Diego Epifanio visitó la redacción de dxt campeón, donde confirmó la impronta de tipo sensato, afable y con un marcado punto campechano y divertido que los periodistas debemos agradecer. Habló de pasado, presente y futuro, y dejó perlas. Dijo tantas cosas, y tan interesantes, que esta entrevista tendrá dos entregas.
Viendo cómo transcurrieron la temporada y la postemporada, ¿sería justo hacer dos valoraciones distintas?
Justo o no justo, no lo sé. La realidad es que hemos hecho una muy buen liga regular, yendo de menos a más, y que en los playoffs no hemos dado lo que se esperaba de nosotros, por muchos motivos. Creo que todos, sobre todo nosotros mismos, a nivel de vestuario, esperábamos más. Pero bueno, esto es deporte y pueden suceder muchas cosas.
¿Qué destacarías de la regular y qué borrarías, en caso de que tengas algo que borrar?
No borraría nada. Si acaso la lesión de Olle (Lundqvist), que nos hizo sufrir un poco. Nos costó adaptarnos, por ser muchos jugadores y entrenador nuevos, pero la primera vuelta fue un aprendizaje para poder competir en la segunda a ese muy buen nivel.
¿Qué falló concretamente en la serie contra Gipuzkoa?
El fallo más grande es el primer partido. Nos condicionó la serie. Ellos venían muy tranquilos y confiados; sabían que no eran el equipo que se nos había dado mejor. No estuvimos duros ni finos en ataque, y también la presión y el miedo escénico... Se juntaron muchas cosas. Ellos cogieron mucha confianza y a nosotros nos entraron muchas dudas. Además fallamos nueve tiros liberados, y eso en la élite es mucho.
Creo que el resto de la serie discurrió más o menos normal. En el segundo partido competimos mejor, pero ellos ya iban con mucha confianza. Creo que si el primer partido hubiese sido de otra manera, la serie habría sido otra cosa.
La primera vuelta fue un aprendizaje para jugar en la segunda a muy buen nivel
Al hilo de los tiros liberados. Está asumido, en un plano general, que los entrenadores son los responsables de lo que hace y no hace su equipo...
Tiene que ser así (risas).
¿Hay una diferencia entre responsable y culpable, entre comillas? Porque el entrenador no puede fallar un tiro fácil para ganar un partido...
Ya, pero yo lo creo ciegamente. Los entrenadores tenemos la suerte de poder hacer muchas cosas. Está claro que si no tienes buenos jugadores no puedes competir, pero nosotros somos los que tomamos las decisiones de quién tiene que jugar, cómo tienen que jugar. Y este año era muy fácil. Pero a veces el deporte es así.
En fútbol, por ejemplo, a veces tiras una vez y metes un gol, y otras tiras diecinueve y metes cero. Mi discurso siempre es que lo único que un jugador no hace mal, conscientemente, es fallar. Nuestro trabajo es intentar buscar la mejor solución para el mejor tiro posible. Mira el Madrid, en la final de la Euroliga. Un jugador que llevaba cero puntos mete la canasta que le da el título. Si la hubiese fallado Llull, no hubiesen sido campeones de Europa. Eso es el deporte.
Cada uno tiene su valoración. Seguramente algunos aficionados tendrán una distinta a la mía, pero a veces lo bonito del deporte, y lo injusto, es que sólo se juzga el resultado. Yo cometo errores, como todos, pero tengo la suerte de que los jugadores creen ciegamente en lo que les proponemos. Ser entrenador es más fácil que ser jugador. No todos podemos ser jugadores. Ser entrenador... (ríe). Al final, la gente paga la entrada por ver la toma de decisiones y el talento de los jugadores. Tenemos que intentar salvaguardarlos, porque lo más importante es que el vestuario esté unido. Por eso no soy partidario de que los entrenadores descarguen la culpa en los jugadores. Los porcentajes dicen que lo normal es que un jugador falle más que meta; entonces, lo importante es tener muchas opciones para intentar tener los mejores porcentajes.
Lo único que un jugador no hace mal, de manera consciente, es fallar
¿Este tipo de ambición es positiva, negativa, o lógica?
Creo que es buena para los clubs. Cada uno dentro sus posibilidades, claro. A veces los equipos campeones no tienen que por qué ser las plantillas más caras. Tienen que tener trabajo, una química, suerte... En este sentido, nosotros íbamos muy bien, pero al final las sensaciones no han sido buenas. Muestra de lo que ha sido el año es que el grupo humano era excelente. No es el típico equipo que acaba la temporada y está deseando irse. A día de hoy aún quedan nueve jugadores en la ciudad.
¿Cambiarías algo del planteamiento general del playoff?
Nos sirvieron mucho los partidos que habíamos jugado contra ellos. Lo he hablado con Lolo (Encinas, su homólogo del Gipuzkoa) y coincidimos en que la serie fue muy chula a nivel de entrenadores. En plan “tú haces esto, yo hago lo otro, tú haces otra cosa”. Nos lo pasamos muy bien, aunque él rio el último y se lo pasaría mejor (risas). Fuimos planteando cosas, quitamos algunas por sabíamos que no nos iban a dejar hacerlas. Creo, sinceramente, que ellos no tuvieron que hacer tantos cambios, porque lo que nos iban planteando les iba saliendo. Nosotros tuvimos que cambiar más, no porque estuviesen saliendo mal, sino por intentar castigar su defensa de otras maneras y buscarnos más tiros liberados.
Entiendo que los críticos piensen que tenemos que hacer más autocrítica, pero creo que más autocrítica que nosotros no la hace nadie.
Los equipos campeones no tienen por qué ser las plantillas más caras
No es sólo aplicable a la presión mental. Ellos, por ejemplo, tienen jugadores como Oroz, Motos, Carlson o Sollazzo, que ya se han visto en muchas de estas, y por eso estuvieron muy cómodos. En eso y en cerrarse muchísimo. Al final, en este deporte hay dos opciones: tienes que defender y que te metan en la pintura o te metan de tres. Ellos optaron por pisar los cinco jugadores la pintura, y nosotros no estuvimos acertados.
En la serie intentamos de todo en defensa. Individual, ‘macht up’, zona, caja y uno... Incluso depués de tiempo muerto les hicimos la contraria de la que les acabábamos de hacer... Probamos muchas, hasta defensas distintas en la misma posesión. Pero...
¿Fueron la pintura, concretamente el poco rédito sacado a las segundas oportunidades, y la mala puntería exterior las claves de la eliminatoria?
Gipuzkoa es el equipo que menos balones pierde y que juega a menos posesiones; nosotros somos el que más pierde y el que juega a más posesiones. Era el choque de dos conceptos distintos. Ellos tenían muy claro que a un ritmo de cinco contra cinco le iba bien. Y nosotros estuvimos mal en todo lo que tiene que ver con el tiro, incluso en los libres.
Entonces, ¿qué pasa? Que ellos, en el rebote defensivo, al estar tantos jugadores en la pintura, te hacen dudar si ir al rebote ofensivo, porque si no lo coges, tu par va a correr. Nos fue creando una psicosis: no metemos de fuera, no podemos ir a al rebote ofensivo porque nos pueden anotar a la contra. Eso te va comiendo el tarro, y al final nos hicieron jugar como ellos querían.
Entiendo que los críticos piensen que tenemos que hacer más autocrítica, pero creo que más autocrítica que nosotros no la hace nadie
Y hay otra cosa. Nosotros defensivamente tenemos la propuesta de saltar al dos contra uno, que nos fue muy bien en la liga regular, pero ellos jugaron tan tranquilos que no tuvimos opciones. Querían su cinco contra cinco y no correr nunca. Espero que me sirva de aprendizaje.
El año pasado estuve en la final, y la perdí, este año perdí en cuartos de final de los playoffs, y espero que el año que viene el destino me recompense con algo mejor (risas).
(continuará...)