Si preguntas por la calle que digan el nombre de un copiloto, todos van a decir el mismo: Luis Moya (A Coruña, 1960). Tal es el impacto de este coruñés que siempre estará ligado a uno de los más grande del mundo del motor como es Carlos Sainz. Para el recuerdo estarán los título mundiales y aquel famoso "por Dios, trata de arrancarlo".
Esta leyenda, que estuvo a punto de irse muy pronto cuando sufrió un aneurisma, hace ya unos años, sigue estando en plena forma para poder disfrutar de la vida y de su pasión: los rallys.
Antes de nada, ¿cómo te encuentras?
Muy bien. Afortunadamente muy bien. Sigo haciendo vida normal. Di en manos de fenómenos como Ángel Martínez Múñiz, el médico que me operó, o Juan Macho en Barcelona, que, hoy en día, son grandes amigos. Afortunadamente, tenemos una gran medicina en España y estoy muy saludable.
Gracias a ellos, puedes seguir disfrutando del motor.
Sin lugar a duda. Me encanta el mundo motor y nunca dejará de gustarme. Es un deporte fabuloso.
¿Esa pasión es algo para siempre?
Sin lugar a duda. En los rallys, yo valoro mucho a los voluntarios. Yo creo que es un deporte que, difícilmente, se puede encontrar un deporte con más voluntarios que este. Quizás solo los Juegos Olímpicos. Porque son voluntarios que, en un rally, se tienen que levantar a las cuatro de la mañana para irse al monte, en un sitio como Galicia, donde no es fácil, porque la climatología no acompaña como en el sur de España o en Canarias, que hay mucha afición. Aquí, los voluntarios van, y con suerte, les dan un bocadillo y un refresco. Y van encantados. La gente de los rallys es muy apasionada, cómo somos todos.
Al final, están hechos de otra pasta.
Totalmente.
¿Por qué decidiste hacerte copiloto y no conducir tú?
No probé lo de conducir porque yo no me veía unas cualidades especiales para ser piloto. Sin embargo, me encantaban los rallys y tenía mucha envidia de amigos míos que corrían, porque teníamos mucha afición. Toda mi pandilla hablábamos de coches. Yo tenía envidia de mis amigos, que eran copilotos, y me gustaría serlo, pero no tenía la ocasión y tampoco lo buscaba. De repente, un día, José Mariñas, que en paz descanse, en la terraza de la cafetería Marte, al lado de la plaza Vigo de A Coruña, no se me olvidará jamás, me dijo si quería correr un rally con él el Rally Rías Baixas. Para mi fue como si viniesen Papá Noel, los Reyes Magos y mi cumpleaños en el mismo día. Fue una ilusión tremenda. Ahí empezó todo.
¿Cómo surgió la opción de ser copiloto de Carlos Sainz?
Yo empecé con José Mariñas, con el que gané mi primer rally, el de Ferrol. Luego pasé a correr con el que era su cuñado por aquel entonces, José Mora. Con él tengo mucha relación, porque hoy es mi cuñado. Él tenía el equipo Renault aquí, en A Coruña. Corríamos con ese equipo y a través de esa relación con Renault, Guillermo Barreras, me fichó. Le pidió a José que me dejase ir al Campeonato de España. Lo empecé a correr con él, pero luego no disfrutaba mucho en el coche con él, no me entendía aunque es un gran amigo y le tengo mucho aprecio. Con todo, fue un gran maestro porque él había sido copiloto y me enseñó mucho sobre cómo había que entonar las notas. Yo, seguramente, lo habré mejorado o no. Al final, con el tiempo, hablé con él y, dos rallys antes del final de temporada, le dije que buscase copiloto. Luego, cuando se acabó la temporada, el copiloto de Carlos Sainz, que falleció el año pasado, Antonio Boto, que en paz descanse, fichó como Team Manager del equipo Opel España. Entonces, Carlos Sainz me llamó estando yo en la ciudad vieja, en el restaurante el Sauce. Allí fue donde empezó mi relación con él.
¿Aprendiste de todos tus pilotos?
Por supuesto, porque Guillermo fue un maestro. Primero con José aprendí a ser profesional, aunque corríamos a nivel amateur. Entre las pruebas que corríamos estaban el Campeonato Gallego y la copa de España. Además, José era un piloto que tenía un feeling extraordinario con el coche. Con Carlos ya estaba bastante formado, entonces no me tuvo que pedir mucho. Solo que trabajase con la mayor intensidad y profesionalidad posible, que es lo que hice toda mi vida.
¿Cumpliste todos tus objetivos personales?
No, cumplí muchos más de los que pensaba. Jamás en mi vida me pude imaginar que llegara a conseguir lo que he conseguido, el reconocimiento que tengo, el sentirse tan querido por la gente… no me lo imaginé en mi vida. Recuerdo la primera vez en mi vida que me subí con Carlos en el coche, en el Rally de Portugal, entrenando, nos subimos en Lisboa. Vino José, el mecánico que tenía, con una Renault Tranzit y un remolque con el coche de correr. Nos bajamos, fuimos hacia el primer tramo, y Carlos me dijo: Luis, ¿tú sabes por qué vamos al mundial de rallys? Y yo le dije que para competir lo mejor posible. Él me dijo que no, que íbamos porque iba a ser campeón del mundo. Y lo miré, con esos ojos grandes que tiene Carlos, y dije: Es que lo dice en serio. Se me puso la carne de gallina entonces, y se me pone ahora. Entonces, me di cuenta de que esto es algo mucho más serio de lo que yo me imaginaba.
¿Te puedes quedar con un solo momento?
Por supuesto, el primer campeonato del mundo fue especial. En aquella época, España no triunfaba en el mundo, ya no solo en el motor, sino en el deporte. Entonces, habíamos tenido a Manolo Santana, a Manolo Orantes, Ángel Nieto y poco más. Hoy en día, afortunadamente, España es una potencia del deporte en general. Están Rafael Nadal, Pau Gasol, Marc Márquez… Hemos ganado el campeonato del mundo de fútbol, de baloncesto, de balonmano... Antes no habíamos ganado nada y nosotros abríamos telediarios. Por tanto, cuando empecé con Carlos, teníamos muchísimo tirón. Por eso, tenemos el reconocimiento que tenemos y se nos reconoce de esa manera.
El peor serían esos fatídicos cuatrocientos metros…
Sí, fue un momento muy complicado. Además, yo soy una persona de lágrima fácil. Aquel día lloré mucho. Luego, a la semana, ya estábamos entrenando para Suecia. Además, nosotros ya habíamos ganado dos campeonatos del mundo. ¿Podíamos haber ganado más? Seguro que sí pero también podríamos no haber ganado nada. Entonces, siempre hay que encontrar la parte positiva en la vida y yo siempre se la encuentro.
¿Echas de menos de tu época competitiva?
En absoluto. Yo creo que fueron muchos años muy intensos. Quince años con Carlos, aparte de los que había hecho antes y no lo echo de menos. Es cierto que he competido en otras cosas como en triatlón, maratones, natación en larga distancia… me gusta competir y sigo entrenando porque me gusta estar físicamente bien. Siempre estoy preparado por si algún día tengo que hacer algo de natación o si voy a subirme, de nuevo, en un coche con Carlos. Probablemente hagamos algún rally juntos por lo que me gustaría estar preparado físicamente.
Entonces, ¿se va a llevar a cabo esa reunión entre Carlos Sainz y Luis Moya?
Carlos, siempre que hablamos, me dice que tendremos que hacer un rally juntos otra vez. Yo le digo: Carlos, cuando tú lo digas, porque yo estoy dispuesto. Siempre estoy preparado y me hace mucha ilusión. Estuvimos, hace poco juntos, en Asturias, en un homenaje que se le hizo a Antonio Boto, y pasamos por un par de tramos… Y la verdad es que me apetece mucho hacerlo, pero cuando él diga, ya sabe que yo estoy dispuesto.
Cambiaron mucho los coches, ¿os adaptaríais bien?
Hombre, hay que pensar que entre los dos sumamos más de 120 años. Yo tengo 62 y Carlos cumple 60, así que tenemos una edad avanzada. No se puede pensar que vamos a ir como antes, pero si que es verdad que cuando he hecho rallys clásicos con Carlos, independientemente de que no participemos en ningún campeonato, lo haremos con la mayor seriedad posible. Entrenamos igual que antes, intentamos hacer todo lo que nos permite el reglamento y hacerlo lo mejor posible. No sabemos hacerlo de otra forma.
¿Encuentras muchas diferencias entre los rallys de ahora y los de antes?
Claro que hay diferencias. Pero hay gente que me dice: Luis, en vuestra época eran mejores. Yo les digo que no, que no eran mejores, eran diferentes. La vida ha cambiado mucho. Nosotros, cuando empezamos a correr, no existían los teléfonos móviles, no existía Internet. Eran cosas diferentes. Viajábamos con la guía Michelín, buscábamos los hoteles, parábamos en cabinas telefónicas para llamar... Es diferente, hoy ha cambiado mucho. Antes en el Rally de Portugal, íbamos desde el sur hasta el norte y luego volvíamos a bajar. Eso, hoy en día, es impensable porque es un coste muy elevado, también para los equipos. Entiendo que se hacen de forma diferente.
¿Estás a favor de que se use la tecnología, como los simuladores, para aprenderse los tramos antes de ir?
Nosotros, cuando empezó a haber la época de las cámaras onboard en todos los coches, Carlos y yo nunca fuimos a mirar vídeos. Entre otras cosas porque Carlos me decía: Luis, si me pongo a ver un vídeo me duermo. Se ponía a verlo en la cama del hotel y se dormía. Entonces, nuestro gran objetivo siempre fue hacer unas grandes notas. Entiendo que es bueno usar la tecnología pero tal vez hay que diferenciar el uso del abuso. Creo que, en muchos casos se abusa demasiado de intentar aprenderse de memoria los tramos. Yo creo que el objetivo principal es hacer unas buenas notas.
Entonces, ¿lo que importa sigue siendo las manos del piloto y reconocer en persona los tramos?
Sí, porque en los rallys, la simulación aún no es la misma que en los circuitos. En ellos, parece ser que los simuladores, esto me lo ha dicho Carlos que probó simuladores de Fórmula Uno buenos, que no es lo mismo, pero simular un circuito, es relativamente sencillo. Sin embargo, simular un tramo de un rally es mucho más complicado.
Aún así, hay algunos que lo usan para divertirse pero, al fin y al cabo, es como un entrenamiento...
Sí, pero yo creo que ahora es algo que se ha convertido en un hábito entre todos los jóvenes que están corriendo ahora. Miran mucho los vídeos. Yo creo que una cosa es mirarlo y otra abusar mucho de ellos. Hay que entender que necesitas un tiempo de descanso, porque no se trata de terminar de entrenar, me pongo a ver vídeos, ceno y me vuelvo a poner a ver vídeos, quitándole horas al descanso. Yo creo que hay que encontrar un equilibrio.
¿Qué le recomiendas a aquellos que quieren empezar en los rallys?
Como copiloto cuesta iniciarse mucho menos. Vas invitado por un piloto, que es el que se pelea por conseguir los patrocinios. Independientemente de que el copiloto pueda echar una mano.
Yo recomiendo que tengan mucha ilusión, muchas ganas de trabajar, una gran pasión. También, prepararse bien en todos los sentidos. No solo en el físico y en la cabeza, sino formarte. Si empiezas como piloto, en los rallys, en el campeonato gallego, por ejemplo, pues tu objetivo es llegar muy lejos, podrás llegar al Campeonato del Mundo. Si llegas allí, es muy importante que sepas inglés, porque cuando llegues lo vas a necesitar. Además, tú vas a ser embajador de una marca que te paga y te patrocina. Para ser embajador de esa marca tienes que estar preparado para comunicar. Entonces hablar inglés es muy importante, incluso más idiomas, si es posible. Porque si comunicas bien, se te pueden abrir muchas puertas en un futuro.
Y por último, ¿qué te parece que un periódico como el DXT saque una sección de motor local?
Me hace mucha ilusión. Yo, hace muchos años, empecé con esta sección del motor. Empecé escribiendo en el Ideal Gallego, cuando hacíamos ochos páginas semanales con Andrés Ríos, en el año 84. Máximo Sanz, entonces propietario del Ideal Gallego, me había llamado y yo me animé a hacerlo y a escribir artículos sobre motor. Entonces, me hace muchísima ilusión porque aquí comenzó todo.