El pulso entre la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y el Consejo Superior de Deportes (CSD) convirtió la jornada del jueves en un despiadado frenesí en torno a las sedes mundialistas del 2030, un trajín del que la candidatura de A Coruña salió de nuevo reforzada mientras Vigo, a pesar de las presiones del organismo adscrito al Gobierno, pierde pie de cara a una posible ampliación a trece escenarios que cada vez parece más lejana y que propiciaría que dos estadios gallegos albergasen partidos mundialistas, tal como ocurrió en 1982.
Los acontecimientos parecieron precipitarse a partir de una reunión interna convocada ayer por la mañana en la sede federativa de Las Rozas. Los plazos se acortan y España debe definirse, sin ningún tipo de dudas, antes del 31 de julio. Todo está claro desde principios de mes y así lo anunció este diario a través de una información en la que se apuntaba que A Coruña entraba entre las once titulares y Vigo se quedaba, con Valencia, en el banquillo a la espera de una negociación que propiciase una repesca. Pero Portugal y Marruecos, los otros países coorganizadores del evento no están por la labor de que dos nuevas sedes entren en el reparto de partidos.
El CSD asume que la elección de sedes corresponde a organismos futbolísticos
Todo estaba preparado para que a media tarde de ayer se hiciesen oficiales las once sedes mundialistas, pero en este escenario apareció de pronto un invitado. José Manuel Rodríguez Uribes, un filósofo que durante año y medio fue ministro de Cultura y Deportes y desde el pasado mes de diciembre preside el CSD, al remitir una misiva a la sede federativa. En ella fija de manera formal la posición del Gobierno y recuerda al ente futbolístico que el Mundial es “un proyecto de país”. Tras esa presentación reconviene a la federación para que adopte una “posición de máximos con respecto a las sedes postulantes”.
“Específicamente, solicitamos que se trabaje en la inclusión de trece sedes nacionales dentro de la propuesta oficial, es decir, todas las que siguen adelante en este momento en la carrera por ser sede mundialista”, apunta el valenciano Rodríguez Uribes en su comunicación.
El evento mundialista, que en 2030 llegará a su centenario, lo organiza la FIFA en colaboración con las federaciones nacionales que así lo soliciten y resulten seleccionadas. La capacidad gubernamental para influir en ese montaje debería de ser nula, pero el Gobierno español a través del CSD ha optado por entrar en el partido en el tiempo de descuento y apunta al “impacto en el mayor número posible de ciudadanos”, “la mejora de infraestructuras” o la captación de “inversión extranjera” para justificar su irrupción.
Varias de las sedes ya confirmadas entienden que tras este repentino fervor subyacen motivaciones políticas en el caso de Vigo y de carácter territorial en el de Valencia, que además de ser la tercera ciudad más poblada del país fue sede de los partidos de la selección española en el Mundial de 1982. Así las cosas, a menos de dos semanas del final de un proceso iniciado hace tres años, Uribes invita a la Federación a trabajar “diligentemente” junto a sus homólogas de Portugal y Marruecos para que España tenga trece sedes mundialistas.
Las opciones de Vigo son remotas y se centran en la presión gubernamental
Entre el estupor y el disgusto por todo este viraje y las presiones que se derivan, los federativos habían convenido que quizás era conveniente encontrar la manera de hacerle un hueco a Valencia, sobre todo si como parece logra dejar atrás los problemas que han paralizado las obras del Nou Mestalla.
Pero la opción de Vigo se considera inviable en esas instancias federativas. Y se alude no solamente a la viabilidad del proyecto sino a una cuestión territorial: con Oporto y A Coruña confirmadas para la cita, estaríamos ante una tercera sede en un radio de apenas 300 kilómetros. Portugal y Marruecos no quieren saber nada de estos asuntos. Y la FIFA ya ha deslizado su desagrado por la informalidad española.
La primera respuesta federativa a Uribes se deslizó a través de filtraciones a medios de comunicación que dejaron claro en la mañana de ayer que sólo se consideraban las once sedes ya aprobadas: además de la de A Coruña, las dos en Madrid, dos de Barcelona, Bilbao, San Sebastián, Zaragoza, Sevilla, Málaga y Gran Canaria. Y todo apunta a que así será y la maniobra postrera de ayer, la segunda tras la que hizo fracasar la reunión con las otros países organizadores en Agadir a principios de mes, no será más que un gubernamental brindis al sol (y por escrito) para justificarse. El propio Uribes asume en la carta que la elección de las sedes se circunscribe “al ámbito federativo y en última instancia al de la FIFA” y se despide expresando su disposición para conseguir que la candidatura española sea “un éxito”.
A Coruña logró en la valoración de la comisión técnica federativa una puntuación superior a la de Vigo con un proyecto que presenta una ampliación del estadio de Riazor hasta las 48.000 butacas y una inversión económica que se iría al entorno de los 100 millones de euros. Con todo, el vicepresidente de la RFEF y presidente de la territorial gallega, Rafael Louzán, ha deslizado la posibilidad de que el aforo exigido sea menor y de esta manera reducir el gasto. Las previsiones de la candidatura coruñesa apuntan a que se jueguen en Riazor cinco de los 104 partidos previstos en un Mundial de 48 selecciones, uno de ellos podría ser una eliminatoria de los dieciseisavos de final.
La ciudad herculina llega a la meta en un proceso del que se han retirado candidaturas como las de Gijón y Murcia. Fueron quince las opciones que iniciaron el camino y A Coruña lo ha completado con un proyecto que convertirá Riazor no sólo en un estadio de fútbol sino en un recinto que albergue todo tipo de eventos.