Se fue del Deportivo casi un año antes de que Chad Hurley subiese un vídeo suyo durante una visita a un zoo y diese por inaugurado YouTube. Ahí habita ahora el recuerdo de Djalminha, también en la retina de todos los que le vieron en directo. Acaparó los highlights antes de que existiesen con un repertorio inagotable que desafió todas las convenciones futbolísticas. Fue un futbolista demasiado brasileño incluso para Brasil, que apenas le dio carrete en la selección mientras que en A Coruña, donde también pasó por altibajos, desgranaba acciones legendarias. Esta es una selección de diez de las más recordadas.
10. Volea al Zaragoza en Riazor. En la primavera de 1999, a cuatro jornadas del final y con el Dépor en la lucha por entrar en Europa, el equipo sacó el pasaporte tras derrotar a los maños (2-1). El marcador se abrió con un gol sideral: Manuel Pablo profundizó por la derecha, centró pasado hacia Fran, que hizo una dejada con la testa para que Djalminha, ante la grada de Marathón, enganchase una volea cruzada lejos de Juanmi.
9. Libre directo ante Casillas. Fue algo así como el efecto 2000, en febrero del segundo mes del nuevo milenio Djalminha se inventó un pase a Víctor que fue derribado por Roberto Carlos cuando ya enfocaba a Casillas. Se pidió roja, pero se decretó amarilla y libre directo. La pelota se situó a cinco metros del semicírculo del área, centrada hacia portería. El genio brasileño se sacó una rosca imposible que superó al también legendario meta madrileño, que sufría pesadillas cada vez que lo tenía delante. A Casillas le habían criticado meses antes por un gol que le metió Djalma en el Bernabéu. “Era un balón casi imposible de parar”, le defendió el ocho deportivista, que aclaró también que era el segundo gol que marcaba en su vida con la derecha. Djalma valoraba a Iker, pero años después, ya retirado, también deslizó: No daría el Balón de Oro a Casillas ni a ningún portero, al fútbol se juega con los pies
8. Gol al Real Madrid en Riazor. En la primera campaña (97-98) de Djalminha en Riazor, el genio descubrió que ante los blancos y con Canal Plus era uno de los mejores momentos para frotar la lámpara. En febrero del 98 con un Dépor sumido en mil litigios internos hubo una tregua cuando el madridista Fernando Redondo, elegantemente, le dio un mal pase a un compañero. Djalma tomó la pelota en tres cuartos de campo, dio un par de pasos y soltó, de trivela, un latigazo imposible para Cañizares. Luego levantó los brazos a la altura de los hombros, abrió las palmas de las manos y sonrió al graderío.
7. Gol al Zaragoza y expulsión. Otro golpeo memorable y otra vez Jekyll y Hyde de visita en Riazor. El tanto que casi le daba la liga al Deportivo y el que casi se la quitó porque el Zaragoza empató tras quedarse el equipo blanquiazul con diez hombres. Djalma tenía una tarjeta amarilla y no se le ocurrió otra cosa que quitarse la camiseta y ondearla al viento mientras nueve de sus compañeros trataban de ocultarle de la vista de Iturralde. Fue en vano. ¡Pero qué golazo y qué momento en Riazor!
6. Caño a Hesp. Fue la obra de un artesano. Djalma ya se había exhibido ante el Barcelona. Partido grande y Canal Plus así que el repertorio estaba desatado. Pero a cinco minutos del final puso la rúbrica al recibir un balón de espaldas a portería en la frontal. Se dio la vuelta ante Abelardo, pero salió trastabillado y tuvo que echar mano a tierra. Incluso así se deshizo de Celades para encarar a Hesp. Venía del piso, pero aún tuvo resuello y talento para colocar la pelota entre las piernas del meta holandés del Barcelona y sentenciar el partido. 3-1 para el Dépor que trataba en aquel mes de enero de 1998 trataba de reconstruirse.
5. Pase de rabona a Turu Flores. En la temporada siguiente a la del título de Liga. El Plus en el estadio de Riazor, derbi contra el Celta y Djalminha en el banquillo. Con media hora por jugar le llamó Irureta en sustitución de Valerón (juntar a los dos era un anatema para el vasco). Salió desatado. En su primera acción tiró un caño, en la segunda un pase imposible de rabona en la frontal para Turu Flores, que acabó la acción con un disparo bloqueado por un defensor celeste entre la algarabía de todo el estadio.
4. Espaldinha en el Teresa Herrera. Djalminha se presentó en Riazor en un partido del Teresa Herrera de 1997 contra el Vasco da Gama. Y al día siguiente contribuyó a la victoria en la final contra el PSV Eindhoven. En ambos partidos se alineó con Rivaldo, que tras el segundo tomó la maleta hacia Barcelona. Djalma se exhibió con todo tipo de virguerías, pero la más inverosímil consistió en bajar un pelotazo de la zaga con la espalda para dejar la pelota muerta a los pies de Rivaldo. Un directivo del Barcelona que veía el partido por televisión inquirió al presidente José Luis Núñez, que estaba con la chequera en la mano: “Oye, ¿el bueno no será este?”.
3. La ilusión de lanzar un penalti y llegar antes que la pelota a la red. En los comics que dibujaba Djalminha nada parecía imposible. El primer Panenka en España se lo embocó al Racing en El Sardinero. Y allí empezó a lanzar una de esas apuestas descabelladas que le gustaba plantear cuando había una pelota por medio. Al Mallorca le empató un partido en Riazor desde los once metros, sublimando a Antonin y con el cuello de la camiseta alzado ante el Lechuga Roa. Por supuesto lo intentó y casi lo consiguió con Casillas (marcó gol, pero el balón llegó antes). Y cuando estuvo más cerca fue en San Siro, Champions, ante uno de los mejores Milan de la historia y en juego el pase a los cuartos de final para superar con éxito la segunda fase de grupos. ¡Qué mas da!. Djalminha se fue al punto de penalti y tocó con tanta sutileza que cuando la pelota entró él ya estaba con los brazos en alto alborozado al borde del área pequeña.
2. La lambretta. Una seña de identidad, una osadía propia del más transgresor de los futbolistas y en horario de máxima audiencia. Ante una zaga cerrada Djalminha buscó una solución que nadie sospechaba. Cinco jugadores del Real Madrid, con Fernando Hierro, en primera fila, le vieron a menos de dos metros de distancia elevar la pelota con la espuela para buscar un pase a Víctor. Roberto Carlos bloqueó el disparo.
1. El gol soñado al Celta. Tenía que reivindicarse y lo hizo. Suplente meses después de haber liderado al equipo hasta el título de lIga, decidió un derbi contra el Celta con un gol irreal a un cuarto de hora del final. Poco después del pase de rabona a Turu Flores, en una nueva acción atacante, Djalminha recogió la pelota en el pico del área, trazó una finta con un taconazo para dejar atrás a Yago Yao y con la zurda colocó la pelota al palo largo lejos de Pinto. Pocas veces hubo tal comunión en Riazor. Eso sí, el primero en llegar al abrazo fue, desde el banquillo, Leo Scaloni.
Fuera del listado se queda una gloriosa exhibición ante el Oviedo en Riazor, con dos goles de bandera, una recriminación a Tribuna porque le aplaudían al marcar y una sutil vaselina que sacó sobre la línea Ivan Ania que había salido de la nada. Al finalizar el partido los jugadores visitantes charlaban admirados ante el bus antes de regresar a Asturias sobre el recital en el que habían participado como figurantes. También se queda al margen un golazo a Juanmi en La Romareda, una delicia para la que se puso dos negros guantes, como quien acaricia una joya.
Y queda en fin, su mejor jugada, la que nunca existió y que hubiera valido el pase a la final de la Champions. Pero aquel partido contra el Oporto lo vio Djalminha desde la banda.