La selección gallega no tuvo el regreso esperado y cayó derrotada ante Panamá (0-2). A Irmandiña lo intentó y mereció algún gol pese a atacar a tirones, pero se vio penalizada por una floja puesta en escena en el apartado defensivo. Todo ello quizá motivado por solo haber tenido un día para preparar el partido y encontrarse enfrente a un equipo más rodado, que está en plena preparación para la Copa América de este verano.

Diego Martínez presentó una alineación que juntaba a Lucas Pérez con Iago Aspas, los dos máximos estandartes de Deportivo y Celta, pero el jugador de Moaña se resintió de una molestia que arrastraba desde el pasado fin de semana, cuando debió ser sustituido ante el Valencia. No pudo saltar al terreno de juego y en su lugar entró Iker Losada.

Tras la interpretación del himno gallego por parte de Tanxugueiras, el encuentro dio comienzo y el de Monelos comenzó a mostrarse muy activo. Era consciente de que no iba a tener demasiados minutos, por lo que buscó agradar a Balaídos, que le aplaudió.

En esos compases iniciales brilló el pie de Héber Pena, que dejó un fantástico pase de tacón que se coló entre las piernas de un jugador panameño.

No pasó demasiado hasta el minuto 20, más allá de algún centro al área del combinado centroamericano, fuerte en ese apartado. Aunque quien dispuso del primer tiro a puerta fue Galicia, en una falta lejana de Lucas Pérez que atrapó en dos tiempos Orlando Mosquera.

Se repitió

Poco después, Iván detuvo con facilidad el primer intento de Panamá, que no tardó en ponerse por delante. Jonny derribó a Martínez en el área con un empujón y el colegiado no dudó en señalar penalti. Marcó Eric Davis, pero debido a su ‘paradinha’ hubo que repetirlo al adelantarse por ese motivo varios jugadores de su combinado. A la segunda, cambiando el lado de lanzamiento, y pese a que Iván Villar adivinó sus intenciones y la rozó, el balón volvió a ir para dentro.

Galicia encajó bien el gol, de la mano de un Lucas que estiró al equipo con un potente zurdazo ante el que reaccionó bien Mosquera. En ese tramo, ‘A Irmandiña’ vivió durante cinco minutos cerca del área rival. Pero entonces le llegó la hora al de Monelos, que se retiró para descansar de cara a la vuelta contra el Castellón, donde el Depor buscará el título de la Primera Federación.

Parecía que podía llegar el empate, ya que Manu Justo, el hombre que entró por Lucas, dispuso de otra gran ocasión al disparar sin éxito en posición franca dentro del área.

No fue así, sino lo contrario, debido a que el conjunto gallego afrontó con demasiada pasividad un córner botado por el equipo centroamericano. En el segundo palo estaba muy atento Roderick Miller para aprovechar el balón muerto y hacer el 0-2, que ponía el partido muy cuesta arriba.

Antes del descanso, Panamá sufrió la mala noticia de la lesión de Andrés Andrade, que parece tener afectado el ligamento cruzado. Como siempre sucede ante estas situaciones desagradables, el público lo despidió con ovación.

Muy poco ritmo

Galicia regresó de vestuarios con la intención de mandar. Y lo hizo, ya que no hubo noticias de Panamá durante la segunda parte, aunque de forma insuficiente. Habría sido necesaria una marcha más para poner en mayores aprietos al guardameta visitante.

Aún así, Miguel Rodríguez se mostró activo y probó suerte desde fuera del área en una primera acción. También volvió a tener su oportunidad Manu Justo, que dio buena muestra de su pundonor recuperando un balón, pero no tuvo el día en la definición.

Pasaban y pasaban los minutos sin demasiado que reseñar, más allá de un carrusel de cambios en el que se vio inmerso el otro deportivista citado para el encuentro, un Diego Villares que ingresó al terreno de juego para disputar la última media hora.

Y en medio de esa zozobra, German Nóvoa animó Balaídos marcando de cabeza tras un centro de Miguel Rodríguez. La alegría tan solo duró unos segundos, lo que tardó en ser anulado. Se equivocó el asistente, ya que un defensor panameño habilitaba al central del Arenteiro.

Ese tanto habría dado alas a Galicia para los últimos diez minutos, pero al no subir al marcador la desventaja era demasiado grande y el tramo final discurrió sin demasiada fe, con el público, eso sí, tratando de pasarlo bien.