoria para la eternidad.

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