Empecé a seguir al Deportivo cuando todavía era una niña, con doce años, siguiendo los pasos de mi padre, que es muy futbolero. Mis tíos y él fueron los encargados de llevarme al estadio de Riazor por primera vez hace bastantes años.
Heredé el sentimiento deportivista más que el amor por el fútbol, toda vez que me gusta mucho más nuestro club que este deporte en sí.
Desde que asistí al primer partido me quedé encantada con el Deportivo y siempre pensé que nunca me cambiaría de equipo por nada en el mundo. Recuerdo que ese encuentro en el que debuté como aficionada fue contra el Betis. Desde ese mismo instante generé en mi interior un sentimiento de cariño enorme por el Dépor y también algo de simpatía hacia el Betis, aunque tengo que reconocer que no sigo el día a día de los andaluces.
En todos estos años de amor por el Deportivo tengo que destacar la figura de jugadores como Manuel Pablo, con el que sufrí muchísimo desde la grada por su grave lesión, así como también Pandiani... Álex Bergantiños merece también un comentario aparte por todo lo que aportó al club, tanto dentro como fuera del campo. En cuanto a porteros me quedo con Molina, sin duda, era un fuera de serie.
De todos nuestros éxitos pondría de relieve la consecución de la Copa del ‘Centenariazo’ en 2002; mi hijo es madridista y ya estaba celebrando la fiesta antes del partido. El simple hecho de fastidiarle la noche me alegró muchísimo, fue una cosa indescriptible. Aún sigo restregándoselo de vez en cuando en la actualidad cuando hablamos de fútbol. Más si cabe porque quiere que nuestras niñas, mis tres nietas, sean aficionadas del Real Madrid pero lo siento porque son deportivistas, le gané la partida (risas).
En cuanto a los momentos de mayor sufrimiento, obviamente siempre estará en nuestro subconsciente el penalti que falló Djukic en 1994 pero más recientemente me causó un gran impacto negativo la eliminación en el playoff de ascenso a Primera en Son Moix frente al Mallorca. Teníamos tan cerca la Primera División que resultó demasiado cruel.
Tengo que reconocer que cada vez que pierde el Deportivo lloro, es algo que no puedo remediar. A veces me enfado mucho con el equipo, me juro a mí misma que no voy a volver al estadio pero siempre acabo volviendo. Mi marido me pregunta con ironía si el Deportivo me paga por disgustarme pero es mi forma de sentir el club, no puedo evitarlo y no me conformo con verlo en casa sino que además viajo con mucha asiduidad, cuando se organizan viajes casi siempre me apunto. Este domingo estaremos en Oviedo. Mi marido, aunque no es tan futbolero como yo, también se desplazará y animará con nosotros.
Actualmente presido la peña deportivista Vila 46, la única íntegramente femenina que posee el club; fue fundada en 1996 y yo me uní a ellas tres años más tarde, en 1999. Éramos muchísimas socias pero fuimos cambiando de directiva con el paso de los años.
Desde los primeros años solo quedamos seis o siete de las más veteranas pero poco a poco se han ido sumando efectivos hasta completar las 28 integrantes que tenemos en la actualidad.
Siempre nos han respetado mucho por ser mujeres, aunque también es cierto que al principio de todo no nos hacían mucho caso, ni siquiera en el club, que muchas veces ni nos mencionaba como peña en el estadio de Riazor.
Esta temporada nos está costando bastante esfuerzo adaptarnos a Segunda División, solo pido que no bajemos a Primera Federación. Me gustaría que ascendiera el Deportivo lo antes posible pero creo sinceramente que es un objetivo a corto-medio plazo.
En Primera Federación estos últimos cuatro años fueron más que duros, de enormes penurias pero afortunadamente hemos sido capaces de salir de ahí y solo nos queda mirar hacia arriba.
Este domingo tenemos un partido complicado en Oviedo porque ellos están muy fuertes y el encuentro es en su casa pero todos los deportivistas que nos desplazaremos vamos a poner todo de nuestra parte para contagiar nuestras ganas y esperemos poder obtener los tres puntos.