(Transcripción por Armando Palleiro)
De la existencia del Deportivo me enteré el día que ascendimos contra el Murcia en 1991 porque eran las fiestas de Palavea y llegaron todos mis tíos eufóricos del estadio.
Recuerdo que, siendo niño, inmediatamente les pregunté qué les sucedía y me explicaron que había subido el equipo. Uno de mis familiares me prometió que me llevaría a un partido.
El primer día que fui a Riazor fue en enero de 1993 y desde ese momento me enamoré del Deportivo; fue un 2-1 a favor contra el Oviedo, con gol de Bebeto.
A partir de este instante quise ir regularmente, insistía mucho a mi familia para que me llevaran a A Coruña porque a veces ni siquiera tenía medios para acudir.
Recuerdo que hubo incluso partidos a los que asistí con chicos del reformatorio que había cerca de mi casa, que iban gratis a algunos partidos en casa. A veces jugábamos al fútbol con ellos y nos lo agradecían con entradas para determinadas ocasiones.
Con el paso del tiempo mi mayor deseo era hacerme socio del equipo y a mis padres no les quedó otro remedio que pagarme el carné; desde aproximadamente 1994 o 1995 ya fui abonado del club.
Sinceramente mi pasión por el Dépor es un sentimiento difícil de explicar; siempre me gustó mucho la frase que decían de Arsenio Iglesias, que “no hay Arsenio sin el Dépor ni hay Dépor sin Arsenio”. Creo que no habría Jorge Cuns sin el Dépor.
A mi hijo Xoel le digo siempre que él es lo más importante de mi vida, lo primero; el chaval me pregunta: “¿qué es lo segundo, mamá o el Deportivo?” y él mismo cree que es el Deportivo, aunque no lo sea.
Puedo presumir de que el noventa por ciento de toda la ropa que tengo es de nuestro equipo, no hay un día por la tarde que no lleve alguna prenda del Dépor; tengo fácilmente más de cincuenta camisetas, colecciono las tres de cada temporada.
Estoy muy atento siempre a la actualidad de la plantilla en Abegondo, pero también me preocupo por el rival de turno y por el siguiente, en este caso ya estoy pendiente del Castellón por si tuviesen bajas contra nosotros.
De todos los momentos felices que el club me ha hecho vivir me quedo sin lugar a dudas con el Centenariazo; llevaba poco tiempo en el trabajo y le pedí permiso a mi jefe para ir. Él estaba convencido de que no teníamos nada que hacer y que el desplazamiento sería inútil porque ellos tenían todas las de ganar.
Como siempre, mi hermana Eva, que es mi compañera de fatigas con el Deportivo se decidió a viajar y allí nos fuimos a Madrid. La Cibeles estaba vallada para la fiesta madridista, las recogepelotas se reían de nosotros porque nos veían perdedores... esa victoria permanecerá siempre en mi memoria.
En cuanto a los momentos negativos tengo que reconocer que la noche que casi desaparece el club, con Lendoiro en la Plaza de Pontevedra a medianoche, lo pasé fatal. La pérdida de categoría ante el Valencia tuve que verla desde Roma porque tenía un viaje programado y fue una pesadilla en un bar cercano al hotel. Toda la cervecería me miraba como si estuviese loco. La derrota con el Oporto en Champions League también fue complicada pero siempre prefiero quedarme con los buenos recuerdos. A mí el Deportivo me dio ya todo lo que me tenía que dar. Si le da a mi hijo el 50% de todo lo bueno que me dio a mí ya sería muchísimo.
En todo este tiempo mi jugador preferido ha sido Bebeto, era de otro nivel y cambió todo el club con su calidad diferencial, me marcó para toda la vida, al igual que Arsenio Iglesias, al que pongo a la misma altura que el escudo del Deportivo.
En relación a los viajes que he realizado con el equipo tengo que destacar los de Gijón, Valladolid, Oviedo, Ponferrada, Lugo y los de Madrid en las finales de Copa. Lamentablemente me he quedado con la espina clavada de no haber podido estar presente en ninguno de los desplazamientos europeos.
Esta temporada creo que el problema de no estar un poco más arriba se debe a errores propios, nos han penalizado muchísimo los fallos que hemos tenido tanto en defensa como en ataque.
En principio pienso que el objetivo primordial ahora mismo es conseguir salvarse sin sufrir, estamos en el buen camino pero no podemos despistarnos.
Una vez que amarremos la permanencia los jugadores actuarán sin presión y pueden dar mucho más de sí en la lucha por otros retos de mayor calado.
Los aficionados debemos ser pacientes para ir conformando los próximos años unas plantillas cada vez más experimentadas y con recursos para volver a Primera División lo antes posible.