La ‘fotaza’ que ilustra la última página del periódico de este miércoles es eso, una pedazo imagen. Pero por el azar de las vallas que circundaban la fuente de Cuatro Caminos, los allí presentes no pudieron ver demasiado bien unas estampas para el recuerdo. A veces, por los compromisos comerciales, publicitarios, se pierden los mejores momentos de espontaneidad.
Días después, con mucho deportivista todavía de resaca, el personal analiza las dos fiestas. El no haber ido a la fuente el mismo día del ascenso fue ya algo ‘raro’. Los aficionados disfrutaron en la Fan Zone pero sí, es cierto, cuando se asciende hay que ir volando a Cuatro Caminos.
La polémica de los siguientes días, con el convenio por el uso de Riazor y la negativa a acudir a la plaza de María Pita, ya fue algo que dejó a la ciudad con la boca abierta.
El deportivismo se abocó a una segunda fecha, a una fiesta ‘en diferido’ tras el partido ante el Real Unión de Irún. Algunos aficionados comentaban que el ‘volumen brutal’ de la megafonía impedía escuchar a los protagonistas, volvemos a lo de la espontaneidad. En una celebración, en una fiesta como esta, no es que sea importante, es que es lo que queda para siempre, para el recuerdo y para la historia.
Lo que no falló fue el deportivismo. A fe que si mañana se convocase una nueva cita para celebrar que se ha regresado al balompié profesional, miles de personas volverían a salir a la calle.
El año que viene, con el siguiente ascenso, seguro los festejos serán más directos, como siempre han sido en la centenaria historia del club.