Iván Fernández Sánchez (A Coruña, 2004) es un joven que vive un sueño en el deporte que le gusta y que siempre ha practicado, el fútbol sala. Ello se debe a que este verano, después de varios años rindiendo a gran nivel en las diferentes categorías inferiores en las que ha competido, ha recibido una llamada del Noia Portus Apostoli, equipo de la Primera División española, la mejor liga del mundo.
El club barbazano le propuso incorporarlo a su disciplina como portero del equipo filial que milita en la Tercera División y tercer portero del equipo de la máxima categoría estatal.
Tras muchas temporadas de trabajo, constancia e ilusión parece que lo frutos empiezan a cogerse y el Noia Portus Apostoli te ha reclutado para poder codearte con lo mejor de lo mejor del fútbol sala nacional. ¿Qué pensaste al recibir la llamada del club barbazano?
Haber recibido esta llamada ha sido todo un privilegio para mi persona. Uno cuando es niño sueña con llegar a lo más alto posible en el fútbol sala, que es el deporte que más me gusta. Por ello el hecho de poder entrenar con gente que de pequeño veías por la televisión y que lleva muchos años dedicándose de manera profesional a este deporte es algo que uno lo ve como un sueño y, en mi caso, se ha cumplido.
¿Qué es lo que más miedo te daba del cambio que has decidido realizar?
Tener que vivir fuera es lo que me hizo pensármelo un poco más. Tener que cocinar, gestionar la limpieza de mi piso por primera vez e independizarme así casi sin haberlo pensado era algo que quizás me podría echar para atrás, y aún por encima hacerlo lejos de mi familia, mi novia y mis amigos hacía también que me plantease si de verdad me gustaba el fútbol sala lo suficiente como para sacrificar ciertas cosas.
Ya eras conocedor del trabajo que realiza un equipo de Tercera División, categoría en la que compite el filial del Noia. Ahora has empezado a trabajar en la dinámica del primer equipo, que milita en la Primera División. ¿Cuál es la mayor diferencia con la que te has encontrado en el trabajo de uno y otro equipo?
El ritmo de trabajo es otro. Al final tienes que preparar en cinco días el rival del fin de semana y no hay tiempo para lamentos, ya que cuando te quieres dar cuenta ya tienes el siguiente partido a la vuelta de la esquina. También, como es lógico, está la diferencia de calidad de los entrenamientos. En mi caso, al ser portero, a la hora de parar hay una diferencia inmensa, y es que si te quedas quieto en la portería, el balón ni te roza el cuerpo. Los golpeos, los pases, la intensidad en las tareas, incluso la información que se da en la pista entre jugadores es otro nivel.
Entrar en un vestuario en el que están jugadores que hace unos días eran tus ídolos como Pola, David Pazos, Pirata, Attos, Sarmiento, Henrique…) tuvo que ser impactante. ¿Qué sentiste?
Los primeros días estaba un poco abrumado, lo que me hizo estar algo tímido, pues, como te decía antes, son jugadores que llevo viendo en la televisión desde pequeño, cuando me empecé a aficionad al fútbol sala. El hecho de compartir vestuario con ellos al principio era como si todavía no me lo creyese. Si que es verdad que yo pensé que al ser el segundo más joven del vestuario iba a pasar un poco más desapercibido y que ellos iban a ir más a su rollo, pero nada más lejos de la realidad ya que desde el primer día he visto un muy buen ambiente en el vestuario y jamás pensé que iba a tener tan buena relación como tengo ahora con todos ellos. Desde el día en que llegué me trataron como uno más y eso se agradece mucho.
Citamos antes a Sarmiento y a Henrique, dos compañeros que comparten tu demarcación de portero. Estar con dos de los mejores porteros del mundo, ¿es una masterclass o una presión añadida?
Al principio si que había un poco de presión por el posible hecho de que viesen muy claros mis defectos. Sin embargo, con el paso de las sesiones fuimos relacionándonos mucho más y siempre que pueden me ayudan en todo. Es un privilegio poder recibir consejos de los dos, además sabiendo que lo hacen para que yo pueda mejorar en mi rendimiento. Saber que tengo el apoyo de unos profesionales como ellos dos también me permite tener una mayor confianza.
De todos es conocido la experiencia de Tomás de Dios (entrenador del Noia Portus Apostoli). ¿Cómo te has encontrado al trabajar con alguien de este bagaje? ¿Has notado mucho la diferencia?
En el aspecto entrenadores la verdad es que en mi trayectoria siempre he tenido suerte. En el 5 Coruña la mayor parte de los años he estado con Pachi Fernández, que tiene muchísimos conocimientos de fútbol sala, pero también lo que se agradece en un entrenador es que sea cercano a sus jugadores y tanto en el caso de Tomás como en el de Pachi así es. Si que es verdad que en Tomás me ha sorprendido, ya que al llegar a un equipo de Primera División tenía la idea de que para ellos era venir, dar las indicaciones y conseguir los tres puntos, pero también se preocupa por el estado y la vida fuera del 40x20 de los jugadores. En mi caso siempre ha estado ahí para ayudarme a integrarme en el equipo y en cualquier aspecto o tema que necesitase.
Tu llegada a Noia ha tenido que ser cada día una montaña de emociones y de aprendizaje y que te hará estar en una nube. Antes comentaste que has dejado a tu pareja, tus amigos y tu familia. ¿Cómo llevas esta parte?
Como te comentaba antes, esta circunstancia me hizo reflexionar un poco más para tomar la decisión en un sentido u otro. Tras sopesarlo todo, contesté afirmativamente. Por ello ahora cuando tengo un hueco el fin de semana o algún día que no tenemos doble sesión para entrenar aprovecho para ir hasta A Coruña a hacer una visita. No obstante si que es cierto que a pesar de entrenar casi todo el tiempo y hacer lo que me gusta, echas de menos compartir momentos con la pareja, tu familia y amigos.
¿Y el hecho de dejar a tu equipo de toda la vida?
Igual. Si me coincide bien a veces voy a verlo jugar o me acerco a saludar a los jugadores, pero algo que agradezco son las llamadas que muchas veces he tenido de varios excompañeros preguntándome que tal va todo por aquí.
Compartes piso con otros componentes de la plantilla. ¿Cómo llevas lo de las tareas de la compra y la cocina? Siendo jóvenes os habrán sucedido numerosas anécdotas.
Ni yo me imaginaba que tantas cosas podían suceder en un piso (risas). La convivencia está siendo muy buena. Ahora quedamos dos porque el otro chico (Álex García) se ha ido cedido a Burela. A Pau (su compañero en el piso) ya lo conocía de compartir vestuario en la selección gallega y es una gran ayuda que la primera vez que uno sale de su casa pueda convivir con alguien con quien ya tienes confianza. Pero si tenemos que darnos algún tirón de orejas nos lo damos y no pasa nada (nuevas risas).
Volviendo al tema deportivo. Al iniciar esta aventura en Noia las metas que te has marcado son las máximas. ¿Contabas con participar tanto en el primer equipo? ¿Cómo te sentiste en tu primera convocatoria para un partido en la Primera División (en Cartagena)?
El otro día lo estuve hablando con un compañero. Cuando me vi en el túnel de vestuarios en el Pabellón de Cartagena, rodeado de muchos de mis ídolos, tenía una sensación que no sabría describir. Salí a la pista con una sonrisa que reflejaba eso y pensé en el niño que fui y que ese día vio cumplido el sueño de vivir un partido en la Primera División y sentí una satisfacción increíble.
Durante la pretemporada del primer equipo has contado con minutos. Además, has sido convocado en las dos primeras jornadas ligueras. ¿Cuándo llegará el debut?
De momento no tengo prisa, pero ojalá que se dé pronto. No obstante ya es un premio el poder estar entrenando con el primer equipo del Noia Portus Apostoli, el haber jugado durante la pretemporada y aún más el haber sido convocado las dos primeras jornadas.
Acabas de llegar a la élite y ayer jugabas a futbito. ¿Qué le dices a los niños y niñas que ven dónde has llegado?
Que jamás pierdan la ilusión de llegar a cumplir su sueño y que sigan trabajando para poder lograrlo. A veces hay que sacrificar ciertas cosas para que se cumpla, pero todo esfuerzo tiene su recompensa y tarde o temprano este llegará.