El deportivismo no falló. Sin nada importante en juego, Riazor volvió a presentar un aspecto impresionante en la ansiada despedida del Deportivo a Primera Federación (al menos a su liga regular). Un total de 27.041 espectadores asistieron al duelo ante el Real Unión y pudieron disfrutar de las sorpresas que el club coruñés tenía preparadas para celebrar de nuevo el ascenso a Segunda División.
Antes, los Riazor Blues desplegaron un enorme tifo con la representación del mítico abrazo entre Arsenio Iglesias y Martín Lasarte tras lograr la permanencia en la promoción de 1992 contra el Betis. “Qué alegría, míster. Cuánto sufrimos”, se podía leer en el tifo, adaptando la frase que en aquel momento pronunció el técnico, como homenaje a Arsenio.
En el descanso tuvo lugar un acto de entrega de los trofeos de campeones de sus respectivas ligas al Juvenil A, Juvenil B, Cadete A e Infantil A del Depor. La guinda a un curso de ensueño para la cantera.
Al filo del final del choque, las gradas de Riazor hicieron la ola y, tras el pitido final, aplaudieron la permanencia del Real Unión. A partir de ese momento comenzó la fiesta preparada por el Deportivo, con el ‘speaker’ Sergio Tomé como maestro de ceremonias.
Tomé presentó uno por uno a todos los miembros del cuerpo técnico y de la plantilla blanquiazul. Mella fue el primero en recibir una ovación atronadora a la que respondió haciendo un mortal hacia atrás. Yeremay, que saltó al césped con una protección en la nariz tras ser operado recientemente, también fue coreado por la afición.
A continuación, Alcaina apareció con muletas tras su lesión durante el partido, Germán Parreño hizo lo propio con la escayola en el brazo izquierdo y Cayarga y José Ángel saltaron al campo cojeando. Cuatro muestras, además de Yeremay, de lo mermado que afrontará el Depor la final de campeones ante el Castellón. Posteriormente, Pablo Vázquez también fue de los más aclamados.
El uno por uno finalizó con la presentación de los capitanes: Jaime, Balenziaga, Pablo Martínez, Villares y Lucas. La afición le cantó el ‘Pablo, quédate’ al hispano francés, que salió bebiendo cerveza, Villares recibió el cariño unánime de la grada y Riazor se vino abajo con la salida al campo de Lucas Pérez. Sus compañeros le hicieron un pasillo con reverencias y en las gradas se escuchó un claro ‘Lucas se queda, Lucas no se va’.
El broche a la celebración en el estadio lo pusieron Imanol Idiakez, con el pelo teñido, y Kiko Rivera, que mandó un video felicitando al Depor por su éxito antes de que la megafonía pusiera a tope su ‘Mambo’, la canción que sonó en el vestuario blanquiazul durante toda la temporada. La posterior vuelta de honor y el cántico en comunión con la grada de Marathón ('DE-POR-TI-VO') fueron las guindas a otra fiesta para el recuerdo en Riazor.