El pasado 18 de julio la Federación Española de Fútbol confirmó la información adelantada unas fechas antes por dxt campeón de que A Coruña conformaba la alineación titular de sedes mundialistas para el 2030, once ciudades elegidas por un proyecto en el que llevaban años trabajando y dos que quedaban en la recámara, Valencia y Vigo. Horas después del anuncio el Ayuntamiento escenificaba un acto de presentación en el Palacio de María Pita. Fue entre precipitado y ambivalente. “Presentamos un proyecto riguroso, sensato e ilusionante para ser bimundialistas, un hecho del que sólo 50 ciudades en el mundo pueden presumir”, deslizó la alcaldesa Inés Rey. Pero también dejó claro: “Queda mucho trabajo por hacer”.
Justo esa fue la sensación que quedó tras la visita de una delegación de la FIFA el pasado día 24 de septiembre, un examen del que quedaron asignaturas pendientes que ahora A Coruña trata de aprobar y que se resumen en un concepto que nace de dos ideas: el proyecto debe aquilatarse para que pueda ser sostenible; y al tiempo debe cerrarse un compromiso de financiación que otras sedes ya hace tiempo que han resuelto. La preocupación en la RFEF es máxima: no sólo A Coruña se juega mucho porque si su candidatura tropieza la opción más seria ahora no sería la de que entrasen Valencia o Vigo sino que los partidos previstos en Riazor (cinco) se distribuyesen en campos de Portugal y Marruecos.
La próxima semana se producirá una reunión con arquitectos y federativos para acabar de definir la remodelación que debe afrontar Riazor. El objetivo que se plantea ahora mismo es el de ajustar y definir al máximo los costes tanto en la planificación del estadio como en la de su entorno. Y a partir de ahí obtener compromisos de financiación.
El plan va en la línea de lo que ya expresó el pasado verano Rafael Louzán, presidente de la Federación Gallega de Fútbol, que propuso a la FIFA rebajar el aforo mínimo obligatorio para que un estadio fuese mundialista. No parece que lo vaya a conseguir, pero sí que su idea ha germinado y ahora mismo se estudia la posibilidad de que el estadio tenga un aforo similar al de otras sedes como Málaga, Zaragoza, Las Palmas o San Sebastián y pueda acoger a entre 41.000 y 43.000 personas en un coliseo funcional que no sea un castigo para las arcas de quienes lo financien.
Hay varias vías para conseguirlo en un estadio que ni mucho menos parte de cero. La de rebajar la línea actual del césped está casi garantizada y acercaría además las gradas al césped. También se valora la opción de conformar una gradona al estilo de las de los campos de Borussia Dortmund, Tottenham Hotspur u Olympique de Marsella. Esa alternativa, con unos adecuados accesos a pie de campo daría continuidad también a la otra idea que se baraja, y que tanto valora la FIFA, para que el estadio tenga otros usos no sólo futbolísticos tras la celebración del Mundial. Y de paso sortearía una de las dudas que plantea el Dépor para no alinearse con el proyecto porque en el club no satisface un estadio con 48.000 asientos.
Cerrar el proyecto de remodelación de Riazor y de su entorno va en paralelo al otro gran caballo de batalla para la candidatura herculina, el de conseguir la financiación precisa para sostener sus ilusiones. “No vamos a ser menos que San Sebastián o Las Palmas”, le espetó al alcaldesa hace unos días a un interlocutor que podría entrar en la ecuación mundialista, pero que se muestra remiso a apoyar en público la candidatura.
En San Sebastián la remodelación de Anoeta dejó a la ciudad enfilada hacia el 2030. La Real Sociedad, que asumió en su día el 82% del coste de la remodelación de un estadio que no es suyo, ya trabaja en una ampliación de casi 2.000 butacas para llevar el aforo casi hasta las 42.000, una propuesta similar a la que valora ahora A Coruña. Anoeta había llegado en 1993 para enterrar Atocha y fue sufragado por Ayuntamiento de San Sebastián (18 millones), Gobierno Vasco (13), Diputación (10,4) y Consejo Superior de Deportes (3,6). La Real Sociedad puso 3 millones más en concepto de arrendamiento del campo durante 40 años. Pero el escenario ha cambiado y con el lavado de cara del que ahora es Reale Arena el club asumió un gasto de 64,7 millones de euros sobre un total de 78,7 (el resto lo completaron Gobierno Vasco, con 10 millones y Diputación con 4). A cambio el nuevo plazo de duración del uso y explotación del estadio por parte del club donostiarra ya no vencerá en 2033, sino en 2067.
148 millones de euros
cuesta la Nueva Romareda, financiada por club, ayuntamiento y gobierno autonómico
Las vías para encontrar financiación son variadas y en el caso de las sedes equiparables a A Coruña como puedan ser no solo San Sebastián sino también Bilbao, Zaragoza, Málaga y Las Palmas suelen llegar bien desde los clubs, bien desde las administraciones públicas.
De esos cinco casos tan sólo en Bilbao la BBK, la antigua caja de ahorros que ahora es Kutxabank, entró en la sociedad pública que levantó el nuevo San Mamés con una participación del 24%. Los 211 millones del magno coliseo bilbaino salieron en algo más de la mitad de fondos públicos. Diputación y Gobierno Vasco aportaron 50 millones, el ayuntamiento de la ciudad 11. Del sector privado llegaron los 50 millones de la entidad financiera y otros tantos que aportó el Athletic, aunque de esta cantidad 17 millones provenían del valor del terreno donde estaba ubicado el viejo estadio.
En Zaragoza la piqueta ya se ha llevado por delante el fondo sur de La Romareda y se enfila un nuevo estadio de 43.184 asientos. Las obras de la nueva grada empezarán en febrero y en julio las del resto del estadio, un proyecto de 148 millones de euros para el que en la ciudad se ha conseguido una unidad de acción que en A Coruña se sondeó y no se logró alcanzar. Real Zaragoza, Ayuntamiento y Gobierno de Aragón firmaron en diciembre de 2023 las escrituras para constituir la sociedad mercantil La Nueva Romareda SL, en cuyo capital participa con el 33,33% el club, controlado por un grupo de inversores con Jorge Mas, que también es dueño del Inter Miami, al frente. La Corporación Empresarial Pública de Aragón asume el mismo porcentaje. El consistorio tiene el 33,34% restante, Un ingeniero, Martín Fuica, ejerce desde el pasado mes de junio como gerente de La Nueva Romareda SL y ese mismo mes el ayuntamiento concedió el permiso para empezar con el derribo del primer graderío.
El Real Zaragoza asume las incomodidades de las obras y durante las dos próximas campañas jugará en un estadio modular que costará 10 millones de euros más, casi la mitad de ellos destinados a alquiler y mantenimiento. “El club tiene un total compromiso con la ciudad y Aragón, Queremos que el nuevo estadio sea un emblema”, explicó Jorge Mas cuando dio su visto bueno al proyecto y desistió de la idea de asumir, quizás al margen del proyecto mundialista, la construcción de un estadio en solitario.
Mientras tanto las urgencias van por barrios. La FIFA confirmará el próximo 11 de diciembre que España, Portugal y Marruecos organizarán el Mundial del 2030, pero el director legal del organismo, el coruñés Emilio García Silvero advierte que si no hay un presidente en el Real Federación Española de Fútbol el Mundial corre peligro. “Hemos pedido a la RFEF que en un plazo no superior entre 15-20 días debe convocar estas elecciones. Hace más de un año que está en una situación de interinidad”, lamenta el directivo coruñés. “Para nosotros es complicado poder trabajar cuando no hay una cabeza al frente”, apostilla.
En Las Palmas, el Cabildo de Gran Canaria ya maneja un estudio que cuantifica en más de 1.000 millones de euros el impacto económico del Mundial en la isla. Y ha decidido, sin ambages, que resulta rentable asumir en su totalidad los 107 millones de euros que costará remodelar el estadio en el que juega Las Palmas. Además tras la confirmación de que la ciudad está entre las once elegidas anunció una inversión de seis millones más en tres campos en la isla para que sean centros de entrenamiento.
La nitidez de la apuesta canaria fue clave para que adelantase por la derecha a varias ciudades en la carrera mundialista. El Cabildo invertirá 25,9 millones de euros en 2025, 50,6 millones de euros en 2026, y 25,3 millones de euros en 2027. No hubo votos en contra. “Hemos ido de la mano y hemos ido en tiempo. Sólo faltaba garantizar los recursos económicos y ya lo hemos hecho”, explicó el pasado mes de junio Aridany Romero, el consejero de Deportes del Cabildo, una institución parangonable a la Diputación. El nuevo estadio de Gran Canaria tendrá 44.462 espectadores. “Estoy orgulloso de la sensibilidad e implicación de la clase política”, glosa Miguel Ángel Ramírez, presidente de la UD Las Palmas, que paga casi medio millón de euros al año por el uso del estadio.
Algo más que fútbol
En Málaga la titularidad del estadio es de Ayuntamiento, Diputación y Junta de Andalucía y son esas instituciones las que tiran del carro del 2030 en la ciudad. Más de 83 millones de euros asumen cada una para levantar la Nueva Rosaleda. La compleja situación accionarial del Málaga no ayuda a que entre el club, pero desde el consistorio no se quedan atrás. “La situación es la que es y debemos intentar que a las administraciones les cueste lo menos posible”, explica el edil de Deportes, Borja Vivas. En todo caso siguen a la búsqueda de inversores que financien parte de los costes.
La Nueva Rosaleda se levantará sobre la actual y aumentará su capacidad hasta los 45.000 asientos y ahí el proyecto sí que asume un tercer anillo. El alcalde Francisco de la Torre baraja varias opciones, pero le hace tilín el proyecto más faraónico, techado, con un césped retráctil y hasta un hotel. Cuatro empresas ya optan al contrato de explotación de un estadio que albergaría grandes eventos musicales y sociales.
Esa ductilidad para convertirse en un gran ágora multiusos es la baza que quiere jugar Riazor. “Queremos posicionarnos como una gran capital europea con capacidad para acoger grandes eventos culturales, deportivos, musicales…”, explicó Inés Rey aquella mañana en la que se puso la camiseta de Naranjito para saludar que la ciudad había pasado el primer corte mundialista.
Pero el Mundial no está asegurado, ni mucho menos. A Coruña debe presentar cuanto antes un compromiso claro de financiación que a día de hoy no termina de plasmarse y que exige un paso adelante de varias instituciones y entidades. Fuentes de la Real Federación Española de Fútbol confirman que la preocupación existe, pero también la confianza en que todo pueda acabar en final feliz y A Coruña no sea la espita por la que España pierda una sede.