Fue un partido horrendo. El Tenerife presionó la salida de balón del Dépor y ante la falta de Jurado, Mfulu y Villares quisieron hacer esa salida de tres, pero esto suponía pérdidas continuas. El Dépor cayó en la trampa del Tenerife y cuando este lo igualaba y orientaba para que salieran los ‘Pablos’ se veía la dificultad del Dépor para decidir y filtrar. Tampoco era el Dépor era capaz de dar continuidad al juego y la presión hacía que a veces el equipo lanzase el juego directo, pero ningún balón por arriba se ganaba.
Fue en líneas generales una primera parte muy floja por parte de los dos equipos, con innumerables errores, dignos de partidos de categorías inferiores. Se veía como por momentos ninguna de las dos escuadras era capaz de dar más de tres-cuatro pases seguidos. En la segunda parte sí que hubo variaciones en el cambio de plan, con un Deportivo que buscaba darle más amplitud al campo y realizando cambios de orientación.
El equipo no buscó tanto, por otra parte, los desmarques a la espalda de la defensa del Tenerife. El Dépor, aún así, para mí no mejoró con los cambios, que fueron bastante tempraneros, algo no habitual en Óscar (Gilsanz). Sí que fue a más el Tenerife con la entrada de Álex Cantero y mejoró. Soriano se puso a la altura de Villares y Diego Gómez pasó a ubicarse por delante, justo detrás del punta, tratando el Dépor de jugar más largo.
Y eso pedía a gritos la entrada de Barbero por Zakaria, porque este cuando se giraba para recibir sufría varias pérdidas. Igual que en el día ante el Cádiz para mí Barbero pudo entrar mucho antes en el campo. Como en cada jornada tocó el milagro de Leite, tras un fallo de Martínez. Al Dépor se le notaron las bajas de Ximo, Obrador y Jurado, que da continuidad al juego y conecta con el ataque. Hubo 21.903 sufridores en Riazor y que vieron poco, más allá de alguna acción de talento individual. Esperaba más. No solo es por el plan de partido, a nivel individual los jugadores no mostraron la categoría a la que pertenecen.