Magnífica puesta en acción del Maristas, que controló en todo momento antes ascendido Ponce Valladolid, un rival sin fichajes que no pudo hacer nada ante la superioridad física y de calidad de las jugadoras que entrena Fernando Buendía.
Una superioridad que se plasmó especialmente en la pintura, donde una de las caras nuevas en el equipo colegial, la serbia Marta Vulovic, fue dueña y señora.
Pese a ello, los locales cedieron demasiados rebotes en su aro en toda la primera mitad, el motivo principal de que al descanso se llegase con un inquietante empate a 42 puntos.
A la vuelta de vestuarios, las de Buendía subsanaron ese problema, pudieron correr, se soltaron un poco más en ataque y al Ponce se le hizo de noche.
El último cuarto sobró. Jugaron las menos habituales en ambos equipos y el marcador se resintió. Como también lo hizo el Maristas con las lesiones que sufrieron Lucía Galán y Raquel Botana –con peor pinta la de la primera–, únicas notas negativas de triunfo que dejó “contento” al entrenador del equipo coruñés.